El frío y la lluvia acompañaron al candidato Alberto Acosta
El lunes 4 de febrero no fue precisamente el mejor para hacer campaña. Con el cielo gris como acompañante, los seguidores del candidato presidencial Alberto Acosta se congregaron en el parque Italia, en el norte de Quito.
Algunos reclinados, otros quietos o todos refugiados bajo los quioscos con sus banderas multicolores hacían tiempo hasta la llegada de su líder. Las franjas celeste y naranja (los colores del MPD) se convirtieron en improvisados paraguas. A las 10:00 lentamente el aguacero empezó a caer.
“La lluvia no nos parará, Acosta ganará”, se escuchaba. Una media hora después, el candidato de la Unidad de las Izquierdas llegó sin ninguna protección para el agua.
Una amplia sonrisa apareció en su rostro cuando observó a sus simpatizantes que tiritaban de frío. Abrazó a Gustavo Larrea, candidato a la Asamblea, y de inmediato empezó la caminata.
“Ni con esta lluvia dejaremos de recorrer Quito”, advirtió Acosta a un grupo de periodistas que lo acompañaba en su recorrido.
Junto al presidenciable estaba Juan Cuvi, ex combatiente de Alfaro Vive Carajo, encargado de repartir trípticos del Movimiento Popular Democrático. “Este man se viró, si estaba solo votaba por él”, comentó un joven mientras corría hacia la Universidad Central.
La caminata “iba porque iba” anunciaron los dirigentes, no importaba la lluvia y el frío. Y así empezaron los gritos y consignas de los militantes del MPD. “¡Costa, Sierra Oriente, Acosta presidente!”, repetían. Por allí sonó un “¡alerta, alerta, que camina...!”, que se quedó sin el final correspondiente.
Acosta vestía un jean, chompa azul y zapatos casuales. Esas prendas y su ya tradicional sombrero de Montecristi eran su única protección contra la lluvia.
A su lado caminaban Cuvi, quien no dejaba de repartir propaganda; Larrea, que mantenía la formalidad; y Natasha Rojas, también aspirante a legisladora, que se acercaba a tiendas y almacenes donde anunciaba: “Es el presidente Alberto Acosta, buenos días”.
Al llegar a la avenida Pérez Guerrero, Acosta se detuvo para saludar a la gente. Muchos, con curiosidad, le extendían la mano, otros lo seguían con la mirada.
-“¿Qué es pues?... ve, los chinos han salido a las bullas”.
-“Es Acosta, está con el MPD y con los de Pachakutik”.
Ese fue el diálogo de dos mujeres mientras la marcha llegaba al sector del parque La Alameda.
La escena nunca cambió, pese a que la lluvia era cada vez más fuerte. El grupo de simpatizantes estaba empapado, al igual que el propio Acosta, pero el rostro del candidato nunca denotó cansancio o hastío.
“Acá abajo hay un cafecito”, anunció Cuvi cuando la caravana estaba cerca de la Plaza del Teatro. En broma Larrea respondió: “El Juan nos va a invitar a toditos”.
La marcha contaba aproximadamente con más de cincuenta seguidores, la mayoría estaba compuesta por militantes del MPD. Pulseras, folletos y volantes eran repartidos en las calles del Centro Histórico de Quito. Al llegar al Teatro Nacional Sucre la caminata se dispersó. Acosta subió a su auto, al igual que Larrea y Cuvi. Todos se marcharon.
Los seguidores por unos minutos no sabían a dónde dirigirse. Natasha Rojas los encaminó hasta el sector de La Marín. Al preguntarle a ella por la agenda de Acosta, respondió: “Se fue a cambiar de ropa porque estaba empapado, al igual que los demás, pero el encuentro es en el sur de Quito en la tarde, en la Villaflora. Ahí nos concentraremos”.
Allá el panorama mejoró por la presencia de más simpatizantes. En el sur de la capital la mayoría de seguidores era de jóvenes, amas de casa y algunos militantes de Pachakutik. “Yo sí lo sigo a Acosta, él no tiene la culpa de que le acompañen partidos viejos, con que no le traicionen cuando sea Presidente”, expresó Marco Segovia, un simpatizante que veía de lejos las banderas emepedistas.
Acosta llegó al lugar. Este diario quiso conversar con él, pero la primera respuesta fue una fría mirada, esquivó la cámara y a la grabadora luego de que se le preguntara:
“Economista Acosta, ¿cómo evalúa este proceso electoral, pues es su primera vez como candidato a la Presidencia?”. Su respuesta fue: “Las preguntas de El Telégrafo por escrito, por favor, para dejar constancia de lo que he dicho. Dígale a Orlando (Pérez, director del diario) cuándo será la entrevista que me ofreció hacer, él quedó en mandarme las preguntas por escrito. ¿Cuándo lo va a hacer?”. Sin decir más se marchó y sonriente atendió a un medio de comunicación privado.
La caravana empezó 10 minutos antes de las 16:00. Acosta se subió en una camioneta Chevrolet. A su izquierda estaba de nuevo Natasha Rojas y del lado derecho Lourdes Tibán, candidata a asambleísta nacional por la alianza.
Al igual que en la mañana, Acosta siempre mantuvo el pulgar alzado saludando a las personas, algunos correspondían el gesto, otros solo observaban, pero también hubo quienes . brindaban su apoyo. Los tres siguieron con su rumbo tomando en cuenta las diversas reacciones.En Solanda regalaron cuadernos con imágenes del mítico guerrillero Ernesto “Che” Guevara y del binomio Acosta-Caicedo. Para mitigar en algo el frío tomaron un vaso de morocho.
La tarde llegó a su fin y la caravana también. El recorrido terminó en el sector de Guamaní, donde Acosta se bajó de la camioneta y siguió en su automóvil. Antes que él, Lourdes Tibán estaba refugiada en otro vehículo, pues el frío de la ciudad no le permitió continuar en la camioneta junto a su candidato. Los demás carros que acompañaban al presidenciable se dispersaron. Ya era hora de reunirse en privado y planificar la jornada del día siguiente.