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Ecuador, 26 de Diciembre de 2024
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Cuestionan el liderazgo de Humala en la Unasur

Durante las trece horas que el presidente de Bolivia, Evo Morales, pasó en la terminal aérea de Viena, las voces de apoyo se acumularon a su alrededor como una avalancha que crece sin remedio. De igual modo se extendía una crisis inusitada que pondría tensión en las relaciones entre Europa y Latinoamérica. Su inicio estaba marcado horas antes: la noche del 2 de julio, el avión presidencial que transportaba a Morales en su retorno desde Moscú fue impedido de cruzar el espacio aéreo francés, italiano, español y portugués, aduciendo que en esa nave estaba siendo transportado Edward Snowden, exanalista de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA), de tránsito en el aeropuerto moscovita.      

Esas voces alcanzaron ecos representativos: a las cinco de la mañana del 3 de julio el presidente ecuatoriano Rafael Correa advertía la gravedad del impase y aseguraba que, junto con Ollanta Humala, presidente pro témpore de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), se trataba de organizar una convocatoria a los presidentes de la organización, para articular un rechazo colectivo a lo que Correa calificó como una “afrenta a toda nuestra América”. Durante toda esa jornada, en Lima crecía el rumor de que, en efecto, de un momento a otro se realizaría un llamado a los doce representantes de los Estados que conforman la organización del sur del continente. Un síntoma de aquello fue el comunicado emitido en la mañana, en el que la Unasur expresaba su reclamo a la comunidad internacional por haber retirado los permisos de sobrevuelo y aterrizaje para la aeronave que transportaba al presidente boliviano. La solidaridad y la demanda de esclarecimiento de tales hechos cerraban ese documento, en el que nada se decía sobre la posible convocatoria a los jefes de Estados.

“El comportamiento de Humala frente a la Unasur obedece también a elementos estratégicos”De forma paralela, la voz del presidente Humala se hizo oír desde Palacio: su solidaridad hacia Morales se enmarcaba en la consideración de “acto inamistoso” al realizado por los países europeos, los mismos que deberían dar –de acuerdo a Humala- una explicación clara del porqué de sus acciones. “El Perú se siente indignado”, señaló el mandatario. Ya en la tarde, y mientras se confirmaba la llegada de Evo Morales a su suelo natal, se definía la organización de la Reunión de Cochabamba (en Bolivia), en la que los mandatarios del sur del continente expresarían su  respaldo y solidaridad con el presidente boliviano. Eda Rivas, titular del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, señaló que esa reunión no estaba convocada expresamente por la Unasur, sino que se trataba de una cita de desagravio organizada por los presidentes de Ecuador y Argentina, en claro distanciamiento con esa iniciativa.

Para Víctor Andrés García Belaunde, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso Peruano, la respuesta a este tipo de agravio ha debido ser, desde el principio, colectiva. “América del Sur, la Comunidad Andina, el Perú, tienen que protestar, porque no es posible que países europeos, altamente desarrollados, tengan estas políticas de vejamen y de maltratos a presidentes soberanos, como es el presidente de la hermana República de Bolivia”. A cambio, solo seis de los doce mandatarios integrantes del organismo surcontinental, acudieron al llamado.

Para Alberto Adrianzén, vicepresidente del Parlamento Andino, aunque la respuesta de rechazo ha sido generalizada entre los países del sur, no se ha concretado en una voz unitaria como la de Unasur. “Comparto las apreciaciones del presidente Correa cuando señala divisiones internas que impiden avanzar al organismo como debería, sin embargo, rescato el rechazo que cada uno de los gobiernos expresó ante este impase”. La razón de esas divisiones podría estar asentada, de acuerdo a Adrianzén, en diversas circunstancias que definen el comportamiento político de los países. “Las relaciones de Estados Unidos con Chile y Colombia son fuertes, no olvidemos que Colombia acaba de firmar un memorando de entendimiento con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), un caso único en la región”, indica.

La cita de Cochabamba terminó con un comunicado que invita a los países ausentes, entre los que cuentan Chile, Colombia, Brasil, Paraguay y Perú, a que se adhieran a la voz colectiva en busca de mayor fortaleza en el reclamo.

El Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú señaló que esa reunión no estaba convocada por UnasurEsa conclusión abierta, representa también la mecánica interna de Unasur que ha sufrido críticas desde su origen: el organismo se rige por consensos ante los que apenas hace falta que un país se oponga a una reunión para que esta no se concrete, a pesar de que la mayoría así lo requiera. Pero, entre las voces se ha distinguido también parte de esta falta de convocatoria al papel de Humala al frente de la organización: su justificación para no viajar residió en temas de agenda interna que no podían esperar. “No descarto un comportamiento pasivo del presidente pro témpore del organismo, así como dejó en evidencia esos problemas de la mecánica interna del funcionamiento organizativo”, indica Adrianzén.

Para el sociólogo Rodrigo García, el comportamiento de Humala frente a la Unasur obedece también a elementos estratégicos: “en esos días el país tenía marchas por la Ley Estudiantil, la Ley de Servicio Civil, rumores de cambios ministeriales y la figura de Humala enfrentaba una baja constante en las encuestas, no le iba a sumar un problema más al panorama que ya tenía enfrente”, indica. Lo que García entiende por “problema”, tiene que ver con comentarios generados tras la última reunión de Unasur organizada por Humala con motivo de las elecciones venezolanas. Entonces, los medios de comunicación, voces de amplio alcance en la sociedad peruana, cuestionaron duramente lo que consideraron como una “legitimación de la dictadura”, en referencia al modelo político chavista.

No deja de ser llamativo, sin embargo, el efecto que estas ausencias han generado en el debate sobre el alcance y liderazgo de Unasur. “Creo que está en debate la construcción del organismo como unidad global de América del Sur, espacio en el que ahora mismo conviven dos corrientes: la primera, interesada en generar este tipo de unidad en busca de un peso mayor en las relaciones internacionales, y la segunda más integrada a lo que se ha denominado una Alianza del Pacífico, que tiene como estrategia generar una relación de entendimiento claro con los Estados Unidos”, indica Adrianzén.

De este modo, el debate se abre frente a un panorama que cada día resulta más revelador. Países como Brasil y Colombia han confirmado haber sido víctimas del espionaje norteamericano, lo que alimenta esta discusión. “Es necesaria una respuesta más unitaria como países, esto recién empieza, no creo que se vaya a enfriar, pues se acaba de revelar que los Estados Unidos, en claro uso de una política colonial, no solo espiaban por seguridad nacional sino por asuntos comerciales y económicos, eso es más complejo pues estarían cuidando sus capitales alrededor del mundo eso requiere una respuesta más unitaria”, concluye Adrianzén.

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