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Elio, un ejemplo de resiliencia en la Penitenciaría

Elio aprendió a tocar guitarra a los 12 años. Entonó hasta los 17 y luego abandonó su pasión hasta que cayó preso.
Elio aprendió a tocar guitarra a los 12 años. Entonó hasta los 17 y luego abandonó su pasión hasta que cayó preso.
César Muñoz / El TELÉGRAFO
25 de diciembre de 2018 - 00:00 - Redacción Justicia

Elio Daniel se reencontró con la música dentro de la cárcel. El joven hace ocho meses pisó una celda por primera vez luego de que lo involucraran en delito de asociación ilícita; aún no recibe sentencia.

El manabita, de 34 años, forma parte de la banda “Ensamble Litoral”, conformada por ocho privados de la libertad del Centro de Rehabilitación Social de Varones, conocido popularmente como Penitenciaría del Litoral, en el km 17 de la vía a Daule, en la periferia de Guayaquil.

Elio recuerda que una vez estaba cerca del policlínico del recinto cuando escuchó que un grupo tocaba en vivo. La música lo atrajo como el olor de su comida favorita y caminó hasta que tuvo al conjunto musical en frente.

La guitarra estaba arrimada a una pared, nadie la estaba entonando, así que esperó que terminaran una canción y les preguntó a los desconocidos si podía tocar con ellos.

Los privados de la libertad lo miraron con incredulidad y le preguntaron ¿tú sabes tocar guitarra? El cuestionamiento se debe a que Elio solo tiene parte de su brazo izquierdo, y es zurdo.

Él cuenta que nació con su extremidad incompleta por una enfermedad llamada focomelia. Esta se generó por una medicina que tomó su madre durante el embarazo.

Elio rememora que en su infancia sí sintió frustración cuando veía a su padre y otros miembros de su familia tocar instrumentos y “yo no creía que era capaz. A simple vista no podía hacerlo”.

A los 12 años aprendió los primeros acordes con ayuda de una misionera estadounidense llamada Elizabeth, con quien viajó al norte del continente porque lo ayudaría a tener una prótesis.

“Allá aprendí primero con el garfio de mi brazo falso y con una guitarra para zurdos, o sea agarrándola al revés y haciendo los acordes diferente, como comúnmente lo hacen los diestros.

Cuando regresé a Ecuador aprendí con una guitarra para derechos y ya no usé la prótesis”. Con el muñón que tiene donde finaliza su brazo izquierdo hace el rasgado.

En la “Peni” lo admiran por la calidad de sus solos de guitarra como en “Corazón espinado” (de Maná) o “Tu cárcel” (en la versión de Enanitos Verdes).

“Es que yo amo a este hombre. Es el símbolo de la palabra resiliencia. Él es esa palabra hecha persona”, dice orgulloso Iván R., el cantante del grupo, mientras lo rodea en un abrazo.

La agrupación Ensamble Litoral ensaya en la Penitenciaría los días lunes, miércoles y viernes.

Elio, quien mide un metro 68 de estatura, luce su cabello negro un poco despeinado y una barba abundante, asegura que tuvo fuerza de voluntad y aprendió a sacarle ventaja a las desventajas que se le presentaron. “La verdad me costó muchísimo, pero ahora lo disfruto”.

La última presentación que tuvo fue el pasado jueves en el pabellón 7, un área exclusiva que funciona como una clínica de rehabilitación para personas con consumo problemático de drogas.

“Es increíble cómo toca la guitarra. ¿Cómo puede tocar las cuerdas si no tiene dedos y su brazo es muy corto?”, se cuestionaba el interno Jaime C. mientras lo veía.

Se sorprendía de verlo sonreír, de vibrar con la música pese a estar en la cárcel, de cómo agitaba la cabeza hacia delante y atrás como disfrutando de un concierto de rock.

“Muchos cuando llegamos aquí queremos morir, pero ver ese tipo de ejemplos también dan ánimo para seguir”, comenta el privado de libertad Jaime.

Ricardo Camacho, subsecretario del Ministerio de Justicia, Derechos Humanos y Cultos, informó que en los Centros de Rehabilitación Social de Ecuador, hasta octubre de 2018, existían 63 grupos musicales, un año antes se contabilizaron 55.

Elio no sabe cuánto tiempo estará privado de su libertad, pues aún no espera la audiencia de juicio. Ahora lo entristece que la Navidad y el fin de año lo pasará lejos de sus tres vástagos. (I)

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