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El Telégrafo

La agenda política invoca un diálogo por encima del electoralismo

La agenda política invoca un diálogo por encima del electoralismo
23 de marzo de 2012 - 00:00

La izquierda ecuatoriana se volcó a las calles. Y es la misma que ahora se enfrenta con dos agendas políticas. Antes era la lucha contra el TLC y la deuda externa, entre otras demandas. Ahora un sector de esa izquierda, la que lidera la Conaie (y que de paso no acepta el uso electoralista de algunos dirigentes y ya muy pronto candidatos) se opone a la minería y reclama la Ley de Aguas, además hace una petición que sorprende a muchos: no quiere impuestos.

El otro sector, liderado por Rafael Correa, propone el diálogo, “las puertas abiertas de Carondelet”, con respeto y solo con aquellos dirigentes honestos y no comprometidos con la derecha ni con quienes apoyaron la revuelta del 30 de Septiembre. 

Si ayer hubo un diálogo fue el de las imágenes y discursos. En los dos casos los mensajes fueron claros: sacar al país de la pobreza, construir una democracia participativa, forjar otro futuro al servicio de la vida, no del capital. En eso no hay divergencia. Por el contrario, existe una coincidencia absoluta. Sin embargo, en algo no coinciden: con qué recursos y con qué modelo. ¿El dilema de siempre, “crónico”, de todas las izquierdas?

Y también hubo un  diálogo, cara a cara, en la Asamblea Nacional, que MPD y Lourdes Tibán intentaron torpedear. Lo trascendente es que  ayer se rompió el hielo y, como hermanos de la misma causa, la causa histórica de desarrollar un proyecto de izquierda para el Ecuador, se encontraron los dos sectores y hablaron en las calles de las leyes que concitan el conflicto democrático.

Con todo, hay algo que el sentido común destaca: los grandes perdedores de esta confrontación son, otra vez, aquellos políticos que quisieron usar la agenda política (en el mejor sentido de la palabra) de la Conaie para posicionarse electoralmente y confrontar con Correa, minar su credibilidad y popularidad. ¿Quiénes son? ¿No son los del Movimiento Concertación, algunos dirigentes empresariales y quienes, desde la izquierda, quieren ocupar un lugar en la Asamblea y en Carondelet con el apoyo indígena?

Paradójicamente, la derecha está de espectadora y Sociedad Patriótica en la soledad absoluta. Por lo visto, la izquierda se fortalece con sus divergencias, discrepancias y afinidades. No hay duda. Pero así mismo esa izquierda, en general, le debe este momento al país un debate abierto, transparente, sin amenazas ni chantajes para construir una agenda política de futuro, sin pensar en las elecciones ni en las candidaturas, identificando los verdaderos enemigos de la pobreza.

En esa agenda se deben colocar las razones de fondo que identifican a todo proyecto de transformación, sin idealismos ni fundamentalismos. En lo central esa agenda, construida desde el diálogo y no desde la imposición, también debe avizorar la defensa de la Constitución y la continuidad del proyecto iniciado en Montecristi que PAIS  forjó y los indígenas pobres apoyaron.

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