En un comunicado, el alcalde del puerto principal, Jaime Nebot, afirmó que, luego de verificar la autenticidad de las espadas de Eloy Alfaro y Pedro J. Montero, el Cabildo iniciará “el procedimiento legal para hacer respetar el derecho de propiedad que respecto de las espadas tiene el pueblo de Guayaquil, a través de su Municipalidad”.

Con este antecedente, el Concejo Cantonal mantuvo una sesión ordinaria en la que abordó la problemática desatada por el sable, robado del Museo Municipal en 1983 por el grupo Alfaro Vive Carajo (AVC) y entregado   al presidente Rafael Correa, el sábado pasado.

El edil Daniel Saab planteó la necesidad de discutir el tema en el Concejo, por lo que cada concejal expuso su punto de vista.

Octavio Villacreces, de Alianza PAIS, consideró legítimo el pedido del burgomaestre, aunque aclaró que en el pasado el Municipio no supo resguardar los sables.

Él propuso que el Cabildo y el Gobierno se sienten a discutir el destino de estos bienes patrimoniales. Pero esta posibilidad fue rechazada por Nebot.

Correa reconoció que las espadas pertenecen al Municipio porteño, puesto que fueron donadas a esta institución por los descendientes de Alfaro. Sin embargo, consideró que el mejor lugar para estos artefactos es el mausoleo de Montecristi.

Esta opinión ha sido defendida por la secretaria de Pueblos, Mireya Cárdenas, y María Fernanda Espinoza. De ellas Nebot dijo: “no les creemos nada”.
Nebot remata su comunicado con la frase “¡dejen de jugar con la historia y los sentimientos del pueblo de Guayaquil, o este los castigará como se merecen!”.

Sin embargo, Esteban Delgado, director regional del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), de Guayaquil,  señaló que quien tomó posesión de las espadas  no es el Gobierno, sino el Estado.

Dijo que lo que existen son custodios de ese bien patrimonial y que se decidió que esas espadas vayan al Museo de Eloy Alfaro, en Montecristi,  por razones de seguridad. Precisó que hace pocos años   del Museo de Guayaquil se robaron el original del Acta de Fundación de Guayaquil, que es  otro bien patrimonial.

“No hay las seguridades suficientes y eso es importante que el contenedor tenga todas las seguridades, todos los equipos de última generación para asegurarse que los bienes patrimoniales estén en contra de los  robos”, agregó.

En 1960, cuando fueron entregados al Museo Municipal no estaba clara la legislación y recién salía la Ley de Patrimonio, por lo que la hija de Alfaro donó a quien estaba cerca. “En la actualidad existe un museo dedicado a Alfaro”, recordó.