Bélgica cumple hoy un año sin Gobierno
Bélgica cumple hoy un año sin Gobierno desde la dimisión del primer ministro, el democristiano Yves Leterme, motivada por la eterna disputa lingüística entre los flamencos del norte (neerlandófonos) y los valones del sur (francófonos).
El rey Alberto II no aceptó la dimisión hasta el 26 de abril, tras lo que se convocaron elecciones anticipadas para junio.
El partido soberanista flamenco N-VA, partidario de la escisión de Flandes, y el socialista francófono PS se alzaron con la victoria, pero sus posiciones radicalmente enfrentadas han impedido llegar a un acuerdo sobre la reforma del Estado y la creación de un nuevo Ejecutivo.
Leterme continúa, por tanto, como primer ministro en funciones a la espera de que se resuelva la situación y se ponga fin a la que ya es la crisis política más larga de la historia, superado el récord mundial que ostentaba Irak.
La ausencia de Gobierno federal, por otro lado, comienza a inquietar a los mercados, a pesar de que existen fuertes ejecutivos regionales que permiten que el país siga funcionando, lo que en plena crisis de la deuda representa una amenaza para la economía.
La dimisión de Leterme siguió a la retirada del partido liberal flamenco (Open VLD) de la coalición que gobernaba en Bélgica debido a discrepancias insalvables sobre el régimen lingüístico del distrito electoral y judicial que rodea a la capital belga, conocido por las siglas BHV (Bruselas-Halle-Vilvoorde).
Los flamencos exigían acabar con la excepción que representan las poblaciones de Halle y Vilvoorde, ambas situadas en Flandes pero donde reside una mayoría francófona.
Hasta ahora, los francófonos de esas localidades, pese a vivir en Flandes, han podido votar por listas francófonas en las elecciones, como los residentes en Bruselas, única región bilingüe del país donde existe esa libertad.
La caída del Gobierno se produjo cuando aún no se habían cumplido cinco meses desde que Leterme había asumido el poder por segunda vez y a poco más de dos meses para que Bélgica asumiera la presidencia rotatoria de la Unión Europea, tras España.
La dimisión del democristiano fue la quinta que presentó desde que ganara las elecciones en junio de 2007.
Desde entonces se han sucedido sin éxito los intentos por llegar a un acuerdo y la desesperación ante la falta de avances se ha traducido en protestas ciudadanas para expresar el desencanto con la clase política.
Las más destacables fueron la manifestación "Shame" ("Vergüenza", en inglés), que concentró en enero a más de 30.000 personas en Bruselas, y la denominada con ironía "Revolución de las patatas fritas", una movilización menos masiva que se valió en febrero del icono gastronómico de Bélgica para reivindicar la unidad del país.