Troncales de la Metrovía afectan actividad comercial
Flor Sánchez tiene más de dos décadas viviendo en la ciudadela Tulipanes, al sur de la ciudad, y hace casi 15 años montó una despensa a un lado de su vivienda, ubicada en la avenida Domingo Comín.
Según moradores del lugar, la tienda de doña Flor, como se la conoce, era una de las más grandes y mejor surtidas. Actualmente, el lugar que antes ocupaba el negocio de Sánchez es usado solo como bodega.
“Lo cerré hace años cuando las ventas comenzaron a bajar”, explicó la mujer. El declive del negocio coincidió, según la ex comerciante, con la operación, en 2006, de la primera troncal de la Metrovía.
Un recorrido realizado por este diario constató que en el tramo que comprende las avenidas Roberto Serrano y Domingo Comín, y las calles Eloy Alfaro y Chile, donde transita la primera de las troncales inauguradas por el Municipio de Guayaquil, varios negocios han cerrado sus puertas y otros están por hacerlo.
Los antecedentes de bajas ventas también comienzan a preocupar a los propietarios de los comercios ubicados cerca de la troncal 2 (avenida 25 de Julio, desde la Pío Jaramillo hasta Emelec, y la calle Pedro Moncayo desde Letamendi hasta Padre Solano), la cual está en construcción.
El denominador común observado en esas zonas es la falta de espacios para el estacionamiento provisional de vehículos, lo cual afecta en cierta medida las ventas.
Restricciones en calles
La tienda de abarrotes de Sánchez tuvo ciertos problemas con el Cabildo porque, con la llegada del paradero de la Metrovía, cambió también la condición catastral de su vivienda. “Desde hace casi seis años se nos considera como zona regenerada y eso también trajo nuevas exigencias, como el color y tamaño del letrero del local”.
Los cuatro carriles de la Av. Domingo Comín, en este sector, quedaron reducidos a dos y esto también provocó restricciones en el tránsito de vehículos.
Narcisa González es la propietaria de Latino, donde vende pollos a la brasa desde hace 25 años, en Floresta 2, sobre la Av. Domingo Comín. La falta de espacio para que se estacionen los vehículos afectó las ventas en, al menos, el 50%.
“Muchos clientes que solo venían por comida para llevar fueron los primeros en desaparecer al no tener un lugar en dónde estacionarse”, afirmó González.
En lo que respecta a la avenida Roberto Serrano, la actividad comercial es prácticamente nula. En varias viviendas se ven puertas corredizas de metal que permanecen cerradas y, en una cantidad menor, también se aprecian rótulos de locales comerciales.
Mientras que en el sector de la calle Eloy Alfaro hay varios locales con letreros de “Se vende” o “Se alquila”. Augusto Espinoza, dueño de una tienda en Eloy Alfaro y Gómez Rendón, ratificó que existen comercios que están sin funcionar por varios años. “Tres locales de ropa cerraron al pie de uno de los carriles de la Metrovía, porque tuvieron dificultades para recibir y entregar mercadería”.
Los lugares a los que se refirió el comerciante quedan ubicados a pocos metros del paradero “La Providencia” del sistema de transporte urbano.
En las puertas metálicas de estos espacios se observa el letrero de “Se vende”. Según moradores, el sitio no es adecuado para un nuevo negocio.
Mario Calle lleva casi 3 décadas viviendo en la intersección de las calles Cuenca y Chile. Hace casi seis años pensó en colocar una ferretería allí, pero desistió cuando comenzaron las obras de la Metrovía.
“Como colaboré en la Comisión de Tránsito me percaté de que habría problemas en la zona, porque se reduciría el espacio para estacionar. Por eso desistí de emprender un negocio aquí”.
Los automotores que circulan por las intersecciones de Eloy Alfaro, con calles como Brasil y Coronel, tienen prohibido girar a la izquierda, medida que los obliga a desviarse por el paso elevado o transitar por el sector de la Bahía.
Nuevos inconvenientes
Propietarios de varios locales que se encuentran al pie de los paraderos de la troncal 2 de la Metrovía advirtieron que comienzan a registrar una disminución de las ventas desde que iniciaron las obras.
Enriqueta Carrillo es propietaria de una ferretería en la esquina de Pedro Moncayo y Manabí desde hace 9 años y paga $ 450 de alquiler por el local que utiliza para su negocio. Desde hace un par de meses, aseguró, está atrasada en el pago de la renta y lo que consigue por las ventas “ya no le alcanza ni para ella”.
La calle Pedro Moncayo actualmente es de tránsito irregular. En algunas intersecciones, incluso, las obras de la Metrovía han propiciado espacios temporales de parqueo, aunque esta situación tampoco ha beneficiado a Carrillo. “De todas maneras hay dificultades para que se estacionen frente a mi negocio porque obstruyen el tráfico”.
La panadería San Agustín, frente al paradero y colegio homónimos, registra un 30% menos de ventas desde hace ya algún tiempo, según Gualberto Flores, administrador del local. “Dudo que las ventas se levanten porque los clientes que paraban aquí con su carro ya no podrán hacerlo sin incomodar a otros choferes”.
La fundación Metrovía planea construir también una troncal en la calle Portete, y varios comerciantes han presentado quejas por potenciales pérdidas.