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Ecuador, 24 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo

Pugnas entre Carmelitas y los Heraldos no cesan

Ubicada en el extremo noroeste del Ecuador, Lago Agrio o también conocida como Nueva Loja, acoge a una gama de ciudadanos de la Costa, migrantes extranjeros y las propias nacionalidades nativas de la región. Atraídos por la promesa petrolera, el intercambio comercial de bienes con Colombia y la posibilidad de encontrar empleos prósperos, los migrantes se instalan en la ciudad, capital de la provincia de Sucumbíos.

Varios segmentos de negocios confluyen en Nueva Loja: tiendas de celulares, la compra-venta de pesos colombianos, electrodomésticos y otros. El dinamismo se visualiza en las calles Jorge Anasco, Eloy Alfaro, Vicente Narváez, Guayaquil, y, especialmente, en la avenida Quito, vía principal de Lago Agrio.

Esa es la cotidianidad en la ciudad, pero se vive un conflicto de carácter religioso. Los representantes de la Iglesia   San Miguel de Sucumbíos (Isamis) denunciaron que, el pasado 11 de julio, varias personas que tienen afinidad con los Heraldos del Evangelio -congregación católica conservadora- hostigaron a 40 miembros del grupo seglar Juan XXIII, que realizaba una novena a la Virgen del Carmen y celebraba la Pascua de Jesús Arroyo (+), padre de la orden Carmelitas Descalzos -agrupación afín a los postulados de la Teología de la Liberación.  

Según Pablo Torres, sacerdote diocesano de Sucumbíos, el grupo irrumpió en la celebración y amenazó a la dueña de la vivienda, ubicada en el barrio Puerto Aguarico. “Dijeron que teníamos 10 minutos para abandonar la vivienda porque sino harían justicia por su propia cuenta. Llegaron armados con palos y piedras. Rodearon la casa con llantas y advirtieron con quemarla”, acotó.

Escoltados por la Policía Nacional, los asistentes a la novena (entre los que se encontraban Julio Cueva, titular del movimiento Juan XXIII, el padre diocesano Édgar Pinos y el diácono Amable Aguirre) se trasladaron a otro lugar de Puerto Aguarico. Luego se dirigieron al Vicariato de San Miguel de Sucumbíos, donde informaron lo sucedido al obispo Paolo Mietto, quien se comprometió a tomar cartas en el asunto.

Los asistentes al evento informaron que la Policía no actuó con celeridad en el rescate. “Se puso en peligro la vida de niños y ancianos. Parecían que los uniformados tenían miedo de los grupos de extrema derecha que nos atacaron. Además, varios representantes del Consulado de Colombia en Lago Agrio arribaron para pedir que nos fuéramos del sector, algo muy inexplicable”, denunció un miembro de la Isamis que solicitó mantener su identidad en reserva.

Al día siguiente de la presunta agresión, “Sucumbíos Ecuador por la Paz”, blog  virtual de  simpatizantes de los Heraldos, indicó: “Para quienes no están informados, estos clérigos han sido autores de muchos hechos delictivos especialmente en los últimos dos años, entre los delitos están la toma a la fuerza de las iglesias del Divino Niño y de la Catedral de Nueva Loja (...), en todo esto agredieron de forma física y moral a religiosos de la congregación Heraldos del Evangelio”.

Los defensores de los Heraldos afirman que, desde hace dos años, los seguidores del movimiento católico Revolución Carismática reciben amenazas de las bases de los Carmelitas que aún persisten en  Sucumbíos. “Se ha creado una campaña de desprestigio contra Bernardino y Genoveva Altamirano, líderes de nuestro movimiento que son leales al mandato del Santo Padre y el Vaticano en nuestra Amazonía. Hay barrios a los que no podemos ingresar porque los marxistas, seudocatólicos, lo impiden”, dijo  un seguidor de Revolución Carismática, desde el anonimato.

Pugna por la Iglesia católica

Heraldos y Carmelitas fueron obligados por la Conferencia Episcopal Ecuatoriana a salir de Sucumbíos en 2011. El problema nació con la jubilación del carmelita Gonzalo López Marañón, ex obispo del Vicariato Provincial.

El cardenal indio Iván Días, prefecto emérito de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos del Vaticano, por medio del Nuncio de Quito, decidió que sean los Heraldos que asuman la iglesia en Sucumbíos. Así, el argentino Rafael Ibarguren, de 60 años, reemplazó a López Marañón en el Vicariato, desde el 30 de octubre de 2011.

El problema estalló porque Ibarguren no era obispo, sino administrador apostólico (jerarquía menor en el catolicismo). Así, no podía asumir el Vicariato de San Miguel de Sucumbíos. Días después iniciaron las manifestaciones de los religiosos carmelitas. 

Durante meses, los Carmelitas ocuparon la Catedral de Nueva Loja como medida de protesta, pero el 22 de mayo de 2011 los Heraldos acudieron al sitio para expulsarlos, hecho que produjo enfrentamientos violentos.

Para evitar más problemas sociales, el 10 de febrero de 2012, el papa Benedicto XVI nombró al italiano Paolo Mietto como el nuevo titular del Vicariato de Sucumbíos. Desde ese momento, el religioso de la orden josefina ha intentado conciliar la paz espiritual en la región.   

Tesis religiosas en disparidad

Jesús Arroyo (+), Pablo Gallego, José Setién, Juan Cantero y Juan Berdonces fueron los padres Carmelitas expulsados de Sucumbíos. El primero de ellos falleció en España, los otros tres consiguieron un puesto de misión religiosa en el Coca, capital de la provincia de Orellana,y el último se encuentra en Quito.

Los Heraldos también abandonaron la provincia fronteriza, pero ninguna de las dos salidas ha frenado las disputas. Por la adhesión a las tesis de la Teología de la Liberación, el accionar carmelita -42 años de vigencia en Sucumbíos- está presente en los sectores populares y en las comunidades de la región: sionas, kichwas cofanes y sionas secoyas.
Mientras que, los grupos conservadores, empresariales y la clase media de la provincia, se empoderaron de la máxima de los Heraldos: “tradición, familia y propiedad”.

Desde el anonimato, un representante del Isamis explicó que el problema no se vincula únicamente al tema religioso, sino también por la representatividad social y la aplicación del modelo eclesiástico. “Por un lado, los Carmelitas tenían una iglesia horizontal, donde los sacerdotes tenían un vínculo igualitario con los feligreses, se procuraba la alimentación y salud de los pobres y la igualdad de género, pero los Heraldos creían en el respeto a los modelos jerárquicos”, explicó.

En declaraciones a EFE, Bernardino Castro, del grupo Renovación Carismática, indicó que los Carmelitas representan a la parte social de la Iglesia pero se olvidan de la espiritualidad. “Representan a un modelo apartado de los fieles que no están apegado a la Iglesia, sino a la teoría de la liberación social y marxista, en la que se valora más lo material que lo espiritual”, dijo.

Las acusaciones son radicales

Varios pobladores de Nueva Loja sienten malestar por las tareas incumplidas de los Carmelitas. Los acusan de haber lucrado de la construcción de la Catedral, la cual lleva 17 años de construcción pero aún no se termina. Hablan de rifas millonarias con premios inexistentes. En la actualidad, la misa de los católicos se realiza en un coliseo que colinda con la edificación inconclusa.

Las acusaciones más graves tienen que ver con  vínculos directos de los padres Carmelitas con el frente 48 de las FARC para el adoctrinamiento de feligreses en teorías de izquierda “radical”.

Las bases de los Carmelitas rechazan rotundamente las denuncias, descartan haber estafado a los fieles con rifas para su lucro personal, pero reconocen que la administración de la congregación sí tuvo un error fatal en los 40 años de gestión: haber descuidado a la clase media de Nueva Loja. “Se priorizó la tarea social con las personas pobres y las comunidades. La catedral podría esperar porque la Iglesia debe sentarse con las comunidades y no con los empresarios”, dijo un carmelita.

En cambio, los rezagos de los Heraldos son acusados de apoyar a contrabandistas de gasolina y GLP por la frontera colombiana y a grupos  económicos. “El sector hotelero, empresarios de la comunicación, comerciantes y gente prominería se congratuló con la llegada de Ibarguren porque iba a  adormecer al pueblo para que sea acrítico ante el saqueo que quisieron y quieren hacer en Sucumbíos”, informó una fuente cercana a la Isamis.

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