El relato del exespía deja sombras en el caso Balda
El secuestro de Fernando Balda es un claroscuro que se evidencia desde que dos grupos de Inteligencia ecuatoriana se infiltraron en el Hotel Las Lomas de Medellín para descubrir un supuesto complot para tumbar la última reelección de Rafael Correa. Fue el 8 de mayo de 2012, cuando los espías se adentraron a Colombia fingiendo ser empresarios y turistas que querían conocer la ciudad de la eterna primavera. Nunca se imaginaron encontrarse en el mismo salón, llamado Guayacán, con la misma finalidad.
Los primeros eran parte de la “Operación Guayacán”. El segundo fue parte del operativo que abarcó las actividades de un policía de Inteligencia, Raúl Ch., que según su abogado Diego Chimbo desencadenaron en el secuestro de Fernando Balda y que ahora, seis años después, puede llevar a prisión al exmandatario ecuatoriano.
En Medellín hay un eslabón que no calza. Los archivos desclasificados de la Secretaría Nacional de Inteligencia (Senain), que son parte del juicio, detallan el “Operativo Guayacán” para asistir a un foro del expresidente colombiano Álvaro Uribe, y en donde también estuvo presente Balda.
En el documento constan los nombres de los espías, las rutas que usaron, los códigos que manejaron y los informes que entregaron a su retorno.
Del operativo de Raúl Ch. no existe información similar. Pero el agente dijo a la jueza de la Corte Nacional, Daniella Camacho, cómo empezó su espionaje.
Él recordó que el 3 de mayo de 2012, el entonces secretario de Inteligencia, Pablo Romero, le hizo la invitación para espiar el cónclave de la oposición. En la lista estaban Balda; Luis Almeida (Sociedad Patriótica); Leonardo Viteri (PSC); Mario Pazmiño (exjefe de Inteligencia del Ejército); el expolicía de Inteligencia, Stalin Sacoto, y el exmandatario colombiano Álvaro Uribe.
De ellos el único que ha dado su versión fue Sacoto, quien contó una distinta a Raúl Ch. Él dijo a la Revista Vanguardia, en 2013, que Balda lo invitó al encuentro y le pidió que promoviera a otra persona, entonces pensó en Raúl Ch., quien le dijo que dejó la Policía para ser empresario. Ambos pertenecieron a la Dirección General de Inteligencia (DGI); los dos eran expertos en espionaje, pero Sacoto dejó la Fuerza cuando grabó clandestinamente a su comandante, José Vinueza, y difundió ese audio. Sacoto y Balda también eran viejos conocidos. En 2009, el policía le dio grabaciones contra el gobierno de Correa. Fue el primer paso de Balda en la oposición y el inicio de una seguidilla de denuncias que le dejaron dos juicios, una orden de arresto y su exilio en Colombia.
Raúl Ch. no puede dar declaraciones, pero su abogado sostuvo que la orden y la invitación para que fuera a Medellín venían de Pablo Romero. El defensor dice que no sabe quién es Sacoto ni conoce de esa entrevista. Y deduce que Sacoto tenía contacto con Romero y así consiguieron esa invitación. Romero tampoco ha dado su versión a la Fiscalía, pero su abogado, Stalin Oviedo, sostiene que su cliente no dio esa disposición y reclamó porque aún no se le entrega una copia de las grabaciones de la Senain que verificarían si Raúl Ch. visitó a Romero ese 3 de mayo de 2012.
“Turisteando” por Medellín
Raúl Ch. dedicó 15 años a aprender las técnicas de Inteligencia. Lo apodaban “ratón” por su habilidad de escabullirse en situaciones complejas. En su testimonio recordó que en 2010 pasó a la Senain –aunque no hay documento que lo evidencie- para evitar que se coloquen micrófonos u otros sistemas de escuchas en las oficinas del Gobierno. Su trabajo fue exitoso y se convirtió en capacitador de 24 nuevos agentes de esta técnica.
“Ratón” se coló sin problemas en la reunión en Medellín. Antes del encuentro recorrió los atractivos turísticos junto a Sacoto y Balda; y como evidencia, él entregó las fotos de esas visitas a la Fiscalía. Mientras tanto, los espías de la “Operación Guayacán” no la tenían fácil. A distancia ubicaban a los participantes del encuentro con Uribe. Así fotografiaron a Pazmiño, Viteri y otros almorzando en un restaurante a 20 minutos del Hotel Las Lomas. Ellos no sabían de la presencia de Raúl Ch. pero sí lo reconocieron en el salón.
En su informe lo identificaron como de la “DNI y que compraba equipos”.
Diego Chimbo recalca que las dos operaciones se basaron en el principio de compartimentar la información. Este es un concepto que se resume en que la mano derecha no sepa lo que hace la izquierda. De esta manera, cada agente cumplió con su misión. Los agentes del “Operativo Guayacán” regresaron de Medellín con un informe pormenorizado de las acciones que se ejecutarían en Ecuador y fuera del país para afectar la candidatura de Correa.
En cambio, “Ratón” llegó al país con la noticia de que Fernando Balda le ofreció equipos para hackear correos.
Él contó que asombrado vio cómo Balda, desde su computadora personal, accedía sin contratiempos al correo del entonces secretario de Comunicación, Fernando Alvarado.
Balda tiene otra historia. Aseguró que nunca confió en “Ratón” y que sabía desde Medellín que era un policía y lo descubrió muy fácilmente porque mientras todos hablaban, él escribía su informe en la computadora que había llevado.
Esa venta de equipos, dijo Balda, era una pantomima creada por actores que contrató para hacerle creer a Raúl Ch. y al gobierno que lo habían atrapado. “Pablo Romero me indica que tienen luz verde para evidenciar, comprar, traer y adquirir todos los equipos de interceptación (...) que ofrecía Balda. Es así que se me dispone que viaje a Colombia el 17 de mayo (2012) a reunirme para la negociación de equipos”, testificó Raúl Ch. a la jueza Daniella Camacho. Él dijo que la Senain le entregó dinero y directrices para adquirir esos equipos. “Ratón” hizo los pagos a Balda a través de giros a la cuenta de su esposa. Pero no hay registros de esas compras. El abogado Chimbo recalca que esos equipos fueron entregados a la Senain y que sus directores deben responder por ellos.
¿El “Operativo Wilson”?
Raúl Ch. relata cómo fue la supuesta orden para secuestrar a Fernando Balda: “Y me dice compañero, el flaco ya le di las órdenes, ya sabe lo que tiene que hacer y tienes el apoyo político, económico e institucional (...) como yo seguía los enlaces reconocí la voz de Rafael Correa (sic)”.
Hasta entonces, el agente no tuvo inconvenientes en seguir a Balda, pero el 6 de agosto de 2012 nuevamente el panorama cambió para él.
Raúl Ch. recordó que ese día llegó a la Senain y Pablo Romero le dijo que el Presidente estaba molesto por las publicaciones de Balda en Twitter. Recordó que Romero le dijo: “No sé cómo, pero el “Presi” quiere que le traigan como sea a Fernando Balda desde Bogotá a Ecuador, como quiere que se lo traiga”.
Era una misión que fue encomendada a “Ratón” porque se había ganado la confianza del opositor. Según su declaración, para ejecutarla preguntó si había dinero en las arcas de la Senain.
Su testimonio sigue: “Tú misión es llevar el dinero, contacta con los militares, ya tienes conocimiento con los morenos y ellos son muy profesionales”. Entonces Raúl Ch. le pidió garantías.
Supuestamente Romero llamó a Correa, quien lo tranquilizó con sus palabras. Desde ese momento, ya no hablarían de Balda, sino de “Balón”, de “Wilson”, por la marca famosa de pelotas.
Ahí nació el “operativo Wilson” para secuestrar a Balda. Sin embargo, las propias grabaciones de Raúl Ch, dadas a la Fiscalía desmienten esa acusación.
En 2015, el policía habló con el exsecretario de Inteligencia para pedirle ayuda. Romero incluso menciona informarle su caso al Presidente. Pero en ese diálogo Chicaiza habla por dos ocasiones; dice “Operativo Wilson” y en una recalcó que fue creada en el 2013 por Romero. Esa fecha coincide con los documentos que entregó la Senain y que dan cuenta que en febrero de 2013, Pablo Romero autorizó el “Operativo Wilson” y pidió al Departamento Jurídico monitorear a la Fiscalía y a Contrainteligencia armar el caso. Oviedo recalcó que el “Wilson” fue la continuación de la “Operación Guayacán” y que tenía como fin frenar la campaña de desprestigio liderada por Balda.
La orden para traer a Balda
La valoración psicológica de Fernando Balda hecha por la Fiscalía asegura que no miente, que fue secuestrado la noche del 12 de agosto de 2012 mientras caminaba por Bogotá. Ese día se había reunido con Raúl Ch. para seguir con la negociación de los equipos. Según la declaración de Raúl Ch., él no entregó el dinero que le envió Romero a las personas que le dijo. Habló con Karim Shek Mina, quien daba seguridad a Balda, y le ofreció pagarle para llevarlo sano y salvo de retorno a Ecuador.
Mina aceptó el trato por una cantidad de $ 28.000 y armó un equipo para cumplir con el objetivo, donde estaba Johnatan Luzuriaga, quien también era conocido por Balda. El secuestro fracasó.
Karin Shek Mina y sus ayudantes fueron detenidos, aunque ya recuperaron su libertad. Mina confesó que un policía ecuatoriano estaba detrás de todo. Luego no fue difícil para la Fiscalía colombiana llegar hasta “Ratón”. Las cámaras del hotel Sheraton lo grabaron cuando dialogaba con los secuestradores; además en las facturas del alquiler de los vehículos constaba su nombre y también se lo grabó en el momento en que compraba trajes para el equipo de Mina.
Así se cerró el caso en Colombia, pero en Ecuador se volvió un tsunami. La Fiscalía ecuatoriana asegura que hay indicios para vincular al expresidente Correa y al exsecretario Romero en la investigación penal. Stalin Oviedo enfatiza que su cliente nunca dio la orden de secuestrar a Balda. La defensa del exmandatario sostuvo lo mismo.
En cambio, Chimbo explica que la disposición la dio Correa; pero la decisión de secuestrarlo fue de Raúl Ch. aunque rectifica y dice que la orden era traerlo a la fuerza.
Oviedo adelanta un panorama sombrío para su cliente y para el exmandatario. Vaticina que serán enjuiciados como autores intelectuales del secuestro de Balda. (I)