Beirut arrastra las consecuencias sanitarias y humanitarias de las explosiones de hace una semana
Las explosiones que devastaron el 4 de agosto la zona portuaria de Beirut han provocado un desastre humanitario de consecuencias aún confusas, tal como advierten las organizaciones que trabajan sobre el terreno y que actúan contrarreloj para paliar los graves efectos que ha tenido y puede tener la tragedia en la vida de miles de personas.
"En solo un minuto, el mundo cambió para la población de Beirut", explica Basma Tabaja, 'número dos' de la delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
Casi la mitad de la ciudad sufrió "daños significativos", mientras que "casi 300.000 personas perdieron sus casas y sus pertenencias en un abrir y cerrar de ojos", añade en un comunicado.
Las autoridades locales elevaron el lunes por encima de los dos centenares el balance provisional de víctimas, mientras que los heridos se cuentan por miles. La esperanza de encontrar supervivientes entre los escombros es cada vez menor y preocupa los efectos en quienes siguen con vida.
Tres grandes hospitales sufrieron daños o quedaron destruidos por las explosiones. Según el CICR, uno de ellos, con capacidad para gestionar 8.000 ingresos y 14.000 urgencias al año, no puede aceptar a día de hoy ningún nuevo paciente.
"Hay una pena enorme por los que han fallecido y los que han sobrevivido necesitan un gran apoyo. Muchos han sufrido heridas que les cambiarán la vida y para otros este golpe, sumado a muchas otras crisis, es demasiado para poder gestionarlo por sí solos", avisa Tabaja.
Uno de los colectivos que más preocupa es el de los niños. Según el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), al menos tres menores murieron por las explosiones y y otros 31 tuvieron que ser hospitalizados, si bien otras fuentes estiman que los heridos serían cerca de mil.
Unas 120 escuelas con capacidad para 50.000 estudiantes han sufrido daños, a las que había que sumar una veintena de centros de formación profesional con unos 8.000 alumnos en total, explica una portavoz de UNICEF, Marixie Mercado, al hacer balance sobre la situación humanitaria en Líbano.
Al menos "hasta ahora no hay daños importantes en la red de agua", si bien Mercado sostiene que muchas viviendas no tienen acceso a agua potable por la interrupción de las conexiones entre las fuentes de suministro y los edificios, así como dentro de los propios inmuebles.
Envío de comida
La catástrofe añade un capítulo más en la historia de un país que ya adolecía de una precaria situación económica, empeorada en estos últimos meses por la pandemia de covid-19.
Las organizaciones dan por hecho que la destrucción del puerto no hará sino empeorarlo todo, ya que de él dependen el 80 por ciento de las importaciones.
El precio de algunos bienes básicos ya se había incrementado más de un 90 por ciento en el último año. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) tiene previsto enviar 50.000 toneladas de harina para paliar la posible escasez, ya que las explosiones destruyeron almacenes claves para el suministro local.
La Organización para la Coordinación Humanitaria de la ONU (OCHA) estima que Líbano solo tiene reservas de harina para seis semanas. Un primer envío, de 17.500 toneladas, deberá llegar a la capital libanesa en los próximos diez días, con vistas a garantizar el surtido de las panaderías durante un mes.
Por otra parte, el PMA también tiene previsto ampliar el actual sistema de ayuda en efectivo a la población local, con el objetivo de llegar a un millón de personas, informa la agencia DPA. (I)