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Una leyenda urbana que se transformó en galería

Una leyenda urbana que se transformó en galería
03 de agosto de 2011 - 00:00

Taxistas, comerciantes, transeúntes y habitantes del sector:  todos tienen una historia diferente... Que se trata de una casa que perteneció a un padre esquizofrénico que asesinó a su familia, que hubo  desacuerdos al momento de la repartición de una herencia o que su propietario murió mientras disfrutaba de los placeres de la carne  son las versiones más sorprendentes sobre el motivo por el cual esta vivienda, ubicada en  Higueras y Costanera, en Urdesa Central, se encuentra deshabitada desde su construcción hace casi 40 años, tejiendo una especie de misterio a su alrededor.  

Sus tres plantas, habitaciones con altillos de madera, pisos  de mármol, paredes empedradas, amplios espacios empolvados, bañeras llenas de escombros y sin estrenar, glorietas con maleza, un muelle que ya no existe y pasadizos interiores, guardan memorias que nadie conoce en su totalidad y que forman  parte del imaginario colectivo guayaquileño.

Uno de los aspectos que más intriga  a los moradores del sector es que la construcción posee  un compartimento subterráneo, al que se puede acceder por la escalera principal... Así lo recuerda Ángel Martinez Calderón, un adulto mayor que tiene un negocio de venta de comidas diagonal a esta vivienda, en la calle Manuel Rendón. 

3-8-11-casa-embrujada-urdesa02“De lo que yo sé, el antiguo dueño, al que la gente del sector llamaba ‘Ramillete’, era contrabandista de refrigeradoras, cocinas y otros electrodomésticos... Por eso hizo el subterráneo, para la mercadería”, dice Martínez, quien tiene 50 años viviendo en esa zona, a la que llegó cuando la enigmática casa aún no estaba construida y en aquel punto había únicamente un terreno vacío, con salida al Estero Salado.

Sin embargo, la vivienda que se mantuvo durante décadas como una leyenda urbana, fue visitada por decenas de personas el fin de semana pasado, quienes acudieron a la “Expo Inmundicipal”, organizada por Daniel Adum Gilbert en este sitio y que contó con la participación de más de 10 artistas. 

Adum es el último  arrendatario del inmueble, y conoce parte de esa historia oculta.

“Esta casa la construyó un señor llamado Marco Ramirez, tío de un amigo mío. Él tenía negocios en una bananera y en 1983  la plantación se inundó... Dejó la casa  muy avanzada, incluso habían adquirido algunas cosas como alfombras traídas de Italia”, explicó.

El artista presume que, a causa de la deuda la casa fue embargada por una institución financiera, una opinión con la que, según  lo que ha observado, coincide Niséforo Miranda, conserje del condominio que se encuentra al frente de la vivienda y quien trabaja en el sector desde hace más de 30 años.

“Esta casa siempre ha estado vacía. Por un tiempo hubo guardias de un banco, por lo que creo que fue incautada”, expresa Miranda. 

Daniel Adum asegura que llegó a ella por una “mágica coincidencia” -así la  denomina- pues fue a través de un ciudadano italiano que es el propietario actual de la construcción y que prefiere mantener su nombre en reserva.

3-8-11-casa-embrujada-urdesa03“Nos conocimos en Montañita y al verme me preguntó si yo era el que había estado pintando en las paredes de su casa. Le pedí que me permitiera montar en ella  un taller de arte y le encantó la idea. Ahora la tengo alquilada desde hace 3 meses”, añadió.

Es que Daniel, al igual que muchas otras personas que residen en este sector de Urdesa, han sentido inquietud por conocer  lo que escondía la misteriosa vivienda abandonada.

“Desde hace unos 7 meses ingresé por  4 ó 5 ocasiones para ver qué había dentro”, aseguró.

Y es esta curiosidad según Francisco Gallegos, quien lleva 20 años viviendo en  la calle Costanera, la que ha empujado a muchos jóvenes a ingresar al inmueble abandonado, en búsqueda  de una aventura.

“A veces se ha visto entrar a chicos a fumar y consumir alcohol”, afirma, al tiempo que recalca el desgaste que ha tenido la vivienda con el pasar de los años.

Sin embargo, desmiente que durante la noche se escuchen gritos, aullidos  y lamentos o que en algún momento él u otros vecinos hayan sentido alguna presencia paranormal. “Nadie pena allí”, dice Gallegos. 

“Hemos rebuscado en toda la casa y en las habitaciones haciendo limpieza y no hemos encontrado ningún cuerpo ni nada raro”, dice Daniel entre risas.    

Sin embargo, añade de forma sarcástica que aún les falta por buscar en el fondo de la piscina, medio  llena de  agua verdosa y hojas secas.


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