Brasil aún llora a Franco
El jueves se cumplió un año del mediático asesinato de la concejala izquierdista y activista de Derechos Humanos Marielle Franco, convertida en un símbolo de la lucha contra la desigualdad social, el racismo y la homofobia en Brasil.
En la noche del 14 de marzo de 2018, la líder de 38 años fue asesinada a tiros junto al conductor del vehículo en el que viajaba, Anderson Gomes, en el centro de Río de Janeiro, en el barrio Estácio tras participar en un acto político.
Un año después de la tragedia que consternó a Brasil, hay dos detenidos en el caso: el agente jubilado de la Policía Militarizada Ronnie Lessa, sospechoso de ser el autor de los disparos, y Elcio Vieira de Queiroz, militar, acusado de conducir el auto.
Según denuncia la Fiscalía, la concejala fue asesinada por sus acciones políticas y las causas que defendía. El caso, no obstante, no está cerrado y las autoridades investigan a los inductores del crimen.
Nacida en la favela de la Maré, en Río de Janeiro, Franco ya es un símbolo en la historia de Brasil. El pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, su nombre era coreado por la mayoría de los asistentes a las manifestaciones que se llevaron a cabo en varias ciudades del gigante suramericano.
Miembro del izquierdista Partido Socialismo y Liberal (PSOL), centraba su lucha en la defensa de los derechos humanos de las mujeres y los jóvenes negros, de los habitantes de las favelas y de la comunidad LGBTI.
Además, era relatora de la comisión representativa de la Cámara de Concejales, creada especialmente para supervisar la intervención militar en Río de Janeiro, decretada por el expresidente Michel Temer el 16 de febrero de 2018.
Tarcísio Motta, concejal y amigo, destacó como una de sus mayores conquistas hacerse un hueco en un Parlamento ocupado por “hombres, blancos y poderosos”. La llegada de una mujer negra y procedente de la favela supuso una revolución. (I)