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El Telégrafo
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Los menores en situación de riesgo aún persisten

Los menores en situación de riesgo aún persisten
22 de enero de 2012 - 00:00

Se lo ve deambulando por las calles sin zapatos y sin camisa, con apenas unos pantalones raídos kaki que  le sirve para cubrir sus partes íntimas. Es afrodescendiente y no tiene más de 15 años, aún así, su mirada luce perdida, como si no se diera cuenta de lo que sucede a su alrededor.

Son cerca de las 15:00 en Guayaquil y el inclemente sol lo obliga a hacer una pausa a su caminar sin dirección y buscar una sombra, así llega a la acera de la calle Rumichaca, entre Vélez y la avenida 9 de Octubre, donde se acuclilla contra una pared. En ese sitio, la inhóspita mirada del adolescente se centra en una señora que esperaba el bus junto con su pequeña hija.

Luego de unos minutos, el adolescente se acerca disimuladamente a la mujer y de un sopetón le mete la mano en el bolsillo trasero de su pantalón. La mujer grita aterrorizada por el ultraje, mientras el joven huye en precipitada carrera, dejando caer unas monedas al suelo.

La situación de ese joven no es aislada, es uno de los tantos niños "gomeros" que deambulan diariamente por las calles de la ciudad, sobre todo en las noches, cuando es posible observarlos en sitios como el Mercado Central, el Parque Centenario, las inmediaciones de la terminal terrestre, entre otros.

Allí, esos niños y adolescentes inhalan cemento de contacto y duermen en las calles sin siquiera tener un cobija con qué abrigarse y sin poder llevarse algo de comida al estómago, lo que los lleva muchas veces a correr el riesgo de ser manipulados por las bandas delictivas o pandillas para que cometan actividades ilícitas, indica Juan Carlos Mina, jefe de la Policía Especializada en Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen) en Guayas.

El oficial informa que a través de operativos  especiales para rescatar a los menores que se encuentran en situación de riesgo en las calles de Guayaquil, han recuperado a 173 jóvenes (152 varones y 21 mujeres) durante el año 2011.

Una investigación realizada por el personal de Dinapen en Guayas establece que un alto porcentaje de los niños y adolescentes que vive o deambula en las calles de Guayaquil está en esos lugares porque los corrieron de sus hogares, fueron agredidos por sus padres alcohólicos y drogadictos o porque sus familiares los obligan a pedir durante el día.

Sobre ese último punto, la psicóloga Dalia Ortega, de la Fundación Jóvenes por un mañana, indica que hay decenas de personas dedicadas a fomentar en los niños su estadía en las esquinas, puentes, semáforos y parques, pidiendo o presionando a las personas por dinero, ropa y comida. “Las familias disfuncionales son el principal problema para que en los hogares no haya qué comer y los padres saquen de la escuela a sus hijos para mandarlos a las calles a trabajar a temprana edad. Al no haber comunicación entre padres e hijos, los segundos optan por irse de su casa y extasiados por la libertad y tranquilidad de la calle, buscan amistades que les muestran un camino irreal y transitorio de la vida”, expresó la psicóloga.

Al referirse a ese tema, la ministra de Inclusión Económica y Social, Ximena Ponce León, manifiesta que a través de la campaña Da Dignidad, por un Ecuador sin Mendicidad, en 2011 se redujo en un 50 por ciento la incidencia de la mendicidad, al menos durante la época navideña. En 2010 el programa registró 6.684 niños, niñas y adolescentes en situación de mendicidad; mientras que en 2011 hubo 2.171.

El informe del MIES señala que en 2010 el 82% de la población identificada correspondía a menores, mientras que para el 2011 esa misma población representó el 51% del total, lo cual muestra una reducción del 31% en la presencia de ese grupo vulnerable en la calles y carreteras.

Ponce destaca además el desmantelamiento de las mafias que lucran de la mendicidad y la gran movilización institucional que apoyó la propuesta que lleva adelante en forma permanente el MIES-INFA. Agrega que el trabajo se refleja en las 139.200 abordamientos y acciones de prevención realizados por los equipos técnicos, dentro del reposicionamiento de la política social.

Adicionalmente, los agentes realizan operativos e imparten charlas a los niños, niñas y adolescentes rescatados para que conozcan los derechos que tienen y las oportunidades con las que cuentan en los albergues regentados por el Instituto de la Niñez y la Familia (INFA), aunque Mina asegura que ese es tan solo un paleativo, puesto que los menores regresan a las calles, tornándose en lo que llamó como un círculo vicioso.

Galo Chicaíza, encargado de los operativos de control de la Dinapen-Guayas, señala que el 95 por ciento de los menores ha delinquido para mantener su vicio y el de sus padres. La gran mayoría, agrega, consume cemento de contacto, de ahí el apelativo de “gomeros”, marihuana y alcohol, debido a la facilidad que tienen para adquirirlos, pues en la ciudad hay personas inescrupulosas que conscientes del daño que le causan a esos menores, les venden estupefacientes, sin importar las condiciones de vida y salud por las que atraviesan.

“Cuando se van de sus hogares, construyen sus viviendas de cartón y sacos de yute, donde no tienen las condiciones adecuadas para sobrevivir y ponen en riesgo su salud, por lo que la mayoría sufre de desnutrición, malos hábitos de alimentación y aseo personal, ya que el entorno nada favorable y los vicios, declinan su desarrollo”, finaliza.

Días después, al mismo adolescente afrodescendiente se lo ve recostado en la acera de Rumichaca y 10 de Agosto. Ahora carga una vieja camiseta, aunque el mismo pantalón. Vendedores ambulantes del sector cuentan que lo apodan “King Kong”, en un auténtico alarde metafórico con el gorila hollywoodense, dicen que supuestamente la familia vive en la isla Trinitaria y que desde hace un par de años “para” en la zona.

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