Las adversidades fortalecieron su lucha de servicio a la mujer a través de la justicia
“Si quieres que se haga algo, pídeselo a una mujer”. Con esta célebre frase de la exministra británica Margaret Thatcher intenta resumir la personalidad de Ana Karina Peralta Velásquez, vocal del Consejo de la Judicatura, el juez distrital del Tribunal Contencioso Tributario, Mario Proaño, quien conoce su trayectoria profesional de los últimos 17 años.
Su memoria regresó al año 2000 cuando Karina era una joven funcionaria de Aduana; después la vio en 2005 en el departamento jurídico de la Corporación Financiera Nacional (CFN). También conoció de su gestión en Projusticia, un proyecto de modernización del sistema de administración de la Función Judicial. Y cuando concursó para juez, ella era vocal del Consejo de la Judicatura (CJ). “Es una profesional con iniciativa que ahora tiene una acción frontal en la lucha contra la violencia a la mujer”.
También es alguien enamorada de su profesión de abogada y “toma el tema de la administración de justicia como una causa personal, al que contribuye de la mejor forma”.
Las leyes no siempre fueron las preferidas de Karina. En el colegio 28 de Mayo se entusiasmó por la computación, pero la maestra Ramírez, de la asignatura de Legislación Laboral, la llevó, a través de sus clases teóricas y prácticas, por el camino de la jurisprudencia.
Tal fue su inclinación por esta profesión que, pese a graduarse en Informática, buscó una universidad privada, la Laica Vicente Rocafuerte, para seguir la carrera de Derecho.
Un año alcanzó a estudiar en la Laica. Una injusta nota, una propuesta desagradable de un docente con influencias y los oídos sordos de las autoridades universitarias que no le creyeron la alejaron de ahí para después de un año seguir sus estudios en la Universidad de Guayaquil, donde finalmente obtuvo el título de abogada.
Dentro del escenario universitario José Sánchez recuerda que hace 18 años conoció a Karina cuando estudiaban la carrera de Derecho. De ahí su amistad; sin embargo, al año se retiró, porque lo suyo era la administración de empresas, por eso desconoce los problemas que enfrentó su amiga con el profesor, que después fue candidato a la Vicepresidencia de la República, perdió y ya no da clases en la universidad particular. “Karina es una mujer luchadora e independiente. Ella será la madrina de mi hija, porque creo que es una de las pocas personas en las que puedo confiar”.
De Guayaquil a Quito
Karina es hija única. En su infancia sus padres se separaron y los fines de semana veía a su progenitor, de origen cuencano. Él falleció cuando tenía 12 años. Desde pequeña aprendió a trabajar y a ahorrar, le pedía a su madre, de raíces manabitas, que le comprara una funda de chupetes y se levantaba temprano para preparar canguil, que los vendía durante el recreo a sus compañeras del colegio. Así empezaron sus primeros pasos en la independencia económica.
Cuando estudiaba en la universidad, a los 18 años, también trabajaba como asistente en una oficina jurídica de Reybanpac. Su jefe, el doctor Luis Cabezas Parrales, le enseñó a ser exigente y ordenada. Ella aprendió cómo se debe trabajar para tener la excelencia.
Ya con su título de abogada, Karina Peralta comenzó su experiencia en este campo en dos estudios jurídicos y después se independizó. En las calles Machala y Hurtado abrió una oficina legal en la que atendía casos penales. Dos años duró esta aventura, porque entró a laborar en el proyecto Projusticia, que se inició en Quito, porque pertenecía una parte a la Corte Suprema de Justicia.
Todo se manejaba y planificaba desde la capital. Ella aplicaba las directrices en Guayaquil, donde empezaron los juzgados corporativos. Lo más novedoso para Karina fue lograr que se pase de la máquina de escribir a la computadora, lo que agilizó la gestión procesal, a través de ventanillas de atención y un archivo de causas. En el año de Projusticia se inicia la figura del Consejo de la Judicatura.
Una vez concluida su misión en Projusticia, que se aplicó en Guayaquil, Quito y Cuenca, Karina vuelve a su consultorio jurídico, ya en compañía de una amiga abogada. Para esa época estaba casada con un hombre que no era partidario de las asociaciones. El matrimonio no funcionó por mucho tiempo y se divorciaron sin resentimientos.
Karina aplicó a una plaza laboral en la Contraloría, en Quito, y con la ayuda de una amiga se instaló en una pequeña suite, posteriormente, con sus ahorros se cambió a un departamento. Ahí conoció a otra guayaquileña, Carla Hidalgo, notaria 83 con sede en la capital.
Carla trabajaba en el Ministerio de Justicia cuando conoció a Karina. En 2008 nació la amistad entre ellas; aunque no se ven todos los días porque son dos mujeres trabajadoras, siempre buscan un tiempo para ponerse al día en sus novedades.
Ella rememora el día que Karina se enteró de su embarazo en su casa, ahí con una prueba de farmacia comprobó el feliz acontecimiento, el cual celebraron a gritos. También apoyó a su amiga cuando se separó del padre de su bebé, porque “no era una situación del todo sana”. “Ella se fue a vivir sola con su hijo y su padre lo visita cuando quiere”.
La notaria reconoce que Karina es una mujer proactiva y una ejecutiva de primera. “Parece una mujer dura, pero es sensible. Defiende lo que cree con absoluto desprendimiento”.
Karina Peralta interviene en la presentación del mecanismo de seguimiento del Comité de Expertas sobre Discriminación contra la Mujer. Foto: Cortesía
Por su trabajo la reconocen
En 2007, Gustavo Jalkh es nombrado ministro de Justicia. Llama a su gente de confianza y le ofrece a Karina la dirección nacional de Projusticia y ella aceptó el reto, porque era la oportunidad de continuar con el proyecto de modernización de la Función Judicial.
Cuando Jalkh pasa al Ministerio de Gobierno (ahora Ministerio del Interior), Néstor Arbito se convierte en el ministro de Justicia y la nombra a Karina viceministra de Justicia. Estuvo un año en ese cargo, porque designaron a otro funcionario en esa cartera y concluyó su comisión de servicios. Ella volvió a la Contraloría.
Su desempeño y sus logros en esas funciones fueron reconocidos por funcionarios judiciales, como Jean Daniel Valverde, juez constitucional de primer nivel. “Entre ocho o nueve años conozco a Karina, una mujer centrada y con capacidad de entendimiento de la situación de la administración de justicia y su estructura. Es una persona que dedica muchas horas de trabajo a su cargo, y eso tiene una afectación familiar”.
La profesional renunció a su trabajo en la Contraloría cuando se postuló para el cargo de vocal del Consejo de la Judicatura. Pasó las pruebas y lo logró.
Ella guarda gratos recuerdos de su anterior trabajo, porque la Contraloría la ayudó cuando más lo necesitaba, sobre todo en la parte económica. Antes tenía que ahorrar para comprarse un par de zapatos. “Ahora, si me gustan, solo los compro”.
Como vocal de la Judicatura, Karina tiene que cumplir actividades en cada provincia, ahora se encarga del tema de violencia de género y las propuestas de reformas son difundidas en foros nacionales e internacionales.
Lita Martínez, directora del Centro Ecuatoriano para la Promoción y Acción de la Mujer (Cepam), dice que no tiene amistad personal con Karina, pero la conoce desde hace cuatro años desde que cumple funciones como vocal de la Judicatura. “Ella gusta de trabajar con las organizaciones sociales”.
De los proyectos que emprendió el Cepam, Karina participó en la conformación de los juzgados de violencia contra la mujer, en el trabajo de una justicia especializada en víctimas de la violencia; también en una veeduría que hicieron de unos juzgado de atención a la violencia de género; y en una investigación sobre la implementación del tipo penal de la violencia psicológica en el ámbito judicial. “Ella es cercana a la defensa de los derechos”.
Como profesional del Derecho, Karina Peralta está afiliada a la Asociación de Mujeres Abogadas de Ecuador (AMAE), su presidenta, Mariana Torres, también la conoce desde 2014, desde que ejerce la vocalía en el Consejo de la Judicatura. De ella se expresa con respeto, pues considera que es una excelente persona y trabaja a favor de la justicia ecuatoriana. “Así como ella participa en las reuniones y talleres del organismo, también se enoja cuando alguna compañera abogada no fundamenta una propuesta”.
Es que Karina es perfeccionista en todo lo que emprende y busca que las personas también lo sean. A este defecto -como ella lo dice- se suma la impaciencia. Y José Sánchez agrega que la mentira le disgusta.
Pero Wilma Recalde destaca de ella su dulzura, nobleza y su dignidad. La conoce desde 2010 cuando ejercía el cargo de viceministra de Justicia; y ahora que cumple las funciones de vocal del CJ, es su coordinadora de despacho. Maneja su agenda, organiza las tareas con su equipo de trabajo y le da flujo a los temas pendientes.
“Cuando llegó a la Judicatura Karina tenía 32 años. Era una mujer soltera con muchas ilusiones, perspectivas e interés en reforzar sus conocimientos y su perfil académico”.
Justamente en esta etapa de su vida, Karina buscó una universidad que se adecúe a su horario de trabajo y su rol de madre. Así siguió una maestría en Derecho Constitucional en la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES). Cada 15 días viajaba con su hijo Emiliano a Guayaquil para asistir a las clases presenciales. Consiguió su objetivo y sumó otro título académico.
Wilma, que la considera como una hija y está pendiente de cada detalle de su vida a nivel ejecutivo y personal, está complacida trabajando con Karina Peralta, que ha representado al país a nivel internacional en temas emblemáticos.
La vocal del Consejo de la Judicatura, Karina Peralta, participó en el Parlamento Latinoamericano y Caribeño (Parlatino), efectuado en Panamá. Está junto con un directivo. Foto: Cortesía
Datos
- Karina Peralta es guayaquileña, hija de una manabita y un cuencano. Su hijo Emiliano nació en Quito y su actual pareja tiene origen ibarreño.
- Abogada y magíster en Derecho Constitucional son sus títulos académicos.
- Projusticia fue su primer paso por la Función Judicial. En enero de 2019 concluirán sus funciones de vocal del Consejo de la Judicatura.
- Le encanta la música de la década del 80, es fanática de su hijo Emiliano y su color favorito es el azul, de su equipo Emelec. (I)