Alemania condena a pareja de espías que trabajó para la URSS y Rusia
La justicia alemana condenó a penas de prisión a una pareja de espías rusos, que durante la guerra fría y hasta 2011 filtraron a Moscú documentos secretos de la UE y la OTAN.
El juicio contra los dos acusados, identificados como Heidrun y Andreas y cuyos nombres reales no conoce ni la Audiencia de Stuttgart donde fueron juzgados, terminó con penas de cinco años y medio, para la mujer, y seis y medio, para su pareja.
A ambos, sobre los 50 años, se les declaró culpables de espionaje agravado por haber facilitado a la Unión Soviética durante la guerra fría, y tras la caída del comunismo a Rusia, lo que la juez encargada del caso, Sabine Roggenbrod, calificó de "un retrato del alma alemana".
La Audiencia consideró probado que con sus prácticas infligieron "graves daños a la soberanía alemana", de acuerdo con el texto de la sentencia.
La pareja se afincó en Alemania, infiltrada desde Moscú con documentación austríaca falsa, él como ingeniero y ella como ama de casa, a finales de los años 80, cuando aun existía la Unión Soviética y no había caído el Muro de Berlín.
Hasta su detención, en 2011, la pareja vivió en distintos domicilios de Alemania, camuflados bajo la apariencia de un matrimonio corriente y padres de una hija.
Desde esta tapadera libraron a Moscú cientos de documentos confidenciales del ámbito militar, tanto de la UE como de la OTAN.
Este material les era facilitado por un infiltrado en el ministerio de Exteriores holandés, condenado ya en su país, y al que la pareja sobornaba.
En los últimos tiempos, Andreas grababa los documentos holandeses en memorias USB que pasaba a los servicios secretos rusos por distintas vías pactadas previamente, como cavidades en el suelo.
Según sus pasaportes austríacos, conseguidos a partir de documentos falsos, ambos podrían tener origen sudamericano, aunque en realidad son rusos
Se estima que los dos espías percibían un sueldo de los servicios de inteligencia rusos de unos 100.000 euros al año.
Se calcula asimismo que, además de esos ingresos, llegaron a ahorrar unos 690.000 euros, a costa de llevar un ritmo de vida modesto, aunque se ignora dónde está depositado ese dinero.
La sentencia despertó en Alemania un fuerte interés mediático, por considerarse a los procesados como representantes de la última generación de espías de la guerra fría, en contraste con los métodos del ciberespionaje actual con que se identifica al excolaborador de la CIA y de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), Edward Snowden.