Países que defienden y se oponen a la caza de ballenas miden fuerza en Brasil
La sexagésima séptima reunión plenaria de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) congregará hasta el viernes en esa ciudad del sur de Brasil a representantes de los 88 países que integran la organización que regula el tratamiento a las ballenas a nivel mundial.
La cita, por los objetivos anticipados hasta ahora por sus miembros, dividirá a los países dependiendo de su apoyo a dos propuestas antagónicas, una de Japón que puede poner fin a la moratoria total de caza a las ballenas tras 30 años y otra de Brasil para crear un santuario para los cetáceos en el Atlántico Sur.
La aprobación de las propuestas, sin embargo, dependerá de complejas negociaciones debido a que la CBI establece que es necesario obtener el voto de tres cuartas partes de sus 88 miembros para establecer cuotas de captura o para crear zonas "santuario" donde la caza de ballenas está prohibida.
La creación del santuario de ballenas de 20 millones de metros cuadrados en el Atlántico sur, por ejemplo, ya ha sido rechazada en anteriores reuniones por no contar con el apoyo suficiente.
En la última cita de la CBI, hace dos años en la ciudad eslovena de Portoroz, la iniciativa lanzada por Brasil y apoyada por Sudáfrica, Argentina, Uruguay y Gabón, y por varias ONG, como Greenpeace y WWF, solo consiguió 35 votos favorables.
Japón, por su parte, ha anticipado que puede solicitar ante la plenaria la reanudación de la caza comercial de ciertas especies de ballena, tras la moratoria total con la que se comprometió como todos los demás países miembros en 1986.
El país asiático quiere que se permita la captura comercial de algunas especies como la ballena minke (rorcual aliblanco), de la que estima que hay un número relativamente abundante de ejemplares.
Ante las dificultades para alcanzar el apoyo necesario para aprobar su iniciativa, Japón también propondrá ante un plenario que estará presidido por su representante, Joji Morishita, una revisión del sistema de toma de decisiones del organismo, para que las mismas no exijan el apoyo de tres cuartas partes de los miembros sino la mayoría simple.
Igualmente pretende proponer la creación de un Comité de Caza de Ballenas Sostenible para que fije cuotas de captura para los países que defienden la pesca comercial. Actualmente Islandia y Noruega son los únicos países que permiten la caza comercial de ballenas, mientras que otros, como Rusia y Groenlandia, permiten la caza aborigen de subsistencia.
Los países contrarios a la caza se oponen a cualquier tipo de propuesta que permita aumentar las cuotas anuales de caza para estos países, así como a la renovación automática de esas cuotas a cada seis años.
Pese a su compromiso con la moratoria, Japón, con la autorización de la CBI, cuenta actualmente con un programa de capturas científicas de ballenas que, alega, tiene por objetivo contribuir a la gestión de los recursos marinos.
Ese programa supuestamente científico es criticada constantemente por otros países y por organizaciones ecologistas, que lo consideran como un sistema de pesca comercial encubierta, ya que la carne de los especímenes estudiados es posteriormente vendida.
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) denunció la semana pasada que Japón, valiéndose de vacíos legales dejados por el programa de caza científica, capturó más de 50 ballenas minke este año en el área marina protegida del Mar de Ross, un santuario en la Antártida creado en 2006 por la CBI.
El Gobierno australiano ya ha anunciado que se opondrá "categóricamente" en Brasil a que se permita cualquier tipo de caza de ballenas, incluso la llamada científica, y que también impedirá cualquier intento de modificar las reglas de votación para facilitar la aprobación de tales propuestas.
Otros asuntos que serán abordados en Florianópolis son los riesgos de la contaminación acústica submarina para las ballenas, los ataques a embarcaciones, el cambio climático y los peligros que representan para los cetáceos las técnicas de pesca conocidas como "engranajes fantasma". (I)