Al mejor ecuatoriano de la historia le sobran méritos
El general Eloy Alfaro Delgado fue elegido, en un concurso nacional organizado por un canal de televisión (2005), el “Mejor ecuatoriano de todos los tiempos”. El “Viejo Luchador”, que es como el pueblo reconoce al militar y político, al estallar la Revolución Liberal el 5 de junio de 1895 en Guayaquil, fue proclamado jefe supremo.
El 12 de enero de 1897, una Asamblea Constituyente lo eligió presidente de la República y, una vez que consolidó el triunfo liberal, estableció la separación entre la Iglesia y el Estado e inició la construcción del ferrocarril Quito-Guayaquil. En su segundo gobierno (1906-1911) impulsó a la enseñanza pública y ejecutó impostergables obras de infraestructura.
Luego de las elecciones de 1911, Alfaro se arrepintió de haber apoyado a Emilio Estrada y buscó la renuncia mediante la convocatoria a un congreso extraordinario. Los hechos posteriores, engendrados por la traición y el poder de la plutocracia, están registrados por la historia: en Quito, el 28 de enero de 1912, una turba asaltó la prisión y acabó con Eloy Alfaro, su hermano, sobrino y varios coidearios. Sus cuerpos arrastrados por la ciudad fueron quemados en El Ejido.