Crisis legislativa en Irak tras el retiro de un grupo laico
Irak entró ayer en una de sus peores crisis políticas con la decisión del bloque laico Iraqiya de suspender su participación en los trabajos del Parlamento, coincidiendo con la retirada de los últimos soldados estadounidenses.
“Como ya no podemos guardar silencio sobre la manera en la que se está administrando el Estado (...), el bloque Iraqiya suspende su participación en el Parlamento a partir del sábado”, indica el partido en un comunicado.
Iraqiya “llama a la apertura de una mesa redonda para encontrar una solución con el objeto de apoyar la democracia y las instituciones civiles”, añade el comunicado.
La formación Iraqiya, segundo grupo parlamentario con 82 diputados, tras los 159 de Alianza Nacional, coalición de partidos religiosos chiitas, fustigó la política del primer ministro, Nuri al Maliki.
El partido acusó además al gobierno de haber “colocado tanques y vehículos blindados ante las residencias de dirigentes de Iraqiya en la Zona Verde”, el sector protegido en el que viven los principales líderes políticos del país y donde se encuentran las oficinas del jefe del gobierno y las embajadas estadounidense y británica.
Según la formación, “esta manera de actuar empuja a la gente a querer librarse de la mano de hierro del poder central, más aún cuando la Constitución los autoriza a ello”, refiriéndose a los recientes votos en favor de la autonomía en provincias de mayoría sunita, como Anbar, Salaheddin y Diyala.
La decisión de Iraqiya coincide con la retirada de los últimos soldados norteamericanos tras cerca de nueve años de presencia en Irak.
El jefe del bloque partidario del clérigo chiita Moqtada Sadr en el Parlamento, Baha al Araji, afirmó que su formación mediará para hacer cambiar de opinión al partido Iraqiya. “Estamos embarrados en una batalla marginal en lugar de prepararnos para el día de la retirada de las fuerzas extranjeras”, expresa.
Los sunitas, que se consideran perjudicados por el gobierno de mayoría chiita, se ven ahora dominados por una tendencia centrífuga que los lleva a querer gestionar sus regiones de forma autónoma, como ya hacen los kurdos.