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La AfD obtuvo 93 de los 690 diputados

El empuje de la ultraderecha amarga la victoria de Angela Merkel

Angela Merkel fue reelecta para un cuarto período como canciller, aunque su partido Unión Demócrata Cristiana (CDU) obtuvo una baja votación.
Angela Merkel fue reelecta para un cuarto período como canciller, aunque su partido Unión Demócrata Cristiana (CDU) obtuvo una baja votación.
Foto: AFP
26 de septiembre de 2017 - 00:00 - Gorka Castillo. Corresponsal en Madrid

El avance de la extrema derecha en Alemania ensombrece el panorama de alianzas a las que deberá enfrentarse la victoriosa Angela Merkel para gobernar sin sobresaltos. Por primera vez desde la II Guerra Mundial, un partido racista y xenófobo como Alternativa para Alemania (AfD) irrumpe en el Bundestag tras las elecciones federales del domingo y lo hace con una fuerza arrolladora: con el 13% de los votos y 93 de los 690 diputados.

Con estos resultados sobre la mesa, no resulta extraño que se hayan accionado todas las alarmas en un país hipersensibilizado con las ideologías que exaltan la pureza de la raza aria y su destino manifiesto, especialmente las de las minorías turcas y judías que ven en su florecimiento una especie de resurrección del nazismo.

La AfD, que ayer juró y perjuró que los mensajes xenófobos difundidos durante la campaña no van dirigidos contra judíos ni musulmanes sino contra la migración descontrolada, se ha felicitado por el éxito en medio de profundas divisiones internas.

La más evidente se produjo durante la rueda de prensa de ayer cuando su copresidenta, la empresaria Frauke Petry, anunció por sorpresa que no formará parte del grupo parlamentario de su partido. Petry se levantó de la silla que ocupaba y dejó plantados a sus compañeros de formación en el preciso momento en el que trataban de responder a los recelos que sus resultados han provocado en la sociedad alemana. Con cara de palo, el candidato ultraderechista a la cancillería germana, Alexander Gauland, solo acertó a decir amenazante que “vamos a acosar al gobierno. Vamos por Angela Merkel”.

Los analistas se estrujaban ayer las meninges para dar una explicación razonable sobre el espectacular crecimiento electoral de la ultraderecha y la conclusión más generalizada es que la mayoría de los votantes de la AfD no son simpatizantes neonazis “sino gente desencantada con Merkel y que está contra la migración y el sistema político en general”, explicaba ayer en su edición especial la prestigiosa revista Der Spiegel.

Divididos o no, la irrupción de la ultraderecha en el Bundestag ha supuesto un trago amargo para la indiscutible ganadora, la CDU de Angela Merkel, debilitada en esta ocasión por la política migratoria. Los optimistas democristianos celebraban ayer que, pese al desgaste sufrido por la Canciller, la suya ha vuelto a ser una contundente victoria, la cuarta desde 2005.

El 33% de los votos y los 239 escaños logrados permiten al CDU volver a formar un gobierno de coalición, pero ahora con las opciones limitadas a una única combinación, la que presumiblemente alcanzará con los liberales del FDP, 10,4 % de votos y 77 diputados; y los ‘verdes’, 9% y 65 asientos. Los socialdemócratas del SPD se autoexcluyeron de cualquier alianza con la CDU tras conocer su estrepitosa debacle, el 20,8% de los sufragios emitidos y 150 diputados, 5 puntos menos que en 2013.

El descalabro sufrido por Martin Schulz, cuyo resultado es el peor de la SPD desde 1945, deja en una situación crítica al partido más antiguo de Alemania y el referente ideológico para toda la socialdemocracia europea. Al igual que está sucediendo en otros países europeos en los últimos años de crisis social en el seno de la UE, el electorado ha vuelto a escorarse hacia los partidos extremistas de derecha.

En la izquierda, solo la fuerza radical Die Linke, que obtuvo el 9% de los votos y 66 escaños, logró aguantar el tipo ante el retroceso apabullante del bloque progresista.
Todos daban por descontado que Angela Merkel consolidaría su cuarta victoria consecutiva al frente del partido conservador. Después de doce años de gobierno, muchos auguraban un descenso de apoyo pero el 33% cosechado por la Canciller, ocho puntos menos que en 2013, es el peor resultado de su dilatada historia y el más bajo de la CDU desde 1949. Todo un síntoma de que la agonía puede haber comenzado.

Pero Merkel es un pánzer político que parece crecerse ante las adversidades. En su primera comparecencia tras la jornada electoral anunció que su objetivo inmediato es “recuperar el millón de votos que han ido a parar a la ultraderecha a través de una buena política que solucione los problemas de la gente”. Sonriente, la canciller indicó con una seguridad apabullante que sabrá encajar las piezas del rompecabezas para formar un gobierno estable. (I)

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Los berlineses quieren quedarse con aeropuerto

Con un 56,1 % de votos a favor, los berlineses decidieron en un referéndum mantener en funcionamiento el aeropuerto de Tegel. Las autoridades alemanas habían tenido la firme intención de clausurarlo una vez que se inaugure el nuevo aeropuerto de la ciudad, BER Willy Brandt. El aeropuerto de Tegel (TXL) es relativamente pequeño, ubicado a solo 8 kilómetros del centro de Berlín.

La apertura del nuevo aeropuerto internacional de Berlín (BER) ha sido pospuesta hasta cuatro veces, en medio de numerosos escándalos, lo que ha provocado fuertes críticas.

El movimiento a favor de salvar Tegel surgió después de la decisión del Gobierno berlinés de cerrar tanto este como el de Schönefeld, una vez que abriera el nuevo aeropuerto de la ciudad. (I)

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