Brasileños critican uso de jets oficiales en viajes privados
Las manifestaciones masivas en Brasil han cesado, pero no la indignación del pueblo, que cada cierto tiempo se sacude con un nuevo escándalo de corrupción política, como informa la web del diario español El País.
En esta ocasión es por el uso de aviones oficiales y helicópteros por parte de algunos mandatarios para asistir a eventos privados.
El presidente del Congreso, Eduardo Alves, empleó un avión de las Fuerzas Armadas para asistir con su novia, familia y amigos a un partido de la Copa Confederaciones en el estadio Maracaná de Río de Janeiro. No fue el único, el ministro de Previsión Social, Garibaldi Alves, también usó otra aeronave de las Fuerzas Armadas para acudir a otro partido en el emblemático estadio carioca.
El presidente del Senado, Renán Calheiros, usó un avión militar para
ir a a una bodaPor su parte, el presidente del Senado, Renán Calheiros -a quien más de un millón de firmas piden su salida porque está bajo proceso en el Tribunal Supremo- fue en otro avión militar a la boda de la hija de un amigo político a la localidad turística Trancoso.
“Helicóptero de la alegría”. El gobernador del estado de Río, Sergio Cabral -cuyo departamento del barrio noble de Leblón está cercado desde hace una semana por manifestantes que le impiden que duerma en este- ha empleado desde hace tiempo el helicóptero oficial de su gobierno, comprado por ocho millones de dólares y bautizado como el “helicóptero de la alegría”, para irse cada fin de semana a su finca de Mangaratiba, a unos 80 kilómetros de la capital carioca, denuncia la revista “Veja”.
El helicóptero suele hacer varios viajes, de acuerdo con la publicación: primero lleva a las empleadas y al perro, después a la familia. A veces la esposa de Cabral se olvida algún vestido y el helicóptero vuelve a recogerlo, o las empleadas salen a hacer alguna compra. Cada vuelo nacional de uno de los aviones del Ejército cuesta 36.000 dólares, señala el diario español.
En el primer momento, los dos presidentes del Congreso y del Senado intentaron justificar con la ley en la mano que tenían derecho a utilizar esos aviones militares, porque como líderes de ambas cámaras viajan siempre representándolas. Al final, presionados por la opinión pública y por las protestas de la calle, los tres han pedido disculpas y anunciaron que devolverán los recursos a las arcas públicas por el uso del avión oficial.