Los “perdidos el año”, un problema social costoso
Guayas, Pichincha, Manabí, Esmeraldas y Tungurahua fueron las provincias con más estudiantes reprobados en el 2010. Según datos del Ministerio de Educación (ME), de los 3’856.249 alumnos matriculados en el país, 149.754 perdieron el año lectivo y se prevé que este año la cifra aumente.
Solo en Guayas se estima que unos 37.159 estudiantes no serán promovidos este año, de un total de 939.744 matriculados. A lo que se sumarían unas 35.974 deserciones.
“Rosa”, de 15 años, ahora forma parte de la estadística. Disimuladamente estira la manga de su saco blanco para secar las lágrimas que le brotan mientras lee su nombre en la lista de los “No promovidos”.
La estudiante de décimo año de básica no alcanzó los 14 puntos requeridos por la institución educativa para aprobar el ciclo lectivo. En los exámenes supletorios de Matemática y Ciencias Naturales apenas obtuvo un 11/20.
Siendo la mayor de cuatro hermanos, el fracaso académico se convierte en un lastre más pesado cuando piensa en la reacción que tendrá su madre, quien se convirtió en jefa de hogar a causa del divorcio.
Martha Lozano, rectora del colegio Manuela Cañizares de Quito, destaca el grave conflicto que las pérdidas de año significan tanto para los padres como para los hijos.
Los primeros porque se sienten frustrados y a veces defraudados, mucho más cuando reflexionan sobre las dificultades que traerá consigo el asunto: retraso escolar y problemas de rendimiento o de conducta.
En los alumnos reprobados, en cambio, la reacción es de inconformidad, rabia, tristeza, temor y hasta depresión severa.
La pérdida de año también representa un desperdicio de trabajo, energía e inversión económica de los padres y el Estado. En ese plantel, 250 jóvenes (9%) de los 3.500 matriculados, no obtuvieron la calificación mínima para aprobar el ciclo lectivo.
El sistema de evaluación incidiría en el rendimiento
Alfredo Astorga, de la Fundación Contrato Social por la Educación, considera que hay un estrecho vínculo entre el sistema de evaluación y las pérdidas de año, pues el modelo vigente no ofrece a los alumnos los estímulos necesarios para aprender, lo que incide negativamente en el rendimiento académico.
“Todos los logros alcanzados con la gratuidad de la educación se pierden si no hay cambios en la calidad del sistema. Es importante ofrecer una atención personalizada a cada alumno”, subraya el experto, tras anotar que hay una lucha constante entre lo caduco y lo moderno que muchas veces interfiere en la formación del estudiante.
La rectora del Manuela Cañizares es firme al manifestar que el estudiante no puede ser considerado como una simple ficha en un tablero, sino como un ser enormemente complejo, lleno de posibilidades y problemas familiares, sexuales y de subsistencias.
La necesidad de crear campañas a favor de los derechos es una constante, dice Lozano, y advierte que el país tiene el mejor Código de la Niñez y la Adolescencia de Latinoamérica, pero también se debe concienciar en la necesidad de informar sobre los deberes y obligaciones de los jóvenes de responder ante las oportunidades que el Estado ofrece, con la corresponsabilidad de los padres, pues no solo la institución tiene la responsabilidad.
Ahora hay muchas distracciones para los alumnos... el celular, la Internet, los programas de televisión y otros mecanismos que no educan. Esto no ayuda a la formación de la responsabilidad, sino que contribuye a la irresponsabilidad estudiantil. Los alumnos siempre están relajados, siempre dejando para otro momento las tareas, agrega.
Para Elizabeth Montenegro, Magíster en Educación, no debemos olvidar que el aprovechamiento escolar tiene relación con aspectos como el estado físico, la personalidad, crianza, disposición emocional, autoestima y el mal uso del tiempo libre, además la escasa influencia de los padres y adultos que rodean al menor.
Muchos jóvenes no canalizan bien sus fracasos, esto da lugar a que entren en estado de depresiones severas.
El psicólogo educativo Andrés Pérez considera que la pérdida de valores de la sociedad -por más que suene a una frase de cajón- están produciendo actitudes autodestructivas en este grupo etario.
Antes el suicidio en niños y menores de edad era inconcebible, pero en los últimos 10 años este fenómeno ha aumentado a niveles alarmantes. En Cuenca, la provincia con un alto porcentaje migratorio, se quitó la vida un niño de 13 años en el sector de Challuabamba; y hace unas semanas otro joven de 17 años se autoeliminó en Cumbe.
Una estadística del Departamento de la Juventud de la zona indica que en el 2010 los intentos de suicidio de esta población llegaron al 35,74% de atendidos profesionalmente. Es decir, de 680 pacientes atendidos en casa de salud por esta causa, 247 fueron adolescentes. En el año 2010 hubo más de 500 intentos de suicidio de adolescentes, de los cuales 35 se consumaron.
Según los datos de la Dirección Nacional de la Policía Judicial, de enero a octubre de 2010, se registraron en el Ecuador 611 casos de suicidios, que dividido para 10 meses equivale a un promedio de 61,1% suicidios cada mes, es decir, 2 suicidios cada día. De ese total, 137 se reportaron en Pichincha y 107, en Guayas. Es lo que va del 2011 este índice ha bajado.
Los potenciales suicidas son personas con depresión severa, familias disgregadas, o adolescentes y jóvenes que no han podido superar sus traumas sociales.
Pérez indicó que más del 85% de suicidios en el mundo es por depresión, enfermedad que se incrementa. Se habla de que el mundo tiene 200 millones de depresivos. Sin embargo, los suicidios no solo se dan por esta causa, sino por un factor grave de estructura de la sociedad ecuatoriana, especialmente de la familia. Coincide en que una de las causas de la desarticulación familiar es por el fenómeno de la migración.
Lozano recuerda que en Ecuador durante el 2010 se invirtió 4 mil dólares por alumno, esto incluye útiles escolares, subsidio de matrículas, mantenimientos de establecimientos y pago de maestros.
Pocos son los gobiernos que en la última década han apostado por invertir para promover una enseñanza más completa a los estudiantes, dice. La Organización de Naciones Unidas emitió un informe en el que detalla que la pérdida de año lleva al estudiante a engrosar las cadenas de la miseria, analfabetismo y el retraso en su salida al mercado de trabajo.
México es uno de los países que más recursos destina a la formación educativa en el mundo, con 5% de su Producto Interno Bruto (PIB), incluso por encima de Estados Unidos, cuyo porcentaje se ubica en 4,8%, y Alemania, con 4,2%. La poca inversión por alumno puede tener consecuencias negativas en el futuro, ya que no se explotan todas las posibilidades y además se genera desinterés en la enseñanza.