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El horror y la belleza en Darío Argento
Absorto en la contemplación de la belleza sublime, la veía de cerca, la tocaba por así decir. Había alcanzado este punto de emoción en que se encuentran las sensaciones celestes inspiradas por las bellas artes y los sentimientos apasionados.
Stendhal
Aparece siempre en algún antro o detrás de la pantalla del ordenador un entusiasta, hombre o mujer, que me hace la conversa sobre las pelis de terror y de suspenso, cuando se entera de mis gustos cinematográficos. Ah, compartimos el mismo gusto, me dice, y trae a colación algunos títulos, lo básico del cine gringo, las sagas slasher, una que otra novedad, lo último en efectos visuales. Ahí me entra la maldad a mí: así que te gustan las películas de terror. ¿Has visto algo de Darío Argento? ¿Sabes que es el género giallo?
Si tengo suerte, el interlocutor me responde afirmativamente, si no, pues le recomiendo que lea lo siguiente.
Empecemos por lo básico. Giallo, palabra italiana que quiere decir ‘amarillo’, hace alusión a la tapa de algunas novelas de este tipo que aparecieron en las décadas de 1960 y 1970. Pero el giallo no es solo una adaptación cinematográfica de novelas policiacas y un producto equiparable al thriller, sino que su estructura se basa en otras cuestiones: alto impacto visual, quizá en desmedro de la trama, que suele salirse de control, en algún momento, y que suele resolverse con soluciones relámpago al final de la historia para dejar todo cerrado, Deus ex machina a todo color y con una cortina musical movidita.
¿Por qué habría alguien de perder su tiempo en historias como estas?
Darío Argento, director italiano, es más que sangre a borbotones, el esbozo de los pechos de una mujer durante su instante final, un cuchillo que sube y baja entre luces tenues. Más. La estética del suspenso, uno de los representantes más importantes del cine giallo. Darío Argento propuso un escenario específico para la muerte, entre sombras rojas y azules, y en él deambularon varios actores con sus historias a cuestas, sin alucinantes efectos especiales, enredados en tramas que hasta podrían pasar por naif en nuestro tiempo.
Hay un encanto especial en los filmes de Argento, un ambiente cuidadosamente preparado, una propuesta que conjuga las actuaciones teatrales y desmesuradas, los guiones “ingenuos”, las explosiones de sangre y las imágenes precisas que se quedan en la memoria del espectador, a modo de recuerdo cuasi amoroso, visiones entrañables, sangrientas.
No todo lo de Argento pertenece al giallo, de pronto se fue el director por los temas sobrenaturales, y aunque los guiones de Suspiria (1977), Inferno (1980), y La madre de las lágrimas (2007) son un poco enrevesados, francamente la historia de las ‘Tres Madres’ pudo ser retratada con más claridad para que los personajes aterrorizaran, hay escenas, secuencias que son inolvidables y que nos enfrentan a una estética del terror y el suspenso, sobre todo, claroscuros en rojo y azul, vientos, garras, para que al final se erija la figura de la mujer como encarnación del mal absoluto.
El terrible personaje femenino será una constante en el cine giallo de Argento, y en sus posteriores thrillers, en los que el asesino se descubre como una mujer perturbada, tal como ocurre en El pájaro de las plumas de cristal (1970) y Rojo oscuro (1975)(1), o como una mujer artífice que incentiva al asesino a matar, como en Opera (1987).
La mujer, para Argento, es la materia prima con que se construye una obra de arte, un objeto que inspira deseo, pero que puede también ser el detonante para una secuencia de muerte y horror. La mujer es el principio de la belleza, pero el placer estético, para Argento, se funde irremediablemente con otras sensaciones como la repugnancia, el miedo y la ansiedad. Así, la belleza que produce placer, que se hace desear, no puede estar desligada a sentimientos contrarios, tal como ocurre en un proceso de intoxicación del cuerpo. Confusión, placer, deseo, horror, sentimientos variopintos que busca provocar el director con una puesta en escena elaboradísima. Tal es el caso de Tenebre (1982), en la que se conjugan las imágenes de un recuerdo, un sueño, la muerte, la violencia y la sensualidad de unos zapatos rojos de tacón.
¿Cómo es posible sentir emociones contrapuestas?
Las películas de Argento son productos visuales “donde interactúan lo estético y lo técnico”(2), condición necesaria para catalogar a un objeto ‘obra de arte’. Es decir, son películas que han sido elaboradas para mostrar el espacio en que se confunden el amor, la belleza y el horror, a través de imágenes que provocan náuseas y elogios, al mismo tiempo, quizá lo que sentiría una persona sometida a un síndrome que, en mi opinión, define la cinematografía de Argento.
El Síndrome de Stendhal (1996), también conocida como El arte de matar, es una película que condensa la composición antes expuesta sobre la filmografía de Argento: la mujer como obra de arte, mancillada, terrible, a su vez, que cae presa del síndrome de Stendhal hasta que algo en su interior se rompe y su personalidad queda irremediablemente escindida. Nada podría ilustrar mejor esta descripción que la escena en la que la protagonista, interpretada por Asia Argento(3), presa de sus delirios, decide embadurnarse el cuerpo por completo con la pintura que ha comprado momentos antes. Ella es una obra, la obra del psicópata que la persigue, la obra que ella misma ha forjado en su mente, bella y horrible al mismo tiempo.
La belleza y su contraparte, al fin, tienen su enfrentamiento definitivo en Giallo (2007). Un asesino serial feo, rematadamente feo, aunque quizá no tanto (y esa quizá es una falla de la película), secuestra a mujeres bellas, muy bellas, para destruir su belleza. Sencillo, demasiado sencillo, aunque la dicotomía entre el bien y el mal, belleza y fealdad, no radica ya solamente en la relación entre el asesino y sus víctimas, sino en la personalidad del detective encargado de resolver el caso, interpretado, por cierto, por Adrien Brody, ganador del Oscar por su papel en El pianista. La historia daba para más, hay que decirlo, ni siquiera la actuación de Brody salva los huecos en la narración, aunque sí ilustra, como un colofón, lo que ha hecho Argento dentro del cine giallo, y ahí radica su mérito.
Hay más historias dirigidas, escritas y producidas por Argento, pero he traído a colación las más importantes, las que valen la pena, pues este artista, como otros, ha tenido también sus caídas cinematográficas.
Así que me quedo con la belleza horrísona de las primeras películas de Darío Argento, la música setentera, las actuaciones teatrales, los planos detalle, los colores, sobre todo su combinación de rojo y azul para denotar luz y oscuridad, la misma que me acompaña todas las noches cuando apago las luces del cuarto y me percato de que de algún sitio se desprende un resplandor azul.
Notas:
1. No puede ser coincidencia,no, que los géneros giallo y slasher se consideren ‘primos’ nacidos a lados distintos del océano. Están más que emparentados. John Carpenter basó su trabajo en Halloween (1978) en esta película de Argento, Rojo oscuro, pues las tonadas son parecidas, música incisiva, y la imagen de un pequeño niño con un cuchillo ensangrentado en las manos se ve en ambos filmes, aunque desde un enfoque distinto. De todas formas, la influencia no le quita mérito a Carpenter, ni a la saga. Myers será por siempre mi asesino favorito.
2. Genette, Gérard, La obra del arte II. La relación estética, Barcelona, Lumen, 1997.
3. Asia Argento es la hija de Darío y ha interpretado varios roles en los filmes de su padre, el último en 2012, en Drácula 3D.