Doloroso adiós a las primeras víctimas del incendio en Brasil
Santa María
El llanto de Juliana retumbaba en un cementerio de Santa María: “¿por qué, por qué?”, se preguntaba la joven, desconsolada por la muerte de su hermano, Heitor Oliveira, una de las 231 víctimas del incendio en una discoteca que conmovió a Brasil (última cifra oficial). La tragedia dejó también 116 heridos, de ellos más de 80 graves.
La procesión de la capilla a la fosa era lenta y parsimoniosa. Juliana poco podía mantenerse en pie y se apoyaba en su madre, que le pedía que aceptara el trágico destino de su hermano. “Calma, Juliana”.
Casi en simultáneo, otro entierro. Los obreros del camposanto bajaban los ataúdes con pericia y rapidez. No había tiempo que perder, solo en Santa Rita se oficiaron ayer al menos 30 entierros. Las capillas estaban llenas: además de Santa Rita, el gimnasio adonde fueron trasladados los cuerpos después de la tragedia sirvió de funeraria para un velorio colectivo.
Después del alboroto del domingo, un silencio perturbante arropó ayer a Santa María. Era el momento de los familiares de dar el último adiós a sus seres queridos. Varios cuerpos fueron velados en otras ciudades al sur de Brasil.
Paralelamente, la Policía anunció el arresto de uno de los dueños de la discoteca Kiss de Santa María, de un músico y de otro integrante de la banda musical Gurizada Fandangueira que lanzó fuegos artificiales en el escenario, que, según los bomberos y sobrevivientes, fue lo que provocó el incendio.
La agrupación musical podría ser acusada de homicidio imprudente, informó el comisario Sandro Meinerz, uno de los responsables de la investigación, quien explicó que, aunque el hecho no es doloso, “es culpa de quien usó la pirotecnia”.
El Ministerio Público informó que analiza, además, procesar a los dueños de la discoteca, aunque no es una decisión tomada porque la investigación continúa todavía.
“La banda estaba en el palco y comenzó a usar fuegos, y de repente pararon el ‘show’ y apuntaron un fuego [pirotécnico] hacia el techo. Ahí comenzó el fuego, era leve, pero en cuestión de segundos comenzó a crecer”, contó Michele Pereira, uno de los sobrevivientes de la tragedia, al diario Folha. “Los integrantes del grupo (…) intentaron inicialmente apagar las llamas con agua y después con un extintor. No sé si no consiguieron manipular el extintor, pero el fuego y el humo se expandieron rápidamente”, detalló, a su vez, Ingrid Goldani, empleada del local.
Al menos al inicio, la puerta de salida fue bloqueada por agentes de seguridad que pretendían que la gente pagara la entrada antes de salir, según sobrevivientes.
En medio de una nube negra de humo tóxico, el pánico se apoderó de cientos de personas que se pisotearon entre ellas: vivieron “una película de terror”, indicó Kelly Rebello da Silva, una estudiante de química, de 21 años, que sobrevivió.
El permiso de los bomberos para que la discoteca funcionara estaba vencido desde el pasado agosto, según la Policía y los bomberos. Pero los dueños de la discoteca aseguraron que “todo estaba en regla” y que lo ocurrido fue “una fatalidad”.
Se reaviva debate
La tragedia reavivó el debate en torno a la capacidad logística del país para albergar citas deportivas multitudinarias, como el Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.
Al comentar el tema, el analista deportivo Juca Kfouri afirmó que, pese a que “tragedias ocurren en cualquier parte”, el incendio en la discoteca pone en evidencia un problema grave: “En Brasil la gente cuida más de los detalles que de lo que es esencial”.
El columnista del diario Folha de Sao Paulo consideró “irónico” que la tragedia en la ciudad de Santa María haya ocurrido en el mismo día previsto para la inauguración oficial del primer estadio brasileño para el Mundial, el Castelao, en la nororiental ciudad de Fortaleza.
Pero el único impacto de la tragedia sobre el Mundial, hasta ahora, fue la cancelación de un acto festivo programado para ayer, para celebrar los 500 días que faltan para el inicio de la cita: “Todo Brasil está triste por lo que ocurrió... No es hora para fiestas”, dijo Rebello.
El secretario general de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA), Jerome Valcke, tampoco vio en el incendio una señal de alerta frente al Mundial, y se limitó a lamentar la tragedia: “También soy padre y no puedo imaginarme lo que están sintiendo”.