Žižek: de rock star intelectual a encantador intolerante
‘Se está dispuesto a tolerar mucho,
mientras se lo imponga con violencia y en secreto’
Elías Canetti
‘Cuando persigues una cosa
se puede convertir en la contraria.
En Occidente queremos libertad y dignidad,
pero estamos dispuestos a abolirlas
en nombre de esa misma búsqueda.’
Slavoj Žižek
Preludio
Remontémonos al fin de la historia. El siglo XX consume su última década. La democracia liberal festeja la caída de la Unión Soviética, mientras el libre mercado, una promesa utópica de progreso infinito, avanza y acapara recursos y poblaciones de la mano de trasnacionales y maquinarias de fantasías alentadas por todo tipo de consumismo. La tecnología, celebrada por millones, es digna de la ciencia ficción y difunde la globalización, una palabra recurrente en voces optimistas que aplauden la sociedad del bienestar a la espera de la clonación humana. Pero contrario a lo que parece, no todos están demasiado contentos. Hay algo que está fundamentalmente mal con el sistema. Varios inclusive agudizan los sentidos con inquietud. Desde el fondo, desde el antagonismo social se percibe el maltrato a los migrantes ilegales, la abolición de la seguridad social, el neo colonialismo corporativo, la adicción a la sociedad de consumo, la inequidad y la crisis ecológica. Desde lo real, lo imaginario y lo simbólico,nos llega un ruido sospechoso, un terror desde siempre latente y provocador: el mundo perfecto es poco probable y se tambalea, de hecho, a estas alturas, admitámoslo, se nos vino encima o quizás nunca se elevó y solo continua en su proceso de descomposición junto a nosotros. Se confundió libertad con libre mercado.
Aplastados o menos adormitados, con hambre y en el desempleo, la crisis es innegable, no obstante, también es un regalo del destino para el hombre que crea. Así comienza la historia de Slavoj Žižek (1949), un militante anticomunista al final de la Yugoslavia de Tito que tras el desencanto de su experiencia nómada por el mundo ‘libre’, poco a poco descubre y revela, en el dominio de más de cuatro idiomas y con alrededor de sesenta libros publicados, el riesgo y el absurdo de un capitalismo presuntamente ‘eterno’ sustentado en un acto de fe colectiva que tiene por acólito, nada más y nada menos, que al discurso liberal. También él, quinto lugar como ex candidato a la presidencia de su natal Eslovenia, nos aclara, sin perjuicio alguno a su actual militancia comunista, la urgencia de pensar el fracaso evidente (él lo tacha de miserable) de las alternativas al capitalismo y al mercado durante el siglo XX, entre ellas, para despejar fanatismos, varias de izquierda. No hay, en todo caso y como puede empezar a sospechar el lector, salidas fáciles con este filósofo autodefinido marxista y seguidor asiduo de Lacan para quien la gran necesidad de nuestra época es, ante todo, volver sobre nuestros errores y pensar, pensar y pensar.
No caigas en la trampa de volver a improvisar, no actúes, por ahora solo piensa, porque no hay respuestas fáciles,nos dice en Big Think, el foro de Internet que reúne más de mil quinientas entrevistas a notables figuras del pensamiento contemporáneo. Claro, no es lo único que nos plantea. En un esfuerzo por ilustrar sus innumerables tópicos de trabajo o intereses intelectuales, diremos que pese a ser un habitual crítico del posmodernismo, no deja de ser precisamente posmoderno. Tan contradictorio es, que basta verlo mediatizado, o más bien, convertido en un rock star de la academia al mismo tiempo que nos afirma (¿cínicamente?, un modo habitual en sus libros) como “todo el mundo puede hablar, hablar y hablar mientras su voz no atente contra el normal funcionamiento de la lógica capitalista, y su sistema de gobierno. Aún más –nos dice- pueden públicamente hablar, hablar y hablar lo que quieran siempre y cuando en privado hagan lo que tienen que hacer.” ¿Por habla tanto entonces? ¿Será después de todo que él está libre de incluirse en esta regla?¿Acaso el capitalismo, quien diría, no es tan eficiente como él predica y lo deja topar temas sensibles? Respondámonos al leerlo, pues reconozcámoslo, se trata de un pensador interesante y sobre todo adictivo a quien, con curiosidad y algo de dedicación, no se puede evitar atender y mucho menos no profundizar.
Retrato
Se hace de noche en esta esquina de la pequeña aldea global. Un computador remplaza las velas ardientes sobre el escritorio, al usarlo y escribir Žižek, cualquier buscador (no promocionemos marcas) nos da un resultado más o menos parecido. No es un rostro delicado ni muestra luminosidad, por el contrario, todo su cuerpo es pesado e inclusive pálido. Su semblante es el de un obrerojubiladodisfrazado de adolescente. Un hombre bonachón y astuto, conocedor de Hegel y Marx, pero no por ello necesariamente poco entretenido o lejano de un performance. Capaz de aparecer en sus entrevistas semidesnudo en una cama, o en el asiento del inodoro, so pretexto de explicarnos la vigencia de la filosofía en nuestros tiempos, o acaso para develar la existencia de la ideología hasta en el rincón más inesperado de nuestra cotidianidad escatológica, Slavoj agita sus manos constantemente en las discusiones y entrevistas, porque gusta de espabilar a quienes lo leen o escuchan.
Renegado del vegetarianismo, conserva un retrato de Stalin para recordarse el riesgo de los proyectos políticos radicales y le encanta hacer bromas. Su inglés, fácil de entender, es horrible y le ayuda a su cometido humorístico. Encuentra, sin embargo, la forma de explicarnos que la filosofía no es preguntarnos –como él sostiene- sobre ideales estúpidos (¿Hay verdad?) sino sobre nuestros límites (¿Qué significado tiene el que yo diga esto es verdad?). En esencia, y con relativo éxito, nos acerca a situaciones complejas con ejemplos según él didácticos extraídos de su amplio bagaje de cultura popular. Hace un uso sobre todo del cine, al que considera su termómetro de las tendencias y convulsiones que agitan la sociedad.
Hábil malabarista del pensamiento entretiene mientras, por debajo de la mesa, realiza piruetas mentales y lanza observaciones muy severas hacia la sociedad, la espiritualidad newage, la naturaleza violenta de los Estados democráticos y de la existencia misma, así como, por qué no decirlo, hacia su propia persona ansiosa de ser escuchada y, simultáneamente, de tener un tumulto de público que lo atienda, lo celebre. Paradójico o contradictorio como solo él, afirma ser comunista sin dejar de reconocer los logros del capitalismo abstracto. El comunismo, nos insinúa, no es la solución, sino el problema: un entorno de lucha encarnizada por los bienes comunes cada vez más monopolizados por multinacionales en el ejercicio de un socialismo de empresa malogrado al dejar fuera a las mayorías trabajadoras. Pocas veces se confronta un pensador de forma tan radical para decir nos reparten las pérdidas, nos niegan cualquier ganancia.
Algunas entre tantas ideas sueltas
Una vez derribados los prejuicios metafísicos, se mete con casi todos los abstractos y los disuelve en su lógica materialista y psicoanalítica. Operador frecuente de los conceptos e ideas de Louis Althusser y Alain Badiou, aplica en todas sus obras, como sus lectores incompletos pero asiduos sabemos, la triada de Lacan (lo real, lo imaginario y lo simbólico) en la explicación del mundo. Desde la hermenéutica sus dominios se reparten en una diáspora que sin dudar no omite la economía o a la política. De querer ubicar sus referentes, estos no son secretos, es inevitable dirigir nuestra atención sobre sus ensayos analíticos de Mao, Lenin y Robespierre, tres revolucionarios radicales relegados por el común de los teóricos, pero que a criterio del Elvis de la teoría social, como lo apodan en algunos medios académicos, no alcanzaron una radicalidad eficaz en sus actos trasgresores al dejar incólume la estructura económicade poder que a vista de todos nosotros, y como lo explica en vivir en el fin de los tiempos, todavía persiste decadente pero incólume.
Parafraseemos a modo de muestra delideario ecléctico del esposo de Analia Houniea, la modelo argentina protagonista del video del tema flaca de Calamaro, la concepción sostenida en sus textos y debates alrededor dela concepción del amor: esencialmente interpretado como un acto extremadamente violento, se trataría de una especie de desequilibrio cósmico, un seleccionar algo, aunque sea una frágil persona individual, y cargarle ilusoriamente el peso que no podemos soportar ni siquiera nosotros. En pocas palabras, amar es fallar, llegar a un extremo inclusive malvado porque escoges y al mismo tiempo ignoras lo demás para hallar sentido y refugio de la vacuidad.
En ‘Žižek!’(2006), el documental de la canadiense/norteamericana Astra Taylor, el doctor en filosofía por la Universidad París VIII nos dice que la creación universal es sometida a un constante desbalance catastrófico y que lo único que nos empuja hasta el final, a pesar del cataclismo que nos invade, es el amor, una postura que sobrevive más allá porque nos sustraería de toda la realidad por medio de una opción y el descarte de otras.El amor, para tratar de entenderlo, es el mal- afirma, pues debe seleccionar entre todos solo una pequeña parte. Su intención con esta perspectiva, vale acotar, no es necesariamente negativa sino de un reconocimiento positivo y provocador de una postura (algo que para Žižeken la posmodernidad paradójicamente se hace en la negación de hacerlo) que reconoce los actos humanos como imperfectos entre seres imperfectos, limitados aunque simultáneamente salvadores y necesarios.
Siempre incisivo, y a menudo inesperado, traslada la visión del amor a la política. Por eso, en su trabajo Repetir Lenin, Žižek comenta que el accionar revolucionario político no pide permiso a un gran Otro (la clase a derrocar) y acomete así un acto de amor fijado sobre un determinado grupo social. Se justificaría, de esta forma, ese paso al acto que no debe contar con la legitimación social para pensar en el cambio en su condición inminente. Žižek no busca la interacción sin roces con el otro, sino, al contrario, el contacto directo de la acción atravesando la barrera política con los que legitiman el proyecto a realizar. El amor como la revolución se produce por una falla y debemos aprovecharlo, nos dice.
Crítico de Habermas, Butler y Laclau entre otras figuras intelectuales que califica de liberales o posmodernos por sus posiciones tibias, el autor que defiende las redes sociales por su facilidad de hacernos vivir una ilusión liberadora de los límites de nuestra realidad, hace constantemente en sus libros la apología de la violencia y la intolerancia. Desde luego, no es cualquier tipo de violencia ni tampoco es la intolerancia Per se. O mejor dicho, no sonni la violencia ni la intolerancia obvias: las de discusión frecuente en la sociedad. Se trata, en sus palabras, de mirar por encima de lo aparente y comprobar la existencia de una división tripartita de las formas de violencia. En primer lugar, nos muestra en Violencia: seis reflexiones marginales está la violencia subjetiva, la más visible de todas al estar encarnada en una agresión física o una bofetada. Por otra parte, nos desenvolveríamos en la violencia simbólica, propia del lenguaje y sus formas, programas de televisión, películas o reportajes amarillistas, entre otros artefactos culturales más sofisticados. Para concluir, esboza lo que etiqueta de violencia sistémica, es decir el producto del funcionamiento homogéneo del sistema económico y político, la aparente normalidad de las cosas sujeta a estados y estructuras de poder represivas que provocaran lo que él denomina la violencia divida, es decir aquella forma de violencia humana de la apología inicial y la reacción de resistencia del ser humano a la injusticia y la impotencia generadas por la ‘paz y la tranquilidad’ proporcionada por la violencia sistémica materializada en el Estado y el mercado.
Pese a lo multicultural de su estampa,el autor de En defensa de la intolerancia ataca con frecuencia este concepto. El multiculturalismo, afirma,‘es la demostración de la homogeneización sin precedentes del mundo actual. Prosigue y afirma que todos aceptamos tácitamente que el capitalismo está aquí para quedarse, es –continúa- como si la energía crítica hubiese encontrado una válvula de escape sustitutoria en la lucha por la homogeneidad de base del sistema capitalista mundial.’ En otras palabras, desviamos nuestra atención de la economía política (ese gran detalle que nos hace estar ocho horas o más dedicados a una especie de tareas forzadas por voluntad propia) para extraviarnos en la batalla cultural por un reconocimiento de identidades marginales y fragmentadas que, no obstante, sin dejar de ser atendidas por el libre mercado no son tan peligrosas y evitan o ignoran los síntomas del error sistémico: hablamos de multiculturalidad en estados que mantienen reprimidos a inmigrantes clandestinos en economías globalizadas, por nombrar un ejemplo.
Tras la impresión de la carne, bajo el coloso hombre de Europa del este vibra y se agita un manojo de nervios de una sensibilidad en extremo sutil, que sus lectores y hasta los propios detractores no dejan de reconocer porque son, somos, en gran parte como él, seres humanos de hoy, entrenados en la contradicción, instruidos en la engañosa superficialidad, satisfechos por tecnologías, sin juicios morales definidos, con los nervios al borde del colapso, llenos de incertidumbres por nosotros mismos, cansados de todas las políticas y sólo ávidos por consumir sin sentir precisamente la plenitud del riesgo de cambiar lo que nos afecta. Para Žižek, para nosotros, el mundo ya no es un lugar seguro, y la opción sistémica es recluirse, vivir la virtualidad, conformarse en el mejor de los casos con instrumentos sofisticados para iluminar y obviar lo más recóndito para evadir la realidad.
Intermedio odesear el mundo a través del cine
Quienes no gozan de resguardos económicos y sociales, suelen confiarle con mayor entrega a la fantasía sus vínculos con la trascendencia personal, a los personajes de ensueño o terror sus proyecciones con el mundo, y a su empatía con la historia una dirección a seguir o un sentido para ocuparse los ratos libres. Los públicos masivos no defienden sus gustos, los disfrutan cálida y atentamente sin pensarlos demasiado. Es lo que hay, y ¿quien entonces negará los poderes del cine sobre ellos? Los espacios vacíos molestan y el la maquinaria cinematográfica es fundamental para llenarlo.
Pronto se apagarán las luces y el autor de Lacrimae rerum, Ensayos sobre cine moderno y ciberespacio y del para nada reducido título Todo lo que usted siempre quiso saber sobre Lacan y nunca se atrevió a preguntarle a Hitchcocknos invita a pensar desde las propuestas estéticas de múltiples directores (Kieslowski, Hitchcock, Tarkovski, Lynch, por nombrar algunos.) en la posibilidad de convertirnos en lo que contemplamos.De la mano de la ideología detrás del cine,el cinéfilo Žižek participó en el documental de Sophie Finnes, La guía perversa del cine (2006), una exposición de varios fragmentos de películas conducida por el propio Žižek y cuya esencia es probarnos desde el análisis post estructuralista que el cine es el último refugio de la perversidad artística, porque,en palabras del propio fanático de Hitchcock ‘el problema para nosotros no consiste en si nuestros deseos están o no satisfechos. El problema- señala, es: ¿cómo sabemos qué desear? No hay nada espontáneo, nada natural en el deseo humano. Todos los deseos son artificiales,’ o eso repite persistentemente así como también que hay que enseñarnos a desear. El cine sencillamente según Žižek sería perverso porque no te da qué desear, te dice cómo hacerlo.
Con un telón sonoro acompañado de una tradicional figura en blanco y negro del test de Rorschach iluminado intermitentemente, Žižek afirma que no existe nada espontáneo en el deseo y evidencia cierta esencia artificial necesitada de un direccionamiento. Por medio de un fragmento de la película Possessed (1931) de Clarence Brown, en que la actriz Joan Crawford interpreta a una mujer común embelesada en lo que sucede al interior de los carros de un lujoso tren, como si se tratara de una pantalla de cine, Žižek explica cómo las ficciones estructuran nuestra realidad, de modo que la verdad de ésta deba ser buscada dentro de la ilusión y no detrás de ella. Para Žižek, el deseo es una herida de la realidad y el arte del cine consiste en despertar el deseo, jugar con él, pero al mismo tiempo, domesticarlo, hacerlo soportable y mantenerlo aletargado.
Complementariamente Žižek hilvana a partir del cine, en éste documental y particularmente en sus distintos escritos analíticos, una sutil crítica ideológica, cultural y política a la democracia capitalista. Concretamente desmonta las operaciones “ideológicas” corrientes que en los últimos años, luego de la auto ovación “definitiva” del capitalismo, refuerzan conciente o inconcientemente un discurso legitimador de los Estados democráticos que nos esconden, pero no dejan de financiar y usar obscenos campos de prisioneros en Guantánamo, Cuba y el Libertad en Irak. En Matrix (1999), por ejemplo, el miembro del reparto del documental filosófico Examined Life (2009) ve un problema con la escena en la que Neo debe elegir entre dos pastillas, una roja y otra azul. La primera, la opción de regresar a la vida común enajenada y la segunda la posibilidad de descubrir la mecánica de la ilusión que nos encierra en un desierto. Este artilugio, critica Žižek no es una trascendencia como plantea la película pero sí el ocultamiento de una tercera píldora: ver la realidad en la ficción y desmitificar una realidad más real, de formas puras, platónicas o más precisamente fantasmales.
Espectros y virtualidad, la posibilidad de la crema sin nata
Todos nuestros fantasmas personales y colectivos adquieren forma en el paraje de lo imaginario, una esfera sostenida en lo real y lo simbólico desde el simulacro que nos da una vía de evasión de los fenómenos problemáticos. La virtualidad, afirma Žižek, sería donde podemos desatar nuestra interpretación ideológica fantasiosa para evadirnos del desgaste de un juicio racional y problemático: incómodo. No cabe duda, tras la lectura de Žižek, no se puede dejar de inquirir que el mundo post político, posmoderno y nihilista de las democracias liberales contemporáneas de hecho es la víctima de una caída dramática en el imaginario en desmérito de la vida.
Aunque él defienda la virtualidad en un aspecto potencial, a través de una virtualización general de nuestras formas de existencia, el mismo Žižek, no obstante, resalta el carácter insípido de la sociedad contemporánea. Las evidencias que podemos señalar son muchas, nos dice. Y es cierto, basta mirar a un mercado repleto de productos sin las propiedades ‘malignas’: café sin cafeína, crema sin grasa, cerveza sin alcohol y la lista continúa porque prácticamente seríamos como el coyote que corre sobre el vacío sin verlo: ávidos de correr sin tener los pies sobre la tierra. Lo interesante de este punto de vista es el alcance de lo virtual en otras instancias de nuestro hacer humano. Hablamos de objetos vaciados de su contenido para volverlos inicuos. Sin dudar entre los ejemplos más polémicos debería estar la guerra sin guerra, como Colin Powell a propósito de su doctrina de la guerra sin víctimas (de su lado por supuesto) ejemplificaría la idea del esloveno de un mundo descafeinado.
El hechizo va más allá de los supermercados y alcanza a la política.La vuelve, curiosamente, política sin política reduciendo el acto, o redefiniendolo, apenas aun presunta experiencia administrativa. Y ¿por qué no?,tal como se concibe hoy en día el multiculturalismo liberal tolerante, la experiencia del Otroprivado de su Otredadal idealizarlo fascinante y nada peligroso la aparente despolitización encaja perfectamente en el discurso gobernante.
Aparecen aquí los susurros delas no-personas oficiales, los no-acontecimientos que todos estamos continuamente enfrentando pero que nunca están en nuestras fantasías, construcciones imaginarias que como Žižek, Edward Said en su ensayo Orientalismo devela en la literatura en el rol de creaciones de la ideología dominante. Los gestos básicos de esta construcción virtual del otro según Said: ‘Oriente fue orientalizado según los estereotipos de un europeo medio del siglo XIX porque se podía conseguir que lo fuera, o se le podía obligar a serlo. No obstante, lo que hay que esforzarse por entender aquí es la solidez del entramado del discurso ideológico camuflado y sus estrechos lazos con las instituciones socioeconómicas y políticas. Solo el regente de la ideología, el colonizador, o el neo colonizador está en el ejercicio de proveer sentido a la historia y a la propia existencia del colonizado. De igual manera, es el pensamiento “progresista occidental” el único que podría otorgar el reconocimiento, e incluso el propio sentido histórico, a las sociedades colonizadas que solo son ‘tolerables’ si no son intolerables con el sistema.
Mientras experimentamos nuestra postmoderna vida social como una vida ‘no sustancial’ y parece que todos estamos de acuerdo en habitar nuestras virtualidades y que el régimen capitalista global, post- político, liberal-democrático, es el régimen del No – acontecimiento, queda, se siente, la irrupción delas no personas dispuestas a darnos precisamente acontecimientos transformadores.
Žižek retro y la vuelta al empolvado mundo revolucionario
Defensor del comunismo en detallados textos como A propósito de Lenin. Política y subjetividad en el capitalismo tardíoo Primero como tragedia, después como farsa, entre tantos otros tratados, el hijo de ateosclase media aborda una esperanza en la figura de Lenin. Por supuesto, no descuida, al hacer la exhumación correspondiente, el riesgo de pasar de un ejercicio vintage a una pesadilla tipo Resident Evil con zombies incluidos.
“Hoy mas que nunca deberíamos volver a Lenin’, repite en televisión, prensa, Internet y sobre todo en sus textos- porque según él, el resultado de sus estudios apunta hacia la economía en el centro clave del dominio.La batalla, nos dice‘se decidirá allí, en ese lugar donde se debe romper el hechizo del capitalismo global’. ES por eso queŽižek,en varios ensayos, concebidos para recargar el pensamiento leninista,intenta buscar en éste personaje históricola referencia de la experiencia en la revolución rusa, la comprensión de la relación existente entre la necesidad de la transformación social y el acto político. Destaca como Lenin frente a la guerra pudo aceptar la “verdad” de esta “catástrofe” que reactualizaba la revolución y supo asirse de una situación excepcional para dar lugar al “acontecimiento leninista”, que sin ningún tipo de garantías, ni desde una espera conservadora a la “apelación a la necesidad social” lanzó la revolución de 1917.
Desmitificación y fuga
Žižek es un nombre que convoca a la crítica y pretende ejercitar el ingenio de quienes se arriesguen (nos arriesgamos) a leerlo. Sería injusto, idea clásica de la justicia por supuesto, dejarlo entonces sin rebuscarle un poco al menos, y aclarar de paso que tratamos con una persona con puntos débiles, y no con una mitificación indiscutible. ¿Tendremos la capacidad? ¿Conocemos a profundidad sus sesenta y pare de contar libros? No crean, la situación sencillamente se origina en no quedarse con las ganas y hacerle honor a su trabajo con el mejor esfuerzo de lectores comprometidos que de paso dejan pendiente al Žižek lector de Kafka y otras piezas de la literatura, otro monstruo.
Con la literatura y Žižek de lado, solo por ahora, subrayemos que son asombrosamente muy pocos los casos de obras de Žižek que no permanezcan vigentes o hayan dejado de ser polémicas, una buena parte de sus sugerentes observaciones son todavía un pensamiento en gestación y con mucho futuro. Radican justamente ahí algunas de sus debilidades: prodigio de la productividad, su obra a ratos transmite un estancamiento en la crítica permanente sin alcanzar a redactar una opciónclara. Entre las miles de páginas no se distingue una forma de comunismo que vería con beneplácito su defensor y contrario a su exigencia de pensar profundamente, revela en sus textos un desencanto por el pensamiento racional bastante desalentador.
Calificado de ‘neo marxista’ por filósofos como John Gray, autor deMisa negra. La religión apocalíptica y la muerte de la utopía, este profesor británico, al igual que otros retractores, lo señala constantemente por su pensamiento contradictorio y su gusto por figurar en los medios con posiciones de impacto mediático. Por ejemplo cuando se lanza a los medios a defender la pena de muerte o se define como un filósofo estalinista ‘vivo en este universo de metáforas estalinistas. Estoy totalmente obsesionado”. Juegos intelectuales o cinismo descarado de un pensador que es a la vez encantador e intolerante, fiel reflejo del capitalismo actual que tanto critica. Señalado como uno de los intelectuales más espectacularizados, no se le perdona, entre varios marxistas ortodoxos,cuestionar la falta de radicalidad de Marx mientras idolatraría encubiertamente a Hegel.
Y porque no es perfecto, es precisamente que nadie de nuestra generación, hablo de esa especie de autistas encantados con la tecnología inalámbrica, adoradores del cine, la música descargada de Internet y la cultura popular de cualquier parte del mundo, lo sentirá lejano en su forma de ser y pensar: a través de sus ideas impresas, a través del papel y los bits alternados, es muy difícil dejar de sentirlo cercano y familiar, una figura todavía insondable, oscilante en sus contradicciones, fosforescente en su manera de abordar el mundo, dando forma a lo más secreto y desnudándolo para nosotros, a veces en sí mismo y, no obstante, todavía oculto, pero siempre activo, más que activo, pensante.