El ex presidente estadounidense, Bill Clinton, emergió la noche del miércoles como la estrella de la Convención Demócrata tras dar un vibrante discurso en el que realizó la más clara defensa de la gestión de Barack Obama y la más dura y coherente refutación de las principales propuestas republicanas en los asuntos cruciales , como la deuda pública o la reforma sanitaria.

Clinton, que mantiene un gran nivel de popularidad en Estados Unidos, desplegó todas sus dotes de orador, arrancando sonrisas entre el público con su peculiar humor, improvisando a menudo, pero sin desviarse de su principal tarea: pedir a los ciudadanos que otorguen a Obama otros cuatro años de confianza en los comicios del 6 de noviembre.

El propio Obama disfrutó entre bastidores de su parlamento y no dudó en subir al escenario para agradecer a Clinton su apoyo. Ante la mirada de 15.000 delegados que gritaban, reían y lloraban, ambos se fundieron en un abrazo, creando una de las escenas más significativas de la Convención Demócrata.

El discurso fue un cambio sustancial respecto a las tensas relaciones que tenían los dos políticos hace cuatro años, cuando Obama le ganó las primarias a la mujer del ex presidente, Hillary Clinton. Pero el miércoles, las diferencias del pasado dieron paso a la unidad.