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El orgullo del Gobierno japonés se traduce en 7 minutos de limpieza

El orgullo del Gobierno japonés se traduce en 7 minutos de limpieza
Foto: Internet
28 de febrero de 2018 - 00:00 - Fausto Rivera Yánez

Los trabajadores del Tessei, empresa encargada del aseo del tren bala de los Ferrocarriles de Japón, visten una chompa roja, cargan una pequeña flor a un lado de sus gorras negras y lucen serenos.

Esa serenidad contrasta con la pequeña proeza que están a punto de hacer y de la cual el Gobierno japonés se siente tan orgulloso que es capaz de invitar a un grupo de 5 periodistas latinoamericanos a cruzar el océano Pacífico para que conozcan su sistema ferroviario de limpieza.

Durante 7 minutos, los miembros del Tessei deberán limpiar un tren bala, conocido como shinkansen, que es el nombre de la red ferroviaria de alta velocidad de Japón. Esta parecería ser una tarea regular de aseo si no fuera por la gran cantidad de este tipo de trenes que transitan cada día en las 4 plataformas de la Estación de Tokio: más de 300 shinkanses con 17 vagones.

Cada equipo del Tessei está dividido en 11 grupos de 22 personas, quienes limpian un promedio de 20 trenes al día y bordean todas las edades. En uno de los vagones de un tren bala que viajará de Tokio a Hakodate por 5 horas, una mujer de más de 50 años está encargada de limpiar 100 asientos, recolectar la basura, poner en su sitio las mesas individuales, abrir las cortinas, girar los asientos en 180 grados para que miren hacia el frente del tren, entre muchas otras tareas.

Serena, una vez más, aquella mujer sale del vagón sin antes lanzar una mirada panorámica, de cazadora, por si alguna basura se le ha escapado. Cuando la performance termina, los trabajadores se ubican en los accesos de ingreso del tren y hacen una reverencia a los nuevos pasajeros, invitándolos a subir. Luego se retiran por una pequeña puerta dispuesta en la mitad de las escaleras que llevan hacia los trenes subterráneos de esa estación.

Takuya Watariya, uno de los coordinadores de este sistema, conduce a paso acelerado a la delegación hacia las oficinas del Tessei, ubicadas en las entrañas de la estación de Tokio,  que a la vez se sitúa en el distrito financiero de Marunouchi y que concentra la mayor actividad bancaria de la capital japonesa.

En una pequeña oficina en la que no hay tiempo para preguntas extendidas, Watariya explica que la parada de los trenes bala en la estación de Tokio dura 12 minutos, de los cuales 2 están destinados al desembarque y 3 al embarque de los pasajeros. En los 7 minutos restantes se produce el “milagro japonés”.

Este método de trabajo tiene un manual de instrucciones en el que los 7 minutos de aseo se dividen en acciones que deben durar entre 1.5 y 2 minutos. Así, en los 90 primeros segundos, los limpiadores deben recoger los pedazos grandes de basura y revisar los portaequipajes y los espacios entre los asientos para hallar artículos olvidados. Nada se pierde o todo te espera donde lo dejaste en Japón. Después de este paso, las acciones humanas de aseo alcanzan rasgos autómatas.

Los limpiadores del shinkansen hacen una reverencia a los pasajeros luego de que terminan todas sus labores. Foto: Medium / Internet

El escritor mexicano Juan Villoro decía –en una crónica  sobre Japón publicada en Letras Libres– que “quien medita o contempla los movimientos del teatro noh disfruta los favores de la lentitud. Pero Japón también es la patria del shinkansen. El ‘tren bala’ recorre la isla con disciplinado frenesí. (...) Diez minutos antes del horario de partida llegó un tren y supuse que era el mío. Se trataba de un tren anterior. Diez minutos representan una eternidad para un transporte con apodo de proyectil (solo en lenguas extranjeras se dice ‘tren bala’; la traducción literal de shinkansen es ‘ferrocarril troncal’; los japoneses no necesitan recordar que saldrán disparados: lo dan por supuesto)”.

Esta celeridad tan naturalizada en Japón, pero desconcertante para un individuo latino que hereda la demora como valor social, no siempre ha sido tan vertiginosa.

En el caso del Tessei, fue en 2005 cuando Teruo Yabe, actual asesor de los Ferrocarriles de Japón (FJ), empezó a perfilar el método de los 7 minutos, no solo como una forma de optimizar costos, sino para demostrar que en una empresa todo importa, más si se trata de la basura y la imagen que esta proyecta.

“En la estación de Tokio, en particular, hay muchas oportunidades para que el personal interactúe con los clientes, lo que siempre es alentador. Como es el aplauso que a veces reciben después de su reverencia. Son cosas tan pequeñas como estas que les hace darse cuenta de que las personas realmente se preocupan”, decía Yabe en una nota publicada en el medio digital Ignition.

A estas reformas se sumaron otras que pretendían construir una fidelidad prematura de los trabajadores de Tessei con la empresa. En reglamentos anteriores, solo los empleados a tiempo parcial mayores de 45 años podían tomar el examen interno para integrarse al horario de tiempo completo. Esa edad ahora se ha reducido a 20.

El núcleo duro con el que se articula la sociedad japonesa –desde jóvenes– se gesta en el trabajo, a diferencia de otros países en los que la familia es el centro de todo.

*Haga click en la imagen para ampliarla

Sistemas ferroviarios en Japón
La longitud de la red ferroviaria de Japón alcanza los 27,762 kilómetros y el número de empresas que operan este servicio es de 212 –entre privadas, públicas y mixtas–, “un modelo de economía único”, destacó Noriko Yamashiro, funcionaria del Ministerio de Tierras, Infraestructura, Transporte y Turismo de Japón.

Aun cuando Estados Unidos tiene la extensión ferroviaria más grande del mundo (228.513 kilómetros), el número de personas que transporta es pequeño en relación a Japón. Según estadísticas compartidas por Yamashiro, el ferrocarril es el medio de transporte que más demanda la población japonesa, a diferencia de otros países que aún privilegian el carro.

El 14 de octubre de 1872 comenzó a operar el primer ferrocarril de Japón y les tomó cerca de 100 años construir el primer tren bala (shinkansen) en el mundo, cuya velocidad alcanza los 300 kilómetros por hora.

Noriko Yamashiro enfatizó que los trenes bala no han provocado ningún accidente mortal, pues están equipados con un sistema que alerta con tiempo cuando se avecina un choque o cuando una vía está afectada. El único incidente mortal que ha vivido un shinkansen fue cuando en 2015 un hombre con problemas económicos se suicidó quemándose a lo bonzo en el interior del tren.

El sujeto –que ofreció billetes de 1.000 yenes (diez dólares) a otros pasajeros y les pidió que se distanciaran de él– dejó 2 muertos, 2 heridos graves y 26 heridos leves. (I)

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