Un año de crisis nicaragüense
Madelaine Caracas, de 20 años, hace 12 meses que no ve a su mamá. A mediados de abril de 2018 cursaba el último año de la carrera de Comunicación, pero cuando las protestas universitarias estallaron en Managua contra las medidas del Gobierno dejó su mochila. Se sumó a los jóvenes que se enfrentaban a pedradas a la Policía que disparaba balas de fusiles AK-47.
El 16 de mayo de 2018, en la primera sesión del infructuoso diálogo nacional con el Gobierno, Madelaine leyó los nombres de sus compañeros fallecidos en las universidades por la represión policial, frente al presidente Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo. Semanas después huyó y se exilió en Costa Rica, país que refugia en los últimos meses a 50.000 nicaragüenses.
La historia de Madelaine, que se ofreció al diario alemán DW, retrata el drama de miles de jóvenes. El conflicto social que exige la renuncia de Ortega, con 12 años en el poder, y elecciones democráticas registra 325 muertos, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
No obstante, los organismos humanitarios locales consideran que en las protestas murieron 568 personas, aunque el Ejecutivo reconoce que solo son 199. Madelaine huyó porque hay 809 “presos políticos” y cientos de desaparecidos en el marco de la crisis.
Las protestas
Nicaragua cumplió el jueves 18 de abril en silencio un año de “insurrección cívica” contra Ortega, acusado por la oposición y por la CIDH de mantener al país en un “estado de excepción”.
Aunque tenían convocatoria en las calles, las manifestaciones se suspendieron, ya que en vísperas se desplegó un amplio dispositivo policial en Managua que desembocó en detenciones.
En medio de la celebración de Jueves y Viernes Santo, la opositora Unidad Nacional Azul y Blanco pidió participar en las actividades religiosas de Semana Santa como acto de rebeldía y una forma de preservar la seguridad de los manifestantes. (I)