Brasil define su futuro en un balotaje polarizado
El balotaje presidencial de este domingo 28 de octubre en Brasil, entre el ultraderechista Jair Bolsonaro, favorito tras su victoria en la primera vuelta, y el izquierdista Fernando Haddad es la elección más polarizada en la historia del país.
Propuestas, contrapropuestas y una guerra publicitaria para intentar captar votantes marcaron la campaña electoral. Ambos candidatos se acusan del bombardeo de noticias falsas que circularon sin control por las redes sociales, lo que generó preocupación para los observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA).
“Es la primera vez que en una democracia estamos observando el uso de WhatsApp para difundir noticias falsas”, declaró Laura Chinchilla, presidenta de la misión del organismo internacional.
El diario Folha de Sao Paulo reveló recientemente que empresas financiaron el envío de cientos de millones de mensajes contra Haddad antes de la primera vuelta del 7 de octubre.
Las compañías contrataron “paquetes” de envío de mensajes a contactos provistos por agencias de marketing digital, por un precio de hasta 12 millones de reales por contrato ($ 3,24 millones al cambio actual).
En respuesta al escándalo, WhatsApp anunció el bloqueo de 100.000 cuentas, mientras la Policía Federal abrió una investigación.
Para Jaques Wagner, exministro del Partido de los Trabajadores (PT) y actual jefe de campaña de Haddad, lo que está ocurriendo en Brasil con las redes sociales debe servir de “lección para la democracia en todo el mundo”.
“Hoy lo vemos en la política, mañana puede trasladarse a una guerra comercial, destruir empresas (...), es una herramienta nueva, que supera fronteras”, dijo.
Bolsonaro intensificó el uso de las redes sociales después de que fue apuñalado en un mitin de campaña el 6 de septiembre.
Pasó por dos cirugías y se vio obligado a guardar reposo, pero desde el hospital primero y su casa después se comunicó casi a diario con sus ocho millones de seguidores en Facebook.
Un personaje polémico
Jair Bolsonaro fue durante casi tres décadas un diputado irrelevante de Brasil, pero su apología de la mano dura tiene a este excapitán del Ejército a un paso de convertirse en presidente de un país que parece haber encontrado en su discurso misógino, homófobo y racista el consuelo a su descontento.
El 7 de octubre estuvo a punto de obtener la victoria en la primera vuelta con 46% de los votos, frente a 29% que obtuvo Haddad, logrando además la segunda mayor representación en la Cámara de Diputados.
El ultraderechista de 63 años se ve ya electo: Haddad “solo puede llegar (a la presidencia) con un fraude, por el voto no va a llegar, estoy seguro”, dijo.
En contraste con sus diatribas, abrió la puerta a retroceder en propuestas polémicas como la de retirarse del Acuerdo de París sobre el clima y reducir la inversión social.
El exmilitar, que se declara un admirador del presidente de EE.UU., Donald Trump, y defensor del porte de armas impulsó su campaña por redes sociales, con un discurso antisistema en un país en profunda crisis política, económica y de seguridad.
Nostálgico declarado del régimen militar (1964-1985), llegó a afirmar hace dos años que “el error de la dictadura fue torturar y no matar”.
El interino de Lula
Fernando Haddad, por su parte, pasó la mitad de su campaña bajo la sombra del encarcelado expresidente y líder de la izquierda brasileña, Luiz Inácio Lula da Silva, condenado a 12 años y un mes de presión por corrupción y lavado de dinero.
Pese a todo, este exministro de Educación de 55 años no pierde la esperanza de revertir una elección y recortó distancias. Llega al balotaje con 44% de las intenciones de voto, frente al 56% del ultraderechista.
“Lucharé por lo que creo mejor para Brasil (...), porque el otro proyecto realmente da miedo y quien conoce el entorno de Bolsonaro siente real recelo de lo que pueda suceder”, aseguró el exalcalde de Sao Paulo.
Licenciado en Derecho, con una maestría en Economía y un doctorado en Filosofía, Haddad, casado con una dentista y padre de dos hijos, llegó en 2005 al Ministerio de Educación, una de las carteras de las que Lula se sentía más orgulloso.
Para el periodista brasileño Marcio Resende la primera vuelta presidencial fue una disputa entre el odio al Partido de los Trabajadores (PT), por sus vínculos a casos de corrupción, y el miedo a Bolsonaro, por sus propuestas polémicas y racistas. Pero en esta segunda vuelta considera, en base a los sondeos, que los brasileños prefieren “malo por conocer a malo conocido, están corriendo el riesgo, porque el odio al malo conocido es mayor”.
El ganador del balotaje sustituirá el 1 de enero de 2019 al conservador Michel Temer, que asumió el cargo en 2016 tras la destitución de Dilma Rousseff, del PT, acusada de manipular las cuentas públicas. (I)