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Los comicios locales y autonómicos de españa se efectuarán el 24 de mayo

Ciudadanos, un ‘experimento creado por la derecha española’

Líder del partido político español Ciudadanos, Albert Rivera, presenta el programa económico de su lista en Madrid. Foto: AFP
Líder del partido político español Ciudadanos, Albert Rivera, presenta el programa económico de su lista en Madrid. Foto: AFP
11 de abril de 2015 - 00:00 - Gorka Castillo. Corresponsal en Madrid

Las encuestas en España pronostican que Ciudadanos, partido político que floreció en 2014 entre las ruinas de la crisis, puede convertirse en el juez de los comicios locales y autonómicos que se celebrarán el próximo 24 de mayo. El mensaje casi apolítico de la formación y la habilidad de su joven líder, Albert Rivera, para combinar ideas y abarcarlo todo, desde lo neoliberal a la limpieza del sistema hasta la lucha contra corrupción, colocan a este partido como la opción oxigenada de la derecha para competir en los nuevos tiempos de Podemos. El problema es que la incontinencia verbal de los novatos puede terminar arruinando tan cuidada imagen.

Algo debió de ocurrirle el viernes de pasión a Carlos López, coordinador de las juventudes de Ciudadanos en Madrid hasta el domingo de resurrección, para recordar los comentarios racistas vertidos contra catalanes y latinoamericanos en 2012, y anunciar que su renuncia al cargo es un acto de contrición. La realidad es que sus reiteradas consignas xenófobas colgadas en las redes sociales se habían convertido en un dolor de cabeza para la emergente fuerza política española. “Escuchar durante más de 15 minutos una conversación en acento latino es perjudicial para su salud y la de los que están a su alrededor”, escribió en una ocasión el angelito en su cuenta de Twitter. No fue la última.

López se ha destacado en los últimos dos años por mostrar al público los incontables escrúpulos que habitan en su cabeza. Apasionado seguidor del Real Madrid dejó constancia de su opinión sobre la afición del FC Barcelona en un lance del Clásico: “Me parece descarada la imparcialidad de las cadenas de sudacas a favor del Barcelona. Que no era mano decía el hijo de puta”. Esta fue su anteúltima reflexión. La definitiva llegó unos minutos después al asegurar que “solo hay algo peor que un catalán y no es un gabacho (francés), es otro catalán”. Lo que resulta grave es que la formación de Albert Rivera, catalán de nacimiento, haya tolerado más de dos años estos insultos xenófobos sin mover un músculo. Por fin, la semana pasada, cuidándose de levantar desagradables polvaredas, le señaló con el dedo la puerta de salida.

Para un aspirante a cuarta fuerza política en las próximas elecciones como Ciudadanos, Carlos Martín era una pesadilla incontenible. “Es una persona sin ningún cargo y hoy se ha procedido a darle de baja como afiliado. No era nada -en el partido-, explicó este sábado uno de los portavoces del partido. Sin embargo, Ciudadanos Madrid lo felicitó con un mensaje efusivo de despedida en su cuenta de Twitter por “su gran trabajo en el Departamento de Jóvenes. ¡Ciudadanos como tú comprometidos para ti!”.

Esta reacción no ha causado mucha sorpresa. El emergente partido ya ha tenido oportunidad de demostrar sus inclinaciones políticas al votar a favor de la retirada de la tarjeta sanitaria a migrantes sin permiso de residencia en España y al negarse a condenar la dictadura franquista. Tampoco cuestiona el modelo económico que ha arrastrado al país a una crisis histórica. La formación de Albert Rivera siempre se presenta a sí misma como la encarnación de la modernidad y la regeneración que pide el pueblo pero “sin los sobresaltos y temores que despierta Podemos”. El filósofo Santiago Alba Rico aseguraba en conversación con EL TELÉGRAFO que Ciudadanos no es otra cosa que “un submarino de la derecha creado en laboratorio para contener el crecimiento de la izquierda”.

Pero este partido no se parece en nada a Podemos. Y su líder, Albert Rivera, es la antítesis de Pablo Iglesias. Surgió en 2006 en Cataluña y, de la nada, ha logrado concentrar el voto de la indignación y el descontento existente entre las clases altas de la sociedad. Su deseo es conquistar el centro político. Así sorprendió en las elecciones europeas del pasado año y repitió el éxito en los comicios andaluces. Las encuestas le otorgan ahora un porcentaje de voto entre el 8% y 10%, es decir, una representación parlamentaria inimaginable hace un año, por encima de Izquierda Unida.

En Cataluña, es identificado como un partido de centro-derecha y Rivera, como un burgués de derecha a secas con apoyos de los sectores ultras de la sociedad. Sus seguidores comienzan a verlo “como el Felipe VI de la política”, al igual que el nuevo monarca ha sostenido en España el descrédito de la institución, ya que Rivera está llamado a salvar el sistema actual de “imprudentes como Pablo Iglesias”. Los medios de comunicación más importantes de España, con el diario El País a la cabeza, están a muerte con él.

Pero sus detractores recuerdan a este joven abogado barcelonés su paso -más o menos fugaz- por las Nuevas Generaciones del PP y suelen preguntarle si, en un supuesto ejercicio del poder, aplicaría el programa económico que su partido presentó en Madrid hace unos días -nueve folios y medio- de la mano de Luis Garicano, un liberal de la London School of Economics a quien Rivera presenta como “el aval que tranquiliza a las grandes empresas y al poder financiero”. Una realidad que pone los pelos de punta a Mariano Rajoy.

El dilema es el silencio que muestra cuando le recuerdan que el partido más racista de España, Plataforma per Cataluña, simpatiza con la formación. En el verano de 2013, hubo un importante trasvase de esos militantes ultras a Ciudadanos. De ahí que las frases xenófobas del responsable juvenil del partido en Madrid no haya sido un problema hasta hace poco. El líder, como el excampeón de natación que también fue, sabe cómo guardar la ropa. (I)

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