Chicos con discapacidad, cinco veces más vulnerables
Mireya tiene el 51% de discapacidad intelectual y un hijo que pronto cumplirá un año. La joven, oriunda de Cotopaxi, fue violada por su tío.
Ella es una de las más de 437.000 personas con discapacidad registradas hasta abril de 2018 en Ecuador, según el Consejo Nacional de Igualdad de Discapacidades (Conadis).
Los niños y adolescentes con discapacidad sufren actos de violencia con una frecuencia cinco veces mayor que los que no la tienen, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
¿Cuál es la mejor manera de hacerle frente a esta problemática?
Susana Osorno, psicóloga clínica y quien tiene una discapacidad visual, recomendó que los padres primero acepten la realidad de sus hijos, así les darán terapias y tratamientos adecuados.
“El niño aprenderá a expresarse de forma verbal y no verbal. Es importante hablarles con cariño, pero sin cambiar las palabras; a las partes del cuerpo y a los órganos sexuales llamarlos por sus nombres”, dijo.
Una de las estrategias para comunicarse es entregarle al niño juguetes sexuados (que se distinga quién es niño o niña, hombre o mujer), manifestó.
Así, mientras el menor juega, exterioriza lo que vive en su entorno: maltrato de alguna maestra, molestia por parte de compañeros o si alguien le ha tocado u obligado a tocar sus partes íntimas, agregó.
También destacó la importancia de los dibujos. Si el niño tiene una motricidad fina los padres pueden pedirle que dibuje situaciones del día: qué lo puso triste, feliz, enojado o asustado.
“Todo padre debe buscar información para cuidar la salud mental de su hijo”, indicó.
La psicóloga clínica y forense Zoraya Bohórquez manifestó que el trabajo con los niños con discapacidad que han sufrido violencia es un reto, sobre todo en la comunicación también por la necesidad de extraer información para un proceso legal.
“Por eso, las familias deben tener mucho tino y prudencia a la hora de hablar de la situación delante de los niños, pues se afecta la memoria y se puede generar o implantar falsos recuerdos”.
Indicó que al preguntar con nombres se puede inducir a la víctima, por lo que recomendó dejar los interrogatorios a los profesionales.
Principios y alertas
Paola Andrade, directora de la organización Ecuador Dice No Más, resumió en cinco principios cómo prevenir y actuar ante un delito sexual.
Estos son: informarse (derribar mitos), evitar riesgos, hablar del tema, observar señales y saber reaccionar.
En cuanto a las señales de alerta que dan los niños están las físicas y conductuales. Entre las primeras están sangrados, inflamaciones en partes íntimas, infecciones, moretones, golpes y aruños.
“Hay que saber que solo en el 10% de los abusos sexuales hay violencia. Un niño con discapacidad pone menor resistencia. Ellos son más vulnerables porque los padres requieren de la asistencia de otra persona para cuidarlos”, acotó.
Respecto a las conductuales manifestó que pueden ser falta de apetito, miedo, regresiones, pesadillas, pánico, ira, problema de relacionarse con otras personas.
Esto no quiere decir que todos los niños que muestren ciertos síntomas hayan sido abusados.
Andrade recordó que Ecuador Dice No Más ahora se enfoca también en los abusos sexuales contra niños con discapacidad por una experiencia ocurrida en 2016.
Ella junto a su esposo, sobrevivientes de este delito, dictaban un seminario de la problemática y las personas que estaban en las dos primeras filas lloraron.
Eran cerca de 15, todos eran hombres no videntes y confesaron que habían sido abusados.
Ahora las campañas que realiza Ecuador Dice No Más incluyen al personaje llamado “Lita”, una niña con síndrome de Down.
Sonia Rodríguez, del Centro Ecuatoriano para la Promoción y Acción de la Mujer (Cepam), reconoció que aunque hay lugares para atender a personas con discapacidad, aún faltan herramientas.
Resaltó que mientras más se conozca de la realidad de este grupo se podrá prevenir la violencia. Por ejemplo, de que hay niveles y tipo de discapacidad y que cada una requiere de tratamientos diferentes.
“Es importante entender que ellos tienen derecho a tener una vida amorosa y sexual, y que no hay que tratarlos siempre como niños ni como seres asexuados”. (I)