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El Telégrafo

La libertad de prensa demanda una Ley de Comunicación

La libertad de prensa demanda una Ley de Comunicación
03 de mayo de 2013 - 00:00

“Somba Pa-min” es el nombre de la emisora de radio de los Tsáchilas, dos términos que vienen del tsafiki, su lengua natal, que significan “hablando fuerte”.

Un título metafórico para las funciones que cumple este instrumento en la comunidad: proteger su cultura, su idioma y permitirles expresarse, ha dicho el gobernador de los tsáchilas, Gumercindo Aguavil, quien añadió que en este proyecto se integrarán  jóvenes y mujeres, con una programación que abordará temas culturales, históricos y la música de la nacionalidad.

Este medio de comunicación (se capta en el 102.5, frecuencia modulada), forma parte de las 14 estaciones radiales que integran la red de medios comunitarios, un proyecto del Gobierno Nacional iniciado en 2010, que, en su primera etapa, agrupa a nacionalidades indígenas, con el fin de promover y preservar las culturas, pero sobre todo para democratizar la comunicación.

La Secretaría de Pueblos, Movimientos Sociales y Participación Ciudadana y Nacionalidades, encargada de la red, ha señalado que  la meta es que hasta el año 2015 haya en el país 54 radios comunitarias. Pero ¿cuál es la trascendencia de este programa para el país?  

Es la primera vez, desde 1975, que se expidió la Ley de Radio y Televisión (durante la dictadura de Rodríguez Lara) que un gobierno acoge el mandato de la Constitución acerca del derecho que tienen las comunidades de acceder a frecuencias radiales o televisivas. En muchos países, este instrumento comunicacional  no tiene apoyo de los mandatarios ni  leyes que lo respalden.

En 1995, durante el gobierno de Sixto Durán-Ballén, se creó el Consejo Nacional de Radio y Televisión (Conartel), reformándose dicha ley. Entre los cambios se prohibía a los medios comunitarios la publicidad comercial, pero tampoco se los subsidiaba y se limitaba la programación, también se le cambió la denominación de comunitarias, por radios comunales. Pero para las comunidades las frecuencias se encontraban prácticamente negadas, en cambio el espacio radioeléctrico estaba abierto para quienes tuvieran  el dinero necesario o  las influencias pertinentes.

Un informe de la Contraloría publicado en el suplemento Blanco y Negro de diario Hoy (21/12/2007) indica que de 2003 a  2005 (gobierno de Lucio Gutiérrez) se concedieron varias  bandas de radio y televisión a miembros de la Asociación  Ecuatoriana de Radio (AER) ante el desaparecido Conartel.

José Ignacio López Vigil, miembro  de la Comisión para la Auditoría de las Concesiones de las Frecuencias de Radio y Televisión conformada por el gobierno para realizar una auditoría al sector desde 1995 hasta 2007, revela que en ese lapso se otorgaron casi  400 concesiones irregulares.

Mientras que de  ocho solicitudes de frecuencias para radios y televisoras comunitarias presentadas, tan solo se concesionó una durante los trece años de existencia del Consejo Nacional de Radio y Televisión.

El otro aspecto que resume el alcance e importancia de este proyecto, consiste en que al darle voz a las mayorías se institucionaliza  la construcción de una sociedad reconocida como plurinacional e intercultural en la Carta Magna.

03-5-13-act-radios-comunitariasUna inversión estatal, hasta el momento, de más de 3 millones de dólares, traducidos en equipamiento, capacitación, revela la importancia de este proyecto que, en su primera parte, ha beneficiado a catorce nacionalidades: shiwiar, zápara, andoa, waorani, kichwa amazónico, siona, cofán, shuar, achuar, de las provincias de Orellana, Pastaza, Sucumbíos, Morona Santiago; kichwa, de Imbabura; chachis y éperas, de Esmeraldas; y, tsáchilas de  Santo Domingo de los Tsáchilas.  

El valor de la radio como vehículo idóneo para las comunicaciones es indiscutible en cualquier lugar, pero en  sitios como la Amazonía, donde habitan etnias que hablan diferentes lenguas,la utilidad aumenta significativamente.

La emisora “Wao Apeninka”, del pueblo waorani, seescucha en más 56 comunidades asentadas en   Pastaza, Napo y Orellana. Tarimiat es una estación (93.5 FM) que transmite las 24 horas del día una programación en la que integrantes de las comunidades shiwiar, andoa, zápara, shuar y achuar, participan activamente.   

En este año está prevista incorporar 20 estaciones radiales más. Y hay ya más de cien solicitudes de  diferentes comunidades  que quieren acceder a este derecho. La Ley de Comunicación que será tratada en la próxima Asamblea Nacional, el 24 de mayo, otorga el 33% de frecuencias a medios públicos, 33% a los privados y 34% a los comunitarios.

EL SONIDO DEL TRUENO RETUMBA DESDE LAGO AGRIO, EN SUCUMBÍOS

Cristian Grefa, coordina, programa y locuta en Tsandad Jenfa (el sonido del trueno), la emisora cofán que transmite en el  90.9 FM, desde  Lago Agrio, en la provincia amazónica Sucumbíos.  

La función principal de Cristian, que habla cuatro idiomas, es transmitir comunicados. Los mensajes son muy importantes para mi gente, dice. Antes si queríamos enviar noticias teníamos que recurrir a las emisoras privadas, pero no nos entendíamos. Con las enormes distancias de acá, si alguien estaba enfermo, debía viajar o necesitaba algo, disponer de un medio en nuestra propia lengua facilita mucho las cosas, dice.

Otro aporte importante de este proyecto es que la transmisión en el habla nativa es un aporte esencial para la preservación y fortalecimiento de nuestro idioma, asegura. Considera también que la radio les permite estar en contacto permanente con distintas comunidades y enterarse más rápido de lo que ocurre en otros lugares del país.

Mantener una radio no es sencillo, señala Cristian. Actualmente la estación solo tiene un auspiciante: el programa Socio Bosque (ICAA II), aunque están próximos a firmar  un convenio con el Gobierno Autónomo Provincial de Sucumbíos. También  gestionan  auspicios con otras instituciones públicas y privadas.  

Aunque somos parte de la Red de Radios Comunitarias, uno de los puntos centrales que quedó en claro es la absoluta independencia para elaborar y emitir nuestra programación que es realizada desde la propia cosmovisión cofán: incluye saberes ancestrales (plantas medicinales, comida) música de las nacionalidades, subraya Cristian.     

La comunidad cofán está formada por 10 grupos, en este momento la radio llega a ocho.  Pero cuando la otra repetidora funcione, la recepción se ampliará a todo el pueblo cofán y a las otras nacionalidades que viven en  las provincias de Sucumbíos y Orellana.  Y también  el sur de Colombia.

La parte operativa de Tsandad Jenfa está manejada por cuatro personas de diferentes comunidades, de ahí que la transmisión se hace en tres idiomas: cofan (a’ingae), kichwa (runa shimi) y español, aunque el objetivo es poder difundir en las lenguas de las 5 nacionalidades, que existen en la provincia.

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