Conflictos armados dominan el escenario mundial en 2014
2014 inicia con una serie de conflictos abiertos que concentrarán la tensión durante este año, según destacan los expertos.
Para empezar, la crisis en Siria entra en su tercer invierno y hay pocos indicios de que se detendrá en un corto plazo, independientemente de las esperanzas puestas en la segunda conferencia de Ginebra prevista para el próximo 22 de enero.
El avance diplomático de septiembre sobre las armas químicas sirias y su posterior proceso de destrucción ha tenido poco impacto en el campo de batalla, donde la violencia continúa, cada vez con peores consecuencias humanitarias. Al menos 60.000 personas han muerto en Siria desde que estallara la revuelta popular contra el régimen de Bashar al-Assad en marzo de 2011.
El presidente del Instituto ruso de Oriente Medio, Yevgueni Satanovski, está seguro de que la guerra civil siria continuará en 2014. “Este año se celebrarán elecciones, en las que Bashar al-Assad tiene todas las posibilidades de vencer. De este modo, Siria será un país con una guerra civil de baja intensidad, pero sangrienta y extremadamente cruel, sin concesiones por ninguna parte”, resume el experto.
En tanto, en Afganistán, la continua insurgencia de los talibanes, que no consigue ser aplastada por un Ejército nacional aún incipiente, hace de 2014 un año crucial para el país. El experto Anatoli el Murid asegura que es inevitable una escalada de la violencia.
“Parece que la situación está a punto de repetirse. La retirada de Estados Unidos de Afganistán sin duda estará acompañada por una ‘reencarnación’ de los talibanes, que se están preparando para regresar al poder”, comentó el politólogo al portal GlobalConflict.
Hasta 15.000 efectivos extranjeros podrían permanecer en Afganistán después de 2014 si se firma el pacto de seguridad con Estados Unidos, que debe establecer el carácter de las relaciones entre los dos países después de la retirada de las tropas estadounidenses.
En otro escenario, la cantidad de víctimas mortales en Irak alcanzó en 2013 los 7.818 civiles y 1.050 miembros de las fuerzas de seguridad, el nivel más alto en 5 años, según la ONU. La violencia en este país, rico en petróleo y gas y con una ubicación geopolítica ventajosa, escaló a partir de abril de 2013, cuando el Gobierno chiíta desalojó un campamento sunita que protestaba contra el Ejecutivo, causando varias muertes.
Según varios expertos, para poner fin a la violencia dentro de este país, el Gobierno iraquí debe cambiar su enfoque radicalmente: debe atraer a los sunitas iraquíes de nuevo a su lado para que vuelvan a participar en el proceso político y en su lucha contra Al Qaeda y mejorar sus propias fronteras. Además, el próximo año es probable que veamos más entrelazados los conflictos de Irak y Siria a medida que el conflicto sirio debilita al Estado iraquí erosionando sus fronteras. Bagdad ayuda abiertamente a Damasco con el fin de evitar la ola islamista en su territorio.
Libia, por su parte, continúa sumida en el caos tras la intervención occidental en el país en 2011 y el derrocamiento de Muamar Gadafi no dio paso al clima político conciliador que muchos esperaban. Aún no se ha formado el cuerpo que tendrá que dedicarse a la redacción de la Constitución, se han producido varios intentos de asesinato contra el actual primer ministro, Abderrahim al Kib, y la gente tiene cada vez menos confianza en las instituciones gubernamentales.
“En Libia, situaciones como que unos hombres armados puedan sacar de su residencia al primer ministro y llevarlo a una dirección desconocida son normales. Este país ya no existe. Y esto explica por qué algunas provincias libias ya anuncian su autonomía y eligen a sus propios presidentes”, comentó el politólogo Yevgueni Satanovski.
En tanto, Irán y el Sexteto lograron en noviembre pasado, en Ginebra, un acuerdo acerca del programa nuclear del país persa. No obstante, hay una serie de países no interesados en el cumplimiento de las condiciones de este acuerdo, como Israel, Arabia Saudita y Catar, entre otros, y nadie puede garantizar que se respete lo pactado.
En África Oriental también persiste la violencia. En Sudán del Sur existe una inédita rivalidad armada entre los miembros de las etnias dinka, a la que pertenece el presidente, y nuer, a la que pertenece el exvicepresidente, acusado de golpista por el primer mandatario. El país está ante el abismo de una brutal guerra civil, los combates han forzado a decenas de miles de personas a abandonar sus hogares y buscar refugio en los campos de la ONU. “Mientras los dinka y los nuer tenían que luchar contra un enemigo común, Sudán del Norte, estaban unidos. Tan pronto como Sudán del Sur obtuvo la independencia, comenzó lo mismo que se inicia en cualquiera de esos nidos de reptiles compinches: ¿quién va a compartir el dinero por el petróleo y quién será el líder principal?, es lo que les preocupa”, indicó el politólogo Yevgueni Satanovski.
Por autorización del Consejo de Seguridad de la ONU, un total de 12.500 soldados extranjeros fue desplazado a este país africano.
Mientras tanto, en la vecina República Centroafricana continúan los enfrentamientos entre los rebeldes y los miembros de Seleka, que se convirtió en una asociación descentralizada formada por una pluralidad de células separadas, que en marzo de 2013 se apoderaron del palacio presidencial en Bangui y se hicieron con el control sobre toda la capital del país. El jefe de Estado, François Bozizé, se vio obligado a abandonar el país rumbo a la República Democrática del Congo.
La ONU autorizó la intervención militar en el país para restablecer la seguridad y proteger a los civiles.
El analista político Maximiliano Sbarbi Osuna destacó que la intervención occidental se debe, ante todo, al interés de las potencias de defender sus intereses, y no al pueblo. Actualmente, las minas de oro, diamantes, uranio y cobalto de la República Centroafricana están controladas por empresas francesas y estadounidenses.
La situación en Asia Oriental
La situación entre China, Japón y Corea del Sur también está cada vez más tensa.
En noviembre pasado China amplió unilateralmente su zona de defensa aérea sobre las islas Senkaku (Diaoyu para China), que Pekín reclama aunque estén administradas por Tokio. Como consecuencia, Japón denunció la violación de su soberanía marítima por parte de China. Casi a la vez Corea del Sur anunció la ampliación de su zona de defensa aérea al islote disputado Roca Socotra, que se encuentra en la esfera de los intereses surcoreanos, japoneses y chinos.
En medio de las disputas diplomáticas, China está estudiando una reorganización de sus siete zonas militares para reducirlas a cinco con el objetivo de responder más rápidamente a una crisis. Japón, a su vez, anunció que revisará su Constitución, que desde el final de la Segunda Guerra Mundial limita sus actividades militares a la legítima defensa.
Existen muchas especulaciones acerca de si habrá una guerra entre los tres países. Así, el experto militar japonés Buntaro Kuroi afirmaba en el periódico Nikkan Spa que Japón perderá la guerra contra China si continúa subestimando las capacidades del Ejército chino de Liberación Popular, según recoge el diario chino Want China Times.
Las dos Coreas también mantienen una permanente tensión, incluso el líder norcoreano Kim Jong-un aprovechó su mensaje navideño para advertir que una nueva guerra en la península podría desatar un desastre nuclear.