Banco del Sur, una opción para la integración financiera
El Banco del Sur, un instrumento y un espacio de nuevo orden financiero, surge con fuerza como una opción válida para la integración regional frente a la volatilidad generada por la crisis en los centros económicos de Europa y Estados Unidos.
El sistema financiero vigente a nivel mundial, con entidades rectoras como el Fondo Monetario Internacional (FMI), los bancos Mundial (BM) e Interamericano de Desarrollo (BID), tiene ahora una propuesta diferente con el nuevo organismo suramericano, que pretende articular las propuestas financieras nacionales hacia una consolidada regionalmente.
El Banco del Sur tiene, por ejemplo, como uno de sus elementos característicos el derecho de voto para cada país miembro, independientemente del monto de recursos aportados al capital inicial para el banco. De esa forma, establece diferencias con el FMI, donde los votos están asociados con el volumen de recursos de sus integrantes, situación que facilita a Estados Unidos y a las potencias europeas la definición de los lineamientos del ente multilateral.
Además, los créditos están exentos de los condicionamientos característicos establecidos por el fondo para la aprobación de financiamientos. En este punto, cabe recordar las situaciones complejas vividas en Brasil (años noventa del pasado siglo) y Argentina (2001), donde se limitaron los fondos para que salgan de la crisis por no contar con los suficientes respaldos, de ahí la relevancia de contar con un órgano propio de ese tipo, capaz de apoyar el desarrollo en Suramérica.
El Banco del Sur, que fue creado en diciembre de 2007, en Buenos Aires, Argentina, es el organismo que sobresale en la región, pues tiene el fin de impulsar el desarrollo de sus miembros a través de la reducción de las asimetrías económicas y sociales entre ellos y el fortalecimiento de la integración financiera.
Casi dos años después, en septiembre de 2009, se firmó su convenio constitutivo, en Porlamar, Venezuela, que entró en vigencia en abril del año pasado. Este documento establece que la entidad contará con recursos autorizados por 20 mil millones de dólares y un capital suscrito de 10 mil millones, con un aporte inicial de los socios de 7 mil millones. Con Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Uruguay, Paraguay (suspendido temporalmente) y Venezuela en sus filas, es uno de los pilares de la Nueva Arquitectura Financiera Regional (NAFR), estrategia mediante la cual se da el salto hacia la transformación de la base productiva de los países miembros.
Los cambios incluyen también la activación del Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos (Sucre), con seis países participantes (cuatro de ellos miembros del Banco del Sur). La principal ventaja del Sucre, basado en principios de complementariedad, respeto a la soberanía y solidaridad, es que permite realizar transacciones entre los Estados integrantes sin la necesidad de utilizar divisas. Precisamente, mediante la NAFR también se busca una protección eficaz y oportuna frente a los embates de la crisis financiera internacional. Entre los múltiples elementos de este proyecto figura el énfasis en una integración multidimensional (política, productiva, comercial, cultural y ambiental).
Además, su enfoque prioriza las necesidades humanas y la calidad de vida, la calidad de la inversión social y la reducción sustancial de los plazos para la aprobación de proyectos. Una vez operativo, el Banco del Sur podrá financiar programas y proyectos de desarrollo económico, social y ambiental, así como de expansión de infraestructura y cadenas productivas de los países miembros. En el marco de la primera reunión ministerial de la institución, que sesionó en Caracas, el canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño, dijo que la creación del Banco del Sur permitirá “financiar el desarrollo equilibrado de nuestros países, establecer esos proyectos que permitan asegurar la soberanía alimentaria, energética, de salud y de infraestructura”.
El programa prestará el dinero a cualquier nación que emprenda la construcción de programas aprobados y abrirá nuevas alternativas de financiamiento, en las cuales estarían presentes conceptos como la igualdad, equidad y la justicia social. Asimismo, representa una opción para el manejo de miles de millones de dólares en reservas internacionales de los países que integran el Banco del Sur, las cuales se encuentran ahora colocadas en instituciones del mundo industrializado. Unido a ello, reforzará la reducción de la vulnerabilidad en la región, con una mayor autonomía financiera y mejores condiciones al enfrentar las crisis internacionales.