Se registra empate técnico entre las dos principales candidatas para el balotaje del 26 de octubre
Cuatro expresidentes salen al ruedo en la campaña electoral brasileña
Los principales candidatos a la presidencia de Brasil han comenzado a jugar el póker de los cuatro exmandatarios de la historia reciente del país para intentar sumar apoyos y votos en la recta final de la campaña.
Son José Sarney (1985-1990), Fernando Collor de Mello (1990-1992), Fernando Henrique Cardoso (1995-2002) y Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010).
Lula salió al ruedo para buscar votos para la reelección de su delfín, Dilma Rousseff, y Cardoso hizo lo propio por Aécio Neves, a la vez que “coquetea” con la sorpresa de la campaña, Marina Silva, que ha ganado la simpatía de la clase media tradicional y de los mercados financieros.
A casi dos semanas de las elecciones del 5 de octubre próximo, Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), se recuperó, de acuerdo a una encuesta de la empresa Datafolha del jueves por la noche, y lidera con 38 puntos, contra 30 de Silva, del Partido Socialista Brasileño (PSB) y 17% de Neves, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB). Para el balotaje del 26 de octubre se registra empate técnico entre Rousseff y Silva, según el sondeo.
“Estamos luchando contra gigantes”, le dijo a EL TELÉGRAFO uno de los coordinadores de la campaña de Marina Silva, quien avanzó como rayo en las encuestas y se posiciona como la gran amenaza para el PT en el Gobierno de Brasilia.
Silva, exministra de Ambiente de Lula y enfrentada con la industrialista Rousseff en aquellos años, se convirtió en candidata presidencial luego de la muerte de Eduardo Campos, de quien era aspirante a vice, el 13 de agosto en un accidente aéreo en la ciudad de Santos.
Uno de los “gigantes” que Silva enfrenta es su exjefe político Lula, quien encabezó una marcha en Río de Janeiro con sindicalistas para “defender a Petrobras”, la empresa estatal de petróleo.
Es que la ecologista Silva ha dado señales de que la industria petrolera puede disminuir en su gestión. Sin embargo, su gran popularidad radica en su slogan ‘Voy a gobernar con los mejores’. Y destaca la estabilidad de corte neoliberal del gobierno de Cardoso con la pata social de la gestión de Lula.
Transpirado, recuperado de su cáncer en la garganta y en la reserva para ser candidato el PT en 2018, Lula dijo enfrente de Petrobras, empresa involucrada en un escándalo de desvío de dinero por parte de un director que está preso actualmente: “Marina debería callar a sus economistas, porque su programa de gobierno está hecho a 500 manos”.
Silva denunció que el PT la maltrata como maltrataban a Lula durante las campañas electorales por ser un obrero metalúrgico: “Doña Marina no necesita decir mentiras para referirse a mí, que llore por otras cosas. No voy a hablar mal de Marina, pero ella tuvo todos los cargos en el PT y ahora habla mal del PT”.
“Yo elegí a Dilma”, subrayó Lula para separarse de Marina Silva, una dirigente histórica del PT que nació en el estado amazónico de Acre y que dio un portazo a su gobierno y al partido cuando Rousseff había sido bendecida por el “dedazo” del líder para su sucesión.
En medio de un discurso antipolítico que hizo frotar las manos a los mercados financieros y a la clase media tradiciolmente anti-lulista, el PT comparó a Marina Silva en su propaganda de TV a mandatarios que se declaraban “salvadores de la patria” y paladines anticorrupción, como Janio Quadros (quien renunció en 1962) y Fernando Collor de Mello, quien lo hizo en 1992 antes de ser sometido a juicio político por el Congreso.
Collor de Mello, que instaló en su corto mandato la apertura económica en 1990, actualmente es senador y forma parte de la coalición del gobierno, luego de haber sido el gran enemigo de Lula en los comicios de 1989.
Otro oficialista a favor de Rousseff es el senador expresidente José Sarney (1985-1992), un dirigente conservador del norte del país que domina parte del Partido del Movimiento de la Democracia Brasileña (PMDB), que gobierna en coalición con el PT. “Que Dilma se quede con Sarney”, disparó Silva sobre el expresidente que es resistido por las clases medias y juveniles de los grandes centros urbanos por representar a lo más conservador de la llamada “vieja política”.
Rousseff defendió la alianza con Sarney y destacó su “contribución al país” por comandar la transición tras el fin de la dictadura militar.
El exmandatario, a quien la prensa le atribuye hacer acuerdos con Lula para que su partido consiga puestos clave en empresas públicas, cargó contra Marina Silva y su prédica evangélica. “Con esa cara de santita es muy radical, rabiosa, con voluntad para el odio. Cuando ella llama al diálogo es para convertirlo a uno”, comentó Sarney, quien calificó a Rousseff como “una mujer con comando”.
Sarney, que convivió con Marina Silva 16 años en el Senado, dijo que la candidata opositora “piensa que el mundo tiene dos partes, una condenada a la salvación y otra a la perdición”.
La cuarta carta del póker de expresidentes involucrados en la campaña es la de Cardoso, el sociólogo que comandó el proceso de estabilización del cambio en el 90 al ritmo de las privatizaciones y de la incorporación de una agenda de recorte del gasto para controlar la inflación.
El coautor de ‘Teoría de la Dependencia’, líder natural del PSDB, ha dicho públicamente que su candidato Neves debe dejar de golpear a Marina Silva y concentrarse en Dilma Rousseff. Es que el PSDB, en el estado de Sao Paulo, el más estratégico del país, es socio del PSB de Marina Silva y podrían compartir poder en caso de que la exdirigente ambientalista llegue al Palacio del Planalto.
Cardoso dijo recientemente en un desayuno en Nueva York, organizado por la banca JP Morgan, que su partido será socio de Marina Silva en caso de segunda vuelta para sacar del poder a los laboristas del PT.
Con el riesgo de que desaparezca del mapa nacional el PSDB con un posible tercer puesto en los comicios, Aécio Neves, exgobernador de Minas Gerais, ve cómo sus dirigentes lanzan mensajes de conciliación con la ecologista. “Mucha gente quiere cambiar por los errores de Dilma y de Lula. Y con segunda vuelta hay muchas chances de la alternancia en el poder. No tenemos que antagonizar con Marina, nuestra rival es Dilma. Es necesario cambiar de gobierno y estar unidos”, afirmó.
Elogió a Neves por su “experiencia administrativa, capacidad y fuerza para gobernar a Brasil”.