Un brasileño fue fusilado por el gobierno de Indonesia como parte de su condena por haber intentado traficar 13 kilogramos de cocaína en 2003, lo cual abrió una crisis diplomática entre Brasil y el país asiático, el que tiene más musulmanes en el planeta.

La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, se declaró hoy, a través de un comunicado "indignada y consternada" y retiró para consultas al embajador de Brasil en Yakarta.

Marco Archer, de 53 años, instructor de vuelo libre en ala delta, fue fusilado a las 00:30 del domingo en Yakarta (18.30 GMT del sábado) por un pelotón de 12 soldados, informó el portavoz de la fiscalía general de Indonesia.

La presidenta Dilma Rousseff le había pedido 4 veces, por carta y en conversaciones telefónicas, a su par indonesio, Joko Widodo, "como jefa de estado y como madre" dictar la clemencia para Archer, quien habia sido condenado por narcotráfico por intentar ingresar a Indonesia en 2004 13 kilogramos de cocaína dentro de un ala delta.

El brasileño en el juicio reveló que llevó la cocaína desde Lima, Perú, a cambio de 10.000 dólares. El caso es el primer de un brasileño ejecutado por una condena en el exterior.

El asesor especial de Rousseff para asuntos exteriores, Marco Aurelio García, contó que enviaron una carta al Vaticano para reclamar la intervención del Papa Francisco y la cancillería de la llamada Santa Sede para evitar la ejecución.

"Sin dudas habrá sombras en nuestra relación", adelantó García. Lo mismo dijo este sábado por la noche el canciller Mauro Vieira, quien afirmó que la ejecución "genera una sombra" en la relación bilateral entre ambos países.

Brasil es el país con más católicos del mundo mientras que Indonesia es el país con más musulmanes del planeta.

Según el comunicado divulgado por el Palacio del Planalto, Rousseff dijo respetar la soberanía y las leyes indonesias pero afirmó que "el recurso de la pena de muerte, que la sociedad mundial crecientemente condena, afecta gravemente a las relaciones entre nuestros países".

Analistas brasileños citados por los medios locales indicaron que el presidente indonesio ha llegado al poder con un fuerte discurso sobre la dureza para combatir la inseguridad pública, con lo cual era muy difícil que otorgara la clemencia a la condena a muerte contra el brasileño, que fue visitado por su familia dentro de la prisión de Nusakambangan, en la ciudad de Cilacap, ubicada a 400 kilómetros de Yakarta.

Widodo le dijo a Rousseff que su gobierno tiene una política dura contra el tráfico de drogas y que no preveía la clemencia para 64 condenados por narcotráfico que aguardan en el corredor de la muerte.

"Él lloró mucho, le llevé dulce de leche y miel antes de la ejecución. Me dio muchos besos en la despedida", dijo entre lágrimas la tía de Archer, María Lourdes, que visitó a su sobrino minutos antes de la ejecución.

El gobierno brasileño intenta desde 2005 revertir la pena de muerte, que sólo es posible con una decisión de clemencia del jefe del Estado. Hubo 2 pedidos hechos en esa época por el entonces presidente Luiz Inácio Lula da SIlva.

Otro brasileño llamado Rodrigo Goularte está en el corredor de la muerte por intentar en 2004 ingresar a Yakarta con 6 kilogramos de cocaína en una tabla de surf.