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Ecuador, 23 de Diciembre de 2024
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“Diálogos abreviarán el conflicto”

¿Quién es? Nombre completo: Antonio Navarro Wolff. Profesión:Ingeniero. Nacionalidad: Colombiana. Fecha de nacimiento: 9 de julio de 1948. Trayectoria: Gobernador, alcalde y ministro

Antonio Navarro, actual vocero del Movimiento Progresista de Colombia, considera que las negociaciones de paz entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) avanzan positivamente y llegarán a buen término.

En una entrevista concedida a Spondylus, boletín de la Universidad Andina Simón Bolívar (UASB), Navarro explica que los diálogos de paz son necesarios pese al aparente debilitamiento del grupo armado.

Tras 22 años de la firma de la paz con el M-19, hace un par de décadas, ahora Colombia se enfrenta a otra negociación con un movimiento armado. ¿Significa que el camino por la vía de las armas no va? ¿Significa también que este grupo guerrillero se ha convencido, finalmente, que no puede gobernar el país alzado en armas?

Sin duda alguna, el camino de las armas no va en la América Latina de hoy… eso fue en los años 50, 60 ó 70 con la Revolución Cubana, después los sandinistas, los salvadoreños; ahora, tras haber ganado las elecciones están gobernando Los Tupamaros, en Uruguay, y una ex guerrillera, en Brasil. Definitivamente, el camino de las armas no va y esperamos que las FARC lo hayan entendido. Cuando intentaron la negociación pasada entre 1999 y 2001, yo creo que pensaban que sí podían llegar al poder, extrapolaron sus victorias militares pensando que iban a llegar al poder.

Esta decisión de participar en una negociación de paz coincide con las muertes de sus jefes máximos: Marulanda, Reyes... ¿Es una mera coincidencia o realmente se refleja un debilitamiento del grupo armado?
Las FARC llegaron a tener un estimado de 20 mil hombres de fusil, hace 12 ó 13 años. Hoy, según inteligencia militar, tienen alrededor de 8 mil, es decir que hay una disminución a la mitad. A su cúpula nunca la habían tocado en la historia, sus hombres se morían de viejos, de muerte natural. En los últimos años, cuatro de esa cúpula murieron en acciones de guerra del Ejército colombiano, de manera que, indudablemente está demostrándose que esa idea de hace 12 años de llegar a la victoria militar está desdibujada y que, por el contrario, son vulnerables y pueden recibir golpes importantes del Estado.

Esto ha llevado a otra reflexión, hay sectores militares que piensan que para qué se negocia un proceso de paz, que es mejor derrotar a la guerrilla, que para qué hacer concesiones...
Yo estoy convencido de que esa posible derrota de la guerrilla tomará otros 10 ó 15 años y ya tenemos costos enormes, así que una negociación de paz es una manera de abreviar un proceso de esa naturaleza en beneficio de mucha gente que sufre en un conflicto de estos y en beneficio de la posibilidad de que Colombia invierta una gran cantidad de dinero en desarrollo social y desarrollo humano.

De todos los puntos que contiene el acuerdo de paz y que desde luego son complejos y difíciles, al parecer, el más neurálgico es el referente a la política agraria. ¿Considera usted que este punto podría frenar las negociaciones?
Es un punto muy importante, está ligado a la historia de las FARC pero también a la realidad colombiana, los más pobres entre los pobres, los más marginados entre los marginados, los más olvidados entre los olvidados son los campesinos de zonas marginales, entonces ¿dónde está el conflicto? Existe una necesidad del país de poner esto en el centro del interés nacional y las FARC quieren ser el dueño político y llegar a los sectores marginales. Pero no es el único punto, existe la participación en política de los desmovilizados, eso debemos considerarlo como una condición indispensable para que haya un proceso de paz exitoso, pero hay la dificultad de que ahora en la Corte Penal Internacional, Colombia es firmante del estatuto de Roma, que prohíbe indultos, amnistías o perdones judiciales de libre naturaleza para crímenes de lesa humanidad.

¿Qué consecuencias podría suscitar una potencial firma de la paz entre el Gobierno colombiano y las FARC al resto de países de la región y también sobre las relaciones bilaterales?
Creo que las relaciones con la región mejorarían indudablemente. Yo estuve como gobernador de Nariño por cuatro años, ahí tenemos 1.500 guerrilleros de las FARC más ELN y paramilitares y puedo decir que las organizaciones paramilitares son más fáciles de combatir, las FARC son  más duros. La desmovilización de las FARC no va a terminar el conflicto porque hay narcotráfico, hay cultivos ilícitos, hay delincuencia común organizada pero sí mejora las posibilidades de ir desmontándolo gradualmente, no va a ser de un día a otro la finalización de la violencia pero el Estado colombiano va a poder ser  más eficiente en el futuro desmontando todas esas formas delincuenciales y, sin duda alguna, eso  ayudará a la región.

Por último, ¿el proceso posconflicto que usted menciona implicaría quizá la educación o la capacitación de los exguerrilleros?
Claro, la incorporación de los guerrilleros aún en las estructuras de fuerza pública. Quién conoce mejor las trochas que un guerrillero, los puntos vulnerables de una región, etc., entonces al entrenarlos y cambiarles el “chip” van a actuar en defensa del Estado y de la sociedad. Yo sí creo que un proceso de esta naturaleza -si sale bien- y el posconflicto sale bien, en 10 años va a cambiar la situación de Colombia y de manera importante.

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