Vigilia por la no violencia sexual a menores de edad
Cuatro esculturas vivientes llamaron la atención de quienes transitaban la noche del miércoles por la plaza San Francisco, en el centro de Guayaquil. Estas se movían sutilmente recreando situaciones en las que las niñas y niños son violentados sexualmente.
Estaban ahí por una sola razón: hacer un llamado a la conciencia ciudadana para frenar esta práctica que en los últimos años se ha visibilizado en el país, según cuenta la activista Carola Cabrera, una de las coordinadoras de la llamada “vigilia” contra la violencia sexual de niños, niñas y adolescentes del Ecuador.
“Yo veía de lejos unas mantas blancas que se movían y me llamó la atención. Como algunas personas se acercaron, quise saber qué estaba pasando. Me sorprendí porque no me esperaba ver estas personas disfrazadas. Dan un poco de miedo, pero más temor da lo que ellos nos están contando con esa representación. Como madre vivo angustiada porque tengo dos hijos pequeños y cuando ellos llegan de la escuela siempre estoy atenta, les reviso su cuerpito y les pregunto cosas. Me da tanto miedo que les pase algo como lo que ocurrió en esos colegios con esos profesores”, dijo Lissette Zambrano, quien se encontraba en el sector con su hermana comprando telas para un vestido.
Según datos del informe ‘La violencia de género contra las mujeres en Ecuador’, una de cada 10 mujeres en el país fue víctima de abuso sexual cuando era niña o adolescente. El 65% de los casos de abuso sexual fueron cometidos por familiares y personas cercanas a la víctima.
Juan Carlos Castro también se detuvo en el lugar. Le pareció “fantástico” que hagan este tipo de manifestaciones, pero dijo estar apenado por la falta de interés de las personas.
Mónica Izquierdo fue otra de las oficinistas que se acercó hasta el lugar. Se agachó y encendió una vela sobre el pavimento, mientras se escuchaban los rezos y cantos litúrgicos de las personas que se encontraban en misa en la iglesia San Francisco.
Se mostró consternada con las leyendas de las pancartas esparcidas por el lugar, especialmente con la que tenía la imagen de Emilia Benavides, la menor de 9 años secuestrada y asesinada por miembros de una red de pornografía infantil que operaba en 8 ciudades de Ecuador.
“No soy madre. Estoy casada hace 4 años y me parte el corazón ver el mundo en el que vivimos. No estoy segura de querer ser madre porque me da miedo, viviría siempre asustada. No podemos confiar en nadie lamentablemente. No puedo asimilar que sea un familiar el que te haga daño”, señaló.
Otra de las pancartas hacía alusión a Gisela Jomaira C. H, de 12 años, quien fue raptada por un individuo que la embarazó después de violarla. “Este es un caso muy polémico. Yo creo que es hora de que los ecuatorianos también asumamos nuestra responsabilidad en todo esto. Hay casos que se pueden evitar con mayor control, no todo está en manos de las autoridades. Tenemos que estar más atentos”, agregó Gracia Ludeña.
Corresponsabilidad social
“Los ecuatorianos tenemos que estar vigilantes para que se dejen de violentar los derechos de los niños. Hay cifras alarmantes que aseguran que en el Ecuador, 4 de cada 10 niñas son víctimas de violencia sexual y 2 mil niñas se embarazan cada año por esta misma causa”, señala Carola Cabrera, quien además forma parte del Centro Ecuatoriano para la Promoción y Acción de la Mujer (Cepam) en Guayaquil.
“Creo que debemos hablar de corresponsabilidad social. El principal espacio en donde los niños son violentados es la familia o de una persona conocida que se gana la confianza del menor”, sostuvo.
Cabrera apuesta por el mundo adulto, es decir, cuando una niña o un niño dice que alguien le tocó sus partes íntimas o la violentó, simplemente no les creemos. Ellos se sienten mal y toman malas decisiones.
“La mayor causa de suicidio de niñas, de menos de 15 años, en Ecuador está relacionada con la violencia sexual”, sostuvo la profesional del Cepam. (I)