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Cataluña decide su futuro en clima de incertidumbre

Un hombre coloca pancartas informativas para la elección regional catalana, en la escuela ‘Prat de la Mata’.
Un hombre coloca pancartas informativas para la elección regional catalana, en la escuela ‘Prat de la Mata’.
Foto: AFP
21 de diciembre de 2017 - 00:00 - Gorka Castillo. Corresponsal en Madrid

Cataluña celebra hoy las elecciones autonómicas más extrañas, igualadas y tristes de su historia reciente.

Hasta ahora, nunca se habían convocado unos comicios con la Generalitat intervenida por el gobierno español, con candidatos encarcelados o huidos a Bruselas para evitar su entrada en prisión.

Indudablemente, estos condicionantes excepcionales han protagonizado una campaña dividida y tensa en medio de un paisaje político desolador. El otrora motor socioeconómico del Estado está gripado. Como una motocicleta camino del desguace.

Hay un pesimismo cristalino que se palpa en la calle. En Barcelona, casi nadie habla de las elecciones. Salvo los candidatos, claro.

Algunas de las encuestas sociológicas elaboradas al abrigo de los sondeos sobre la intención de voto coinciden al indicar que más del 70% de los ciudadanos catalanes creen que la situación económica general ha empeorado desde la celebración del referéndum independentista del pasado 1 de octubre y el 30% restante opina que no ha pasado nada destacable desde entonces.

El pesimismo catalán se multiplica al intuir que las elecciones de hoy ni siquiera coronarán a los vencedores ni condenarán a los vencidos. Al menos de forma determinante.

Todos los partidos políticos lo saben. Sin cambios en los argumentos que permitan intuir salidas al laberinto en el que se encuentra Cataluña y España más allá del resultado que emane hoy de las urnas.

Las encuestas
Los sondeos pronostican un empate técnico entre los dos bloques irreconciliables, independentistas y constitucionalistas o unionistas, dejando como juez de la contienda a una debilitada Catalunya En Comú, la marca regional de Podemos.

Todo es una gran incógnita. Por no haber no hay ni un favorito a ganar los comicios. Algunas encuestas señalan a Esquerra Republicana (ERC) cuyo candidato a la presidencia es el hoy preso Oriol Junqueras.

Otras destacan el espectacular impulso que el conflicto territorial ha aportado a Ciudadanos, un partido que ha mostrado su perfil más centralista y neoliberal durante los últimos días para laminar al PP y arañar votos a los socialistas más jacobinos.

Su aspirante, Inés Arrimadas, se ha limitado a explicar que su objetivo principal, si resulta ganadora, será desmantelar el independentismo en Cataluña. Pero el régimen político español no es presidencialista y deberá construir pactos postelectorales complicados. Las perspectivas no invitan al optimismo.

Con la autonomía intervenida y sus líderes proscritos, el bloque independentista que forman ERC, el Junts per Catalunya (JxC) de Carles Puigdemont y los anticapitalistas de la CUP parecía más compacto al comienzo de la campaña pero 15 días más tarde han desatado una guerra interna.

Junquera lanzó el lunes una dura andanada a su exjefe: “Otros estamos en la cárcel porque damos la cara, porque no nos escondemos nunca y porque somos consecuentes con nuestros actos, decisiones, pensamientos, sentimientos y voluntad”, dijo en una entrevista grabada sobre la huida a Bélgica de Puigdemont.

En la trinchera constitucionalista los encontronazos entre Ciudadanos y el PSC también han sido constantes. Y el PP, el partido que gobierna ahora en Cataluña siendo el menos votado, ha tenido que recurrir a Mariano Rajoy para intentar frenar la sangría de votos que le espera.

La suspensión del autogobierno catalán no ha sido rentabilizada por la fuerza conservadora. Tampoco los socialistas tienen opciones de gobernar pese a las buenas previsiones que le otorgan los sondeos.

Descartada también la fórmula que baraja Catalunya en Comú, la de conformar un ejecutivo mixto sobre postulados progresistas con ERC y PSC, el panorama que hoy comienza en España vuelve a parecer ciertamente complicado. Si nadie rectifica se entiende. (I)

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