En esa región del país se concentra el 12,29% de la población nacional
Planificación, vialidad y turismo abren las puertas del desarrollo en la Zona 4
Históricamente las provincias de Manabí y Santo Domingo de los Tsáchilas, pertenecientes a la Zona 4 de planificación, estuvieron relegadas del desarrollo en algunos de sus sectores. Los cambios estructurales comenzaron en 2007 con la recuperación de la planificación por parte del Estado, proceso que se consolidó con la Constitución de 2008 y su mayor herramienta es el Plan Nacional de Desarrollo. Esto revolucionó la inversión y permitió que ambas provincias potencien sus riquezas y sus vocaciones.
No hay que olvidar que la planificación es un proceso continuo y flexible, que incluye criterios como desarrollo económico, uso del suelo, infraestructura, servicios sociales, seguridad y servicios básicos, según las competencias del Ejecutivo y cada nivel de gobierno.
El 12,29% de la población nacional se concentra en las provincias de la Zona 4, cuya extensión equivale al 8,73% del territorio nacional. El 26,30% de las actividades productivas realizadas en la zona es primaria (agricultura, silvicultura y pesca), el 17,01% tiene que ver con el comercio al por mayor y menor, el 7,56% con la industria manufacturera y el 5,70% con la construcción.
De allí salen las principales fuentes de ingresos para las economías de grande, mediana y pequeña escala; además, por su importancia, generan impactos económicos, sociales, culturales y ambientales que abren las puertas al desarrollo, vinculado también al potencial turístico como vía de integración.
La nueva visión de la planificación turística es una interrelación entre los factores de demanda de los tipos de mercado turístico y los de oferta que existen en el territorio. Este proceso se complementa con escenarios prospectivos e integración de recursos, como los avances en vialidad, lo que abre las puertas a una mayor competitividad.
El perfil costero de Manabí, con una longitud aproximada de 370,53 kilómetros en lo que se conoce como la Ruta del Spondylus, es más que una vía. Muestra sus variados paisajes reflejados en playas urbanas y rurales: Crucita, Manta, San Jacinto, San Clemente; al norte, Bahía de Caráquez, San Vicente, Canoa, Pedernales, Cojimíes; y al sur, Puerto Cayo y Puerto López. También enseña los diferentes modos de vida que se desarrollan en las comunidades asentadas junto al mar.
Así se fomenta el crecimiento de una industria turística sostenible basada en los atractivos naturales y culturales de los sitios arqueológicos y patrimoniales. En este contexto se declara Área Turística Protegida al cantón Puerto López.
En la provincia de Santo Domingo de los Tsáchilas las comunidades han desarrollado actividades turísticas relacionadas con sus expresiones culturales (ritos, medicina ancestral, Ruta de la Fiesta Kasama). La riqueza étnica de la zona está compuesta por las nacionalidades tsáchila y chachi, así como por los pueblos montubio y cholo.
Las bondades naturales de la provincia propician el turismo rural, ecológico y de aventura en Valle Hermoso. Allí se practicandeportes acuáticos, como rafting, canotaje y regatas. Turistas nacionales y extranjeros son atraídos por los bosques protectores de espectacular belleza, como La Perla y Delta.
El sector turístico dinamiza la economía en la zona, registrando por tipo de actividad y empleo 1.150 establecimientos y 4.448 plazas de trabajo, respectivamente, según datos del Ministerio de Turismo.
Las cifras del Banco Central señalan que en 2008 el sector económico de servicios produjo el mayor Valor Agregado Bruto en la economía de la Zona 4 (63,01% Manabí y 77,91% Santo Domingo de los Tsáchilas).
Ahí se consideran actividades de alojamiento y servicios de comidas, comercio al por mayor y menor, suministro de electricidad y agua, construcción, reparación de vehículos, transporte y almacenamiento, correos y comunicaciones, actividades de servicios financieros, actividades inmobiliarias, actividades profesionales, entre otras.
En este contexto se han adoptado medidas para impulsar el desarrollo de la actividad turística, tales como la generación de políticas, metas e indicadores, además de un marco político institucional con legislación, organización y directrices específicas. También se desconcentran las competencias, permitiendo la participación del turismo en los presupuestos públicos, incentivando al sector privado y mejorando la participación de la ciudadanía en la redistribución de riquezas.
En este sentido se han definido estrategias con la participación de los diferentes actores y se han generado escenarios prospectivos que permitan evaluar las capacidades de carga, servicios básicos, recursos naturales y acogida, valorando según los principios de sostenibilidad económica, sociocultural, medioambiental y arqueológica.
La nueva visión y reestructuración de la institucionalidad rectora ha permitido consolidar el Plan de Turismo del Ecuador. Sin embargo, las capacidades de los gobiernos autónomos descentralizados (GAD) deben incluir inversiones sociales y en servicios básicos que desarrollen sus ventajas comparativas y competitivas desde los territorios, basados en las estrategias nacionales de cambio de la matriz productiva y erradicación de la pobreza.
Manabí y Santo Domingo pueden transformarse en una potencia turística con la estructura del sistema de asentamientos humanos que poseen en el territorio, articulada por las vías terrestres, las dinámicas humanas, las relaciones comerciales, los flujos de personas movilizadas por el turismo, y los servicios sociales y administrativos.