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Ellas ganan espacio en la Policía

Ellas ganan espacio en la Policía
06 de mayo de 2013 - 00:00

¡Alto, Policía! La clásica orden que emplea  un uniformado para detener el accionar de un sospechoso, tiene otro timbre. El tono de voz, aunque enérgico y fuerte, suena agudo. La razón: una mujer con uniforme policial es quien toma procedimiento y, con ayuda de otro agente, detiene a un sujeto que minutos antes había participado en el robo, bajo la modalidad de sacapintas, a una joven en la ciudadela Urdesa, en el norte de Guayaquil.

La policía es Geovanna Zapata, una subteniente de 26 años y quien lleva 4 meses al frente del circuito Urdenor. Ella se graduó en 2009, junto con 19 mujeres más, a pesar de que al inicio del período, que dura 3 años y medio en la Escuela Superior de Policía Gral. Alberto Enríquez Gallo,  hubo un total de 40 cadetes.

La deserción en ese tipo de procesos también se da, aunque en menor medida, en las escuelas de formación de policías.La capitán Belén Escobar, jefa de la Escuela de Formación de Mujeres Policías “Guayaquil”, relata que desde el 7 de octubre de 2012, cuando inició el curso, 3 aspirantes a policías fueron dadas de baja y quedaron  actualmente 152.

La causa recurrente ha sido por problemas personales, puesto que desde este año la Dirección Nacional de Educación de la Policía flexibilizó los requisitos para el ingreso de mujeres a la institución, y entre las condiciones abolidas están que sean solteras y sin hijos.

En el segundo curso de formación de mujeres policías en la escuela “Guayaquil”, las edades de las aspirantes oscilan entre 18 y 26 años, varias son casadas y algunas tienen hasta 3 hijos a cuesta. Para Escobar, a pesar de la vocación y empeño que puedan tener las aspirantes, esa situación (tener hijos) se convierte en una limitante en su preparación, tanto académica como física y psicológica, en un internado que dura 12 meses.

“Lastimosamente estamos en una sociedad que no permite el progreso de la mujer, más aún en la rama    policial. Si es un varón y tiene hijos, la mujer los puede cuidar, pero en el caso de la mujer ¿quién cuida a los niños? Ese  puede ser un problema”, señala.

06-05-13-policial-Geovanna-ZapataLas convocatorias son continuas, según lo establece la Dirección Nacional de Educación, y el número de aspirantes que puedan ingresar a las 3  escuelas que hay en el país (Guayaquil, Atahualpa -en  Santa Elena- y en Quito), depende de la capacidad de sus instalaciones físicas y de quienes hayan sido consideradas aptas para seguir el curso, tras el proceso de calificación.

La coronel Tannya Varela, comandante de la Unidad de Vigilancia Centro (UVC), explica que al momento en que las aspirantes o cadetes mujeres se gradúan, la Dirección General de Personal, según sus perfiles y  aptitudes, y considerando el lugar de residencia, como una de las  políticas implementadas por el Ministerio del Interior, las distribuye en los diferentes comandos provinciales que necesiten personal, puesto que son policías nacionales, enfatiza.

La oficial  rememora la historia de la mujer policía y recuerda que al inicio ocuparon  puestos específicos de cuidado de la fémina y de niños, como es el caso del Departamento de Violencia Intrafamiliar (Devif) o la Policía Especializada en Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen), unidades cuyo servicio están más enfocados a esas tareas.

Sin embargo, en el transcurso del tiempo, la misma sociedad y la institución del orden  se han dado cuenta de que las mujeres policías son necesarias en todas las áreas y, poco a poco han ganado espacios,    actualmente integran la mayoría de las unidades y servicios, sean operativos o administrativos, excepto el Grupo de Intervención y Rescate (GIR) y el Grupo de Operaciones Especiales (GOE).

En las escuelas, las aspirantes reciben  una preparación general de todos los servicios y unidades; una vez dentro de la institución se especializan según su preferencia. “Según vayan trabajando ellas se postulan a los cursos, por ejemplo, si a alguien le gusta la tarea de la Unase (Unidad Antisecuestro y Extorsión), cuando esta abra los cursos de preparación se inscriben como cualquiera lo haría y se someten a los regímenes de selección que existen en cada unidad, físicas, académicas y psicológicas”, dice.

La oficial Zapata opina que la capacidad conciliadora y negociadora de la mujer es un punto a favor cuando toca intervenir en un disturbio o procedimiento policial.

Pese a que la preparación femenina es igual a la masculina, puesto que reciben clases de defensa personal, prácticas policiales, procedimientos, registro y cacheos, uso de armas, etc., el impacto que pueden llegar a tener  los infractores al momento de intervenir una mujer es diferente a que lo haga un uniformado.

Para neutralizar a una persona sospechosa,primero se inicia con la verbalización, explica. “Siempre un hombre será más asequible a las palabras de una mujer que a las de un hombre; la verbalización es fundamental para cualquier situación o procedimiento y a partir de ahí aparece el uso progresivo de la fuerza, según la resistencia que el individuo presente”.

Sobre este último punto, Escobar agrega que si el sospechoso adopta una postura agresiva e intenta acercarse a la policía, ella debe tomar las debidas precauciones empleando los mecanismos que se le han enseñado y, por último, recurrir a los implementos que tiene en el cinto, como el gas pimienta y el tolete, con el objetivo de neutralizar la amenaza mas no al individuo.

Las oficiales hacen hincapié en  que ningún uniformado toma procedimiento de un hecho delictivo de manera aislada, sino que deben hacerlo mínimo entre dos, con el  fin de precautelar no solo la integridad del agente sino del posible infractor y de terceras personas.

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