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El Telégrafo

Desde hace 3 años Rizzo lucha por su afiliación

Desde hace 3 años Rizzo lucha por su afiliación
20 de abril de 2011 - 00:00

A temprana edad Patricia Rizzo aprendió a realizar los quehaceres domésticos. Era un oficio que le gustaba, pero no pensaba que le serviría para ganarse el pan de cada día.

Con un registro de excelentes calificaciones, a los 15 años de edad la joven se auguraba un futuro emprendedor, mas la inquietud de su adolescencia  la condujo a un embarazo y debido a su difícil situación económica tuvo que abandonar sus sueños y cambiar los libros por el mandil.

Con el nacimiento de su hijo, Patricia se convirtió en una madre soltera, por ello se vio obligada a trabajar como empleada doméstica. Cuando cumplió 17 años  pensó darse una oportunidad para retomar sus estudios, pero nuevamente quedó embarazada, por lo que tuvo que continuar trabajando ahora para sustentar a sus dos  hijos.

Desde aquella fecha ya han pasado diecinueve años y Patricia aún labora de empleada doméstica en una residencia al norte de Guayaquil. Han sido muchas las viviendas en las que ha prestado sus servicios, diferentes patrones, unos más o menos gentiles que otros; pero todos tienen una característica similar, y es que ninguno la ha querido afiliar a  la seguridad social.

La joven mujer comenta que antes esta situación no le importaba, pues estaba acostumbrada a negociar con sus jefes un contrato verbal, que incluyera un salario y el pago adicional de transporte diario. Sin embargo, ahora sí considera una prioridad que todos los empleados accedan a este beneficio laboral y califica como un “avance significativo”  que en el actual  Gobierno se haya establecido como obligación que todos los  patronos afilien a sus colaboradores al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS).     

“Para nosotras esto es bueno, porque en este oficio el sueldo es bajo, a pesar de que hacemos de todo, y no nos alcanza para  gastos médicos. El seguro nos ayudaría mucho”, comenta.

Patricia  va a cumplir tres años trabajando con la misma familia y ha  pedido  que la afilien, pero sus patronos  se han negado. “Hace tiempo que les digo que me afilien, pero me dicen que no es necesario y que así estoy mejor, porque me reconocen el transporte”, menciona la mujer que limpia, cocina y lava, trabajo por el cual percibe un salario básico mensual.

A pesar de la negativa de sus jefes Patricia insiste en estar afiliada a la seguridad social y afirma que buscará un trabajo donde le reconozcan ese derecho, porque quiere gozar de los beneficios que el Seguro brinda y asegurar su futuro con una jubilación. “Tengo casi veinte años trabajando en este oficio, uno de los  más sacrificados, porque uno deja de ver a su propia familia por atender la ajena. Las vacaciones de los patrones son trabajo para uno, porque si no nos dejan cuidando la casa, nos llevan hasta donde van para que se los atienda”, menciona.

La esperanza de Patricia ahora está alojada en sus dos hijos varones, quienes gracias a su esfuerzo recientemente se incorporaron de bachilleres. “Ellos son mi orgullo y cuando los veo sé que todo el esfuerzo valió la pena y los seguiré apoyando para que tengan un trabajo digno”, sentencia la mujer.

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