Brasileños vacían las "cuentas dormidas" de un fondo de indemnización
Centenares de miles de brasileños retiraban este viernes el dinero reservado hasta ahora para pagar indemnizaciones por despidos, con el fin de aliviar sus deudas o de hacer compras pospuestas por años de reducción de su poder adquisitivo.
Las más de 1.800 agencias de la Caixa Econômica Federal (CEF), un banco estatal que administra el Fondo de Garantía de Tiempo de Servicio (FGTS), abrieron dos horas antes de lo habitual para atender a personas que en muchos casos hacían cola desde el alba.
Hasta inicios de la tarde, ya habían pasado por ventanilla o por los cajeros automáticos (para sumas menores) unos 320.000 trabajadores, que habían transferido o retirado 163 millones de reales (51 millones de dólares al cambio del día).
"Podré pagar unas deudas y comprar algo. Es una buena medida del gobierno", dijo Mario Jorge Assad Medeiros, un cocinero de 60 años, que esperaba su turno frente a las ventanillas de una sucursal de la CEF en la céntrica Avenida Rio Branco de Río de Janeiro.
Para evitar el colapso, la CEF escalonó la recepción según los meses de nacimiento, hasta el 31 de julio, cuando se cierre esta oportunidad. Del 10 de marzo al 9 de abril, se atenderá solamente a personas nacidas en enero y febrero.
En las cuentas del FGTS se hallan inmovilizados 43.600 millones de reales (cerca de 13.700 millones de dólares).
Pero los brasileños, empobrecidos por dos años de recesión, destinarán buena parte de esas sumas a aliviar sus deudas.
Así y todo, unos 30.000 millones de reales (9.500 millones de dólares), equivalentes a casi 0,5 puntos porcentuales del PIB de la mayor economía latinoamericana, irán a parar a cuentas con intereses mayores (el FGTS rinde cerca de un 3%) o aceitarán los engranajes de los deprimidos mercados inmobiliarios o de bienes de consumo.
Los analistas estiman que este último ítem podría absorber unos 15.000 millones de reales.
"Al pueblo lo que es del pueblo"
De confirmarse esa estimación, se incrementaría el PIB en apenas poco más de 0,2 puntos porcentuales, pero el rédito político podría ser importante para el desprestigiado gobierno del presidente Michel Temer, identificado a duros programas de austeridad y acosado por el escándalo de corrupción en Petrobras.
Para William Souza, un desempleado de 58 años, el gobierno "hace lo que debe: devolverle al pueblo lo que es del pueblo, antes de que se lo roben todo".
Bancos y grandes cadenas comerciales elaboraron estrategias para captar una tajada de las sumas liberadas.
La iniciativa puede ayudar a "detener el empeoramiento de la economía" y tener un "impacto psicológico, al demostrar que el gobierno está tratando de mejorarla", dijo Alex Agostini, economista jefe de Austin Rating.
Agostini descarta que el vaciamiento de esos fondos afecte los programas sociales, como afirman sectores de la oposición. "Eso sería como dispararse un tiro en el pie, en estos momentos de fragilidad política", estima.
Además, buena parte de ese dinero "retornará al gobierno bajo forma de impuestos", prevé.
Mónica Alcántara, una informática de 31 años, decidió retirar el dinero de su cuenta del FGTS, "de 10.000 a 15.000 reales", para buscar inversiones con rendimientos mayores.
Según la Caixa, un 95% de las cuentas del FGTS tienen valores inferiores o iguales a 3.000 reales.
El FGTS, creado en 1966, se constituye con depósitos hechos por los empleadores -sin relación con los aportes de las jubilaciones- equivalentes al 8% del salario bruto. Se gestiona en cuentas individuales que duermen hasta el día de la jubilación y solo pueden usarse antes en caso de despidos, para comprar una vivienda o en casos excepcionales, como enfermedades graves.
La Caixa desaconsejó el retiro de dinero en efectivo, en un país donde la crisis provocó un recrudecimiento de la violencia urbana.
"La gente pude abrir una cuenta aquí mismo, transferir el dinero para otro banco o para quien lo desee, pero que no salga con dinero a la calle", rogó Arnaldo Barcellos Neto, jefe regional de la Caixa en el Estado de Río. (I)