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El Telégrafo
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Ámsterdam estudia el cierre del Barrio Rojo

Ámsterdam estudia el cierre del Barrio Rojo
05 de julio de 2019 - 00:00 - Redacción y agencia VOA

El Distrito Rojo de Ámsterdam, una de las zonas más populares de la ciudad y donde trabajan 600 prostitutas que se exhiben en sus famosos escaparates, mudará de aspecto.

La alcaldesa, la ecologista Femke Halsema, presentó esta semana para su discusión un proyecto múltiple con el que espera poner fin al turismo masivo que congestiona el barrio, y con el cual combatir la prostitución ilegal y el tráfico de personas.

Halsema cree que la capital holandesa está lista para un cambio de imagen que, de aceptarse, contempla desde correr las cortinas de los escaparates de las prostitutas para evitar grupos de mirones a cerrar todos los burdeles de la zona y repartirlos por la capital.

La prostitución es legal en Holanda desde el 2000 y la alcaldesa es pragmática. “Se legalizó porque pensamos que es una oportunidad para que la mujer que la ejerce sea independiente. Es un hecho histórico en el centro urbano, pero se analiza desde un punto de vista moralizante, o bien a base de discusiones muy polarizadas”, declaró Halsema al rotativo local Het Parool.

“Hablar con todo el mundo y alcanzar un consenso es necesario, aunque la decisión final compete al Ayuntamiento. Yo animo al debate”, añadió.

Una de las soluciones es la eliminación de parte del distrito, mientras que otra plantea el cierre de las cortinas rojas de los escaparates donde se prostituyen mujeres y hombres.

O, la más radical, la clausura de toda la zona para que las prostitutas ya no puedan ser acosadas por los turistas, que muchas veces no acuden a consumir pero sí a fotografiar y molestarlas.

Según la regidora, “deben garantizarse los derechos de las prostitutas para que trabajen de forma autónoma, pero en el Distrito Rojo se han convertido en una atracción y la gente se ríe de ellas, las insulta o las fotografía sin su permiso”.

La nueva política, subrayó la alcaldesa, debe combatir la afluencia masiva de personas que acuden al Barrio Rojo con interés turístico y evitar,  también así, el tráfico de mujeres y otras actividades delictivas vinculadas al tráfico de personas, el fraude y el blanqueo de dinero. “Hay que devolver la tranquilidad al barrio”.

En el sindicato que agrupa a las trabajadoras (Proud) el amplio proyecto no es bien recibido. “No empodera a la mujer en absoluto. Todas saben cómo acceder a la Policía o a las instancias locales adecuadas si pasa algo. No es necesario obligarlas a pedir una licencia para tener clientes en casa con la excusa del tráfico de personas”, sostuvo Foxxi Angel, la portavoz sindical.

La ley holandesa considera a la prostituta una trabajadora por cuenta propia y cada Ayuntamiento decide si exige o no un permiso de trabajo; para los burdeles sí es obligatorio. (I)  

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