Mamá Delia lidera a 10 mil indígenas con valentía
Al nacer, Delia Caguana, primera líder mujer del Movimiento Indígena de Chimborazo, vivió su primera batalla. “Es una mujer”, gritó la partera en la comuna Guntuz (Chimborazo). Esa noticia no la esperaban sus padres, quienes querían que el primero de sus hijos sea un varón, por la creencia indígena de que el primer hombre de la casa es respetado por la comunidad.
Desde entonces, la mujer vivió hasta los 14 años con sus abuelos paternos: Damián Caguana y Emilia Velata, de quienes -dice- heredó la valentía y el liderazgo. “Mi abuelito Damián fue muy querido y respetado por la comunidad, dicen que yo me parezco mucho a él”, cuenta la mujer, quien prefiere sentarse a conversar sobre su vida a lado del busto del padre Leonidas Proaño, “taitico de quien aprendo por lo que veo en videos y leo en libros”, agrega.
A los 8 años, Caguana participó en el primer enfrentamiento entre mayorales, policías e indígenas por tierras en la parroquia Quimiac. Desde una pared alta -recuerda- miró a los policías que atacaban a sus compañeros, incluso hirieron a uno de ellos, hasta que un uniformado golpeó a su abuelo en la cabeza. Saltó la pared y corrió en su defensa. El uniformado, que tuvo toda la intención de maltratar a su abuela, al ver la valentía de la pequeña que se plantó en frente de él, huyó del lugar. En ese momento, la comunidad sintió su temple.
“Mi sueño es ver a la organización indígena fuerte, sólida y que salga adelante sin líderes oportunistas”
Su primer ejemplo de liderazgo lo ejerció como catequista, cuando una noche soñó que un hombre mayor le entregaba una caña de maíz y le decía: Delia por aquí debes caminar, pero ella sentía miedo al ver un árbol de capulí, pero ese hombre la animaba a seguir, enseñándole el camino.
Y así lo hizo. De catequista en el barrio pasó a ser presidenta y tesorera de la pastoral indígena de Chimborazo. Más tarde ejerció la coordinación diocesana de la pastoral indígena hasta llegar a ser dirigente de salud y de la mujer del Movimiento Indígena de Chimborazo. En 2008 creó la Federación de Mujeres Indígenas de Quimiac.
Terminó sus estudios primarios con el aporte de 10 dólares que le entregó el padre Carlos Vera, párroco de la comunidad, quien es su referente. Con la Federación de Mujeres Indígenas formó cajas comunitarias. Creó la primera organización “Semillas de Proaño” que se inició con 15 féminas, ahora son 27. Pero ese empuje la llevó a consolidar seis organizaciones (Nuevo Milenio, Estrellas del altar, Virgen de la Merced, Sol del amanecer, Asociación de mujeres Kuri Pacha y la Asociación de mujeres Musuk), que actualmente reúnen a 380 mujeres en siete comunidades.
César Guzmán, dirigente de recursos naturales del Movimiento Indígena de Chimborazo, mira con orgullo que una mujer como Caguana haya llegado a la presidencia de la organización. Dice que en las comunidades la apoyan en todo: “Es una mujer con carácter fuerte y por eso es respetada por todos”.
Para él, que una mujer llegue a la presidencia es vital, “no podemos desconocer que las mujeres son más decididas y organizadas”. Ven a Caguana como la próxima Dolores Cacuango (líder indígena de Cayambe que defendió los derechos de los pueblos indígenas), “por su valentía y entrega, además de la decisión para salir adelante”, afirma quien fue expresidente de la organización. Aunque confiesa que le mortifica que, en algún momento, la líder indígena llegue a casarse y los abandone. “Hemos tenido otras líderes que han llegado adelante por las luchas, pero cuando se han casado se han entregado completamente al cuidado y protección de su familia”, cuenta.
Pero en los planes de la líder indígena no está dejarlos.
La dirigencia provincial
El 21 de septiembre de 2012, las bases indígenas de Chimborazo le propusieron la dirigencia de la organización. Es la primera mujer en el cargo. Y recuerda que su postulación le costó “lágrimas, sufrió la discrimación de dirigentes viejos”. Advierte que denunció a varios dirigentes indígenas -no quiere dar sus nombres- porque a ella le enseñaron “no robar, fue duro”.
“¿Vos podrás?, no vas a tener la capacidad, de gana te vas a quemar guambra, madura”, sostiene que más de un dirigente le dijo, entre ellos Delfín Tenesaca, expresidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas Kichwas del Ecuador (Ecuarunari). Sin dudarlo se plantó frente a ellos: “me falta mucho, pero en el camino voy a aprender”, les respondió. Pero ahí los problemas no terminaron. “Me han dicho india traidora, correísta, cuando recién el jueves 29 conocí personalmente al presidente Rafael Correa”.
La razón de los apelativos es porque atendiendo las peticiones de las bases indígenas, a quienes se debe, planteó un diálogo con el Gobierno, que se consolidó el jueves pasado, en el Estadio de Chimborazo, en el que entregó al Jefe de Estado 26 puntos sobre transporte comunitario, apoyo financiero y técnico, salud, saberes ancestrales, justicia indígena, entre otros. Más de 25.000 indígenas apoyaron.
Cuenta que esos pedidos hicieron hace un año a los dirigentes de la Ecuarunari y a la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), pero jamás fueron escuchados. “No hemos recibido ni un apoyo, solo nos utilizan para salir a las marchas”. Por ello, sostiene, las bases de su provincia decidieron no asistir a las reuniones y congresos de las organizaciones, “somos un organismo fuerte, autónomo y saldremos adelante”.
Recuerda que la Ecuarunari nació en Chimborazo. “Si ellos respetan la decisión vamos a seguir dando aportes, nuestro apoyo es para la sociedad y no para beneficio propio, de esa gente que sale ganando a costillas de los demás. Valoro las organizaciones, como la Fenocin, que no pelean porque les da la gana, sino porque hay algo que puede cambiar con propuestas”.
“El liderazgo es social y significa trabajar en beneficio de todos, eso debe pensar la dirigencia nacional”
Humberto Cholango, presidente de la Conaie, dice que Caguana se ha caracterizado por el trabajo con las organizaciones de base y que ha construido el apoyo a raíz de todo el trabajo.
Señala que la líder “representa a su comunidad” y ha actuado bien, por lo que tiene el apoyo de las bases indígenas”.
Caguana señala que luego del encuentro que mantuvo con Correa, Cholango la llamó para felicitarla, en la que le habría dicho que siga adelante, pero, duda de esas palabras, “no confía porque dicen una cosa y hacen otra cosa”.
Manuel Ainaguano, coordinador de las organizaciones indígenas y campesinas de Sierra Centro, conoce a Caguana desde hace cinco años. Reconoce en ella cualidades, como el dinamismo y el trabajo con las comunidades, que la han llevado al cargo que desempeña. “Ha demostrado un trabajo con la causa indígena. Es integradora e integral, no solo piensa en las mujeres sino en el trabajo colectivo”.
Considera que toda mujer tiene un perfil dinámico y “con el trabajo debe demostrar la herencia que deja a las futuras generaciones, quienes juzgarán si ella es la próxima Dolores Cacuango”.
Ana Pilamunga, líder en Colta, califica como un logro para la mujer indígena que Caguana dirija la organización, que, según ella, siempre ha estado comandada por hombres como rezago de un machismo al interior de la agrupación.
Dice que la actual líder indígena desde la niñez y adolescencia fue discriminada por ser mujer y porque no consiguió un título superior. Para ella, que esté en la dirigencia es “inolvidable y fortalece a las mujeres, porque rompe el tabú, los hombres no piensan en la organización comunitaria”.
Liderazgo es servicio
En el encuentro con Correa, le pidió que los recursos para las agrupaciones indígenas bajen a las bases “y que se den a las organizaciones que tienen vida jurídica”, porque, a su criterio, “hay dirigentes que se han enriquecido a nombre de las organizaciones indígenas”.
Según ella, este sector no está de rodillas, sino que exige que se cumplan los derechos que le falta”. Pide que se respete la justicia indígena, “porque es un derecho… para nosotros justicia indígena es vivir en armonía”, pero que se debe coordinar con la justicia ordinaria.
Canguana indica que las organizaciones indígenas “no van a ser escalera de la derecha que nos ha llevado a movilizaciones a Quito para hacer negociaciones a puerta cerrada. Ahora invitamos aquí al Gobierno para que sea un diálogo abierto y todos sepan lo que estamos pidiendo, que este se dé de frente y no a puertas cerradas”.
“No somos lame platos de aquellos que ni siquiera viven en las comunidades”, sentencia.
En abril de este año asistió a un encuentro de la Ecuarunari, pero por más que quiso hablar, jamás la dejaron. Dice que Nina Pacari le gritó: “falsos líderes, correístas”. Ella respondió, sacándose el sombrero, “mil gracias”, porque para ella liderazgo es servicio al pueblo”.