El cliente llega y lee los nombres de los platos que ofrece Pollos a la brasa Barcelona. Se decide y se acerca a la caja para cancelar su pedido.

-Quiero un “Matador” bien despachado y un “Pepe Pancho”, pero con mucho “Piquetero” para llenarme- solicita el comensal.

Minutos después lo que llega a su mesa no es ni el ex goleador torero, ni el recientemente retirado arquero y mucho menos el legendario zaguero canario que jugó en el Vasco da Gama brasileño. Lo que el cliente recibe es un aguado con presa, más seco de pollo y una porción de arroz. Era eso lo que había pedido, pero con los nombres de “Matador”, “Pepe Pancho” y “Piquetero”. Y aunque se trata de platos típicos, sus nuevos nombres atraen en el local que desde hace nueve años está situado en las calles Sucre 609-611 y Boyacá.

La historia de Pollos a la brasa Barcelona surgió en 1968 con los medio hermanos Ángel Vera y Vicente Cabrera en Sucre y Rumichaca. Luego se mudaron a Rumichaca y Diez de Agosto durante la década del 70, en que el primero de los socios abandonó el negocio, según Ángel Encalada, lojano de 56 años que es uno de sus actuales propietarios desde 2002.

Cuenta Encalada, quien comparte el negocio con su esposa Luz Riofrío, que adquirió el local por sugerencia de su medio hermano Víctor Gálvez, que vendía camisetas en Sucre y Boyacá, frente al actual comedor.

De aquel local de madera y caña que adquirió, ahora su asadero es un edificio con dos plantas (la segunda se inaugurará este año) donde los platos más económicos son: “La delicia de Pinto” (moros de lenteja con huevo frito) y “La chilena del artista” (octavo de pollo con ensalada de tomate, pepino, lechuga, cebolla y patacones).  Según Encalada este plato se llama así en honor al volante brasileño Victor Ephanor, uno de los jugadores emblemático de Barcelona en la década del 80.

La primera opción cuesta 1 dólar y medio, mientras que la segunda uno con ochenta.

Lo más caro del local es “La goleada a lo Barcelona”, que cuesta 12 dólares y consiste en un pollo entero con la misma ensalada que plantea “La chilena del artista” de la que pueden comer 10 personas.

Pollos a la brasa Barcelona tiene un espacio en Facebook (http://www.pollosalabrasabarcelona.com/) y un portal (www.pollosalabrasabarcelona.com) que ofrece servicios a domicilio y catering. Además acepta reservaciones al teléfono 042-322594.

Otro de los actractivos del sitio es la visita de jugadores del equipo profesional de Barcelona. Entre los que han visitado el local constan: el argentino Juan Manuel Llop, ex técnico torero; su compatriota Marcelo Trobbiani, ex vicecampeón de América con los amarillos en 1990; Flavio Perlaza, ex lateral derecho; el arquero Máximo Banguera, actual arquero del equipo y de la selección nacional que juega la Copa América en Argentina, entre otros.

La jornada en el asadero empieza a las ocho de la mañana cuando llega el camión que reparte los pollos. Dos horas después las puertas del local se abren para el público.

Según Encalada, quien antes de adquirir el negocio se dedicaba a confeccionar jeans, compra un promedio de 80 pollos diarios, aunque la cifra aumenta durante los fines de semana y feriados.

La actividad de las ocho personas, que laboran en el comedor, se intensifica entre la una y dos de la tarde. A esa hora el plato más pedido es “El pulgarcito” (en homenaje al ex marcador izquierdo Claudio Alcívar) Se trata de arroz con menestra y pollo y cuesta 2,50 dólares.

Otras opciones son: “Pestañita” (aguado de menudencias, 1 dólar y medio); “El favorito de Cañarte” (moros de lenteja con carne asada, 2 dólares y medio); “La sazón de Madruñero” (sopa de pollo, 2 dólares); “El frentón” (arroz con menestra y chuleta, 3 dólares y medio); “Clásico torero” (la misma menestra, pero con carne y el mismo precio); “La receta de Trobbiani” (porción de maduros, a 80 centavos); “Media goleada a lo Barcelona” (medio pollo asado con ensalada (6 dólares,  alcanza para al menos cinco personas).

Por el momento funcionan dos locales de Pollos a la brasa Barcelona, ambos en la misma cuadra.

Según Encalada, hace más de seis años abrió un sitio esquinero, mientras construía el actual edificio en el que él, su esposa e hijas también atienden a sus clientes hasta las ocho de la noche.