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Enfoque

Rumbo al goce estético: El lenguaje en Efraín Jara Idrovo

Rumbo al goce estético: El lenguaje en Efraín Jara Idrovo
Fotos: Fernando Machado / El Telégrafo
14 de abril de 2018 - 00:00 - Luis Carlos Mussó, Escritor

En la palabra de Efraín Jara Idrovo (1926-2018) hallamos pulsiones y descubrimientos que se presentan al lector a través de una estructura que evolucionó permanentemente en sus búsquedas particulares; búsquedas que actúan tomando como pivotes, a su vez, tanto lecturas bien digeridas, la reflexión sobre los alcances del lenguaje y los estudios formales de literatura. Cuando lo entrevistamos hace casi una década Jara Idrovo mencionaba, rememorando la nómina de docentes de la Universidad de Cuenca que contribuyeron a su formación, a los maestros Luis Fradejas y Wolf Hollerbach. Se configuró un ambiente propicio para la seria glosa literaria a base del estudio y el desarrollo de la lingüística, las románicas y las lenguas clásicas.

Parapetado en su constructo, esto es, desde una construcción teórica que se formula para comprender un problema determinado, persistió en la labor de sus referentes en el sentido de que el problema es el lenguaje, y que la poesía no puede generar una tradición sin aquella importante cuota del trabajo y la difusión de la crítica literaria. Se propuso trabajar en pos de una sólida base teórica y, más tarde, desde la cátedra, generar dicha fortaleza en voces que fueran legítimos interlocutores para que la crítica no fuese exclusivamente impresionista ni que le diera espacio a la imperante guerra de flores. Además, desde la presidencia del Núcleo del Azuay de la Casa de la Cultura, impulsó El guacamayo y la serpiente, revista que acogió a talentosos críticos con sus ensayos sobre las literaturas mundial, latinoamericana y del Ecuador.

Pretendiendo armar una caja de resonancia para los infinitos ritmos del mundo con la musicalidad del poema, Efraín Jara Idrovo fue ensamblando sus textos valiéndose de las herramientas que poseía. Trabajaba, en su primera etapa, bajo la evidente sombra de César Dávila Andrade, aunque también el abanico de la poesía posmodernista se desplegó allí en las imágenes visuales de un Jorge Carrera Andrade, la gran atención por las formas de un Gonzalo Escudero y el surrealismo de un Alfredo Gangotena. Exploró tanto temáticas telúricas como el vínculo entre los seres absoluto divino y relativo humano. Para estas líneas, solo tomaremos en cuenta algunos momentos de la poesía jariana.

A inicios de la década de los setenta aparece Dos poemas, que incluye textos de tiempos distintos; son ellos «Balada de las profundas evidencias» (1963) y «Añoranza y acto de amor» (1971). El primero es un excelente ejercicio en el que se despliega la especular relación de la mutación de numerosos elementos abstractos en otros que llegan a los sentidos, pero que son, en realidad, pauta de la metamorfosis propia de la palabra poética:

El gozo de la luz se hace manzana
...
lo más raudo del viento cuaja en pájaro,
lo más sueño del hombre, en canto, en hijo...

«Añoranza y acto de amor», en cambio, es poema en el que sorprende porque su ritmo no es melódico sino más bien proveniente de las funciones de cada concepto a lo extenso del fraseo y, por otro lado, se acercan a las cadencias propias del cuerpo. Esto se advierte perfectamente cuando los ires y venires rítmicos semejan las fintas del sexo. Además se perfila, con fuerza programática, una vocación por el poema experimental basada en las aproximaciones fonéticas y la fusión de vocablos a semejanza de la gramática de otras lenguas:

arrodillado saboreo la acidez germinal de tu gruta
gruta
          grata
         grieta
         grita delicias
...
pero el rayo agazapado en las sienes
pero tu vulva tapizada de flores y llamas
y entrar salir en ti
        entrar salir de ti
entrarsaliendodeti
        salirentrandoenti

Se consolida una etapa de su creación que, especialmente en «Almuerzo del solitario» (1974), constituye, a mi parecer, el peso mayor de la obra de Efraín Jara Idrovo. Si sombrea sus primeras entregas un hálito determinado hacia restituir el cosmos (universo ordenado) en un mundo caótico, en cambio en este momento se percibe una conciencia de la finitud del sujeto, que a su vez nos otorga un horizonte donde se visibiliza la tensión entre la impronta del ser humano y la certeza de que la muerte sella una multitud de anhelos. En cuanto al lenguaje nos coloca, desde su locus enunciativo, ante un universo de ingredientes de la cotidianidad vistos por el sujeto consciente de su soledad:

con un ramo de palabras abrasadas por el frenesí
salherido
      solitario
          solidario
pon un concierto de Bach en el tocacintas
y sentado a la mesa ensalza tus dones frugales
esta hermosa y brutal incoherencia de la vida.
 
Hay momentos en que el lector no puede sino escucharse ejecutar esta partitura como cuando reflexiona por la necesidad: «¡El almuerzo/ señores/ el aaalmmmuuueeerrrzzzoooo!», o cuando se aplica en la preparación de la comida: «¡Canta/ solitario/ canta!/ la cebolla/ se va a la olla/ tralalá/ tralalá)». En el tono conversacional hay espacio para la ironía, para la contemplación ante el espejo de la existencia diaria, y el «viejo y roñoso amigo Efraín» se reprocha hallarse ante un hombre maduro al tanto de las noticias universales, un estudioso, un seguidor —a regañadientes— de la corrección política, alguien que vadea los recodos del lenguaje, consecuente con los vericuetos de la palabra.

El alegato en cuanto a su fuerza y juventud estaba en que sus exploraciones lingüísticas lo llevaron a trabajar todo el tiempo constatando las posibilidades de expresión. Oposiciones y contrastes, poemas escritos entre 1975 y 1976, son un ejemplo de vigorosa intención de experimentar con el lenguaje, como en «Alternancias con sibilantes»:

su sexo
          lo excelso
el suceso
          no su seso
su seno
          no su cena
no a su cena
          a la azucena
su azusexo
          era mi exceso

La pérdida, tanto del hijo como del amigo, marca sendos poemas de Jara Idrovo. Las estructuras del texto Sollozo por Pedro Jara (1978) son distintas a las de In memoriam: la primera elegía se asocia con formas musicales cercanas al estructuralismo y la influencia de la armonía del «canon retrógrado» de Olivier Messiaen y la electroacústica de Karlheinz Stockhausen. En cuanto al impacto emocional, escuchamos al poeta cuando afirma que «la experimentación no es la búsqueda de nuevas formas expresivas, sino el goce estético del poema es el que llama al interés del (…) lector. Desaparece la experimentación, queda la experiencia».

Para leer In memoriam nos enfrentamos a la fractura que se produce entre un antes del disfrute de la amistad y un después de la notoria ausencia del camarada. Los «predilectos de la muerte», lo seres que saben de su finitud. Y es que se suceden a través de un inventario de sombras, la mirada de un yo, de un tú, pensando que siempre hay tiempo: «Es cierto que hojas van/ y hojas vienen/ pero el bosque está ahí», hasta la llegada del epitafio final.

En Alguien dispone de su muerte (1988) vuelve una poderosa tensión, esta vez entre la palabra y la muerte. El poema, curiosamente, tantea un precario equilibrio entre la exaltación de la existencia ante el abismo de la ruina del cuerpo. Y una vez más, la sombra estructural es la música a lo largo de sus eslabones: Andante melancólico, Allegro non troppo, Adaggio, Allegro finale y Coda. Es como si tuviera una mirada que, aunque privilegiada por la palabra, se sabe cercana al final: «Aquel hombre que hubiera sido yo/ —y yo añicos de un yo— / escruta los escombros humeantes».

El poeta retornó a las formas clásicas en Los rostros de Eros (1997), aunque son sonetos que guardan la estructura de tales, carecen de «esa carga pesada» de la rima porque busca espontaneidad, flexibilidad: «Aún fascina tu cuerpo; mas se advierte/ en su caducidad la melancolía/ belleza del otoño y del deshielo…». Jara Idrovo es uno de los poetas que, asumiendo su lugar en la modernidad se volcó hacia el tratamiento de la palabra rumbo al goce estético, pero por las mismas razones, desde un escepticismo que funciona como farallón ante toda realidad, también ha sometido a la crítica al lenguaje, explorador de sus límites, consciente de sus excesos y carencias. Eso es lo que ha dejado el poeta a su paso. (I)

Bibliografía
Efraín Jara Idrovo
(1926-2018)

Jara Idrovo, Efraín. (2017). Perpetuum mobile. Quito: Pontificia Universidad Católica del Ecuador.

Mussó, Luis Carlos. (2017). La orilla memoriosa. Cuenca: Casa de la Cultura Ecuatoriana.

VVAA. (2012) Historia de las Literaturas del Ecuador. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar - Corporación Editora Nacional.

Villavicencio. (2006). El gozo y la consagración del instante en El almuerzo del solitario de Efraín Jara Idrovo, en Acta Literaria Nº 32. Concepción.

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