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Entrevista / Paolo Marangoni Soravia / Director ejecutivo de Aprofe

"Renuncié a toda nacionalidad porque quise ser solo ecuatoriano”

Foto: Alfredo Piedrahita / El Telégrafo
Foto: Alfredo Piedrahita / El Telégrafo
21 de junio de 2015 - 00:00 - Gabriela Samaniego y Juliana Vélez

El olor a café invade todos los rincones de su oficina. De una antesala aparece Paolo Marangoni, a quien sus 91 años no le han minado la memoria ni el deseo de mejorar como ser humano cada día.

De una pared cuelgan decenas de reconocimientos al esfuerzo y constancia de una institución como la Asociación Pro bienestar de la Familia Ecuatoriana (Aprofe) que con más de 50 años de vida institucional se ha convertido en un referente de la salud familiar en el país.

Su creador, Paolo Marangoni, es quien da cuenta de todos los logros de la institución. Hombre de hablar pausado, que maneja con prudencia sus gestos y comentarios sin que eso le impida ser crítico.

Precisamente ese aplomo con la vida se evidencia en su trabajo, ese que empezó como la decisión responsable de acompañar a Ecuador a su padre, quien padecía de una enfermedad grave.

Llegó con la meta de quedarse por seis meses; pero, al llegar, este doctor -graduado como médico cirujano en su natal Trieste (Italia, 1924)- tuvo una sensación muy grande que para él no es fácil de describir. Cuando bajó del avión por las escalerillas ya se sentía parte del país y de Guayaquil.

Luego de la muerte de su padre, Paolo se hizo cargo de la fábrica de pinturas, la cual manejó con aplomo, convirtiéndola en la reconocida marca Sherwin Williams del Ecuador; pero, además de la responsabilidad por la industria, sus ganas de quedarse en este país se incrementaron cuando conoció a la hermosa guayaquileña Rosita Bertini, de quien se enamoró, se casó y fue muy feliz.

“La pasé muy bien toda la vida hasta hace 4 meses cuando mi mujer murió, esto lógicamente me ha dejado un vacío”.

En la actualidad no solo dice ser ecuatoriano sino sentirse como tal. Cuenta que un día, en un viaje junto al expresidente José María Velasco Ibarra, el mandatario le preguntó: ¿Se siente usted ecuatoriano o italiano?

Y enfáticamente respondió: Totalmente ecuatoriano, señor Presidente, renunciando a toda nacionalidad, para ser ecuatoriano.

A pesar del progreso industrial que tuvo su fábrica de pinturas, su vocación de servicio lo llevó a finales de la década del 50 a interesarse por los efectos del crecimiento de la población.

Comenzó a dictar charlas y a buscar contactos internacionales relacionados con la planificación familiar. Desde entonces, Marangoni ha realizado varias labores, haciendo posible el derecho a la planificación familiar dentro del país.

Se aproximan los 50 años de Aprofe, y a sus 91 años, Paolo Marangoni, acompañado de su hija Larissa, sigue al frente de esta idea que busca transformar y lograr una sociedad equilibrada y responsable.

Se trata de un hombre que no tiene reparos en decir lo que piensa. Trabajador y dedicado.

Cuenta que el día que se vaya de la institución, lo único que se llevará de su oficina serán las fotos de los nietos, porque el resto es de la comunidad y de los pacientes que asisten a diario.

De lo que sí está seguro es que su trabajo ha sido fecundo y desinteresado. Esa energía que le pone a cada una de sus acciones ha generado que a lo largo de los años la institución logre varios reconocimientos, que han sido otorgados gracias a su excelente e intachable trayectoria académica y participación en casos de salud y planificación familiar.

Entre el más reciente figura el reconocimiento otorgado por la Organización Internacional para la Capacitación e Investigación Médica (IOCIM), que fue dirigido tanto para la institución como para algunos médicos destacados. La premiación se realizó entre el 18 y 20 de mayo, en Arequipa-Perú.

Eso lo llena de satisfacción porque no solo reconoce su labor, sino también la de todo el cuerpo de médicos que conforman la institución.

¿Cómo surgió la idea de preocuparse por la planificación familiar en Ecuador?

Cuando llegué al país me preocupó el crecimiento demográfico incontrolable y la paternidad irresponsable. En ese momento sentí la necesidad de comunicar a la población ecuatoriana todos los beneficios de la planificación familiar.

Acompañado de 14 jóvenes visionarios, teníamos una idea en común: crear una asociación de ciudadanos dispuestos a hacer propios los conceptos de planificación familiar.

Algunos de estos personajes dejaron la asociación y otros dieron con orgullo y desinterés su tiempo y trabajo. Siempre pensé que era mi obligación llegar a las masas y convertir a Ecuador en el segundo país en ocuparse de la planificación familiar.

¿Cómo se inició la Asociación Pro bienestar de la Familia Ecuatoriana (Aprofe) y cómo ha logrado mantenerse a lo largo del tiempo?

Nace como una entidad sin fines de lucro, dirigida a todos los sectores. Nació legalmente el 31 de agosto de 1965, con solo un escritorio de madera y en un espacio reducido, así la Asociación Pro bienestar de la Familia Ecuatoriana empezó con sus primeras consultas.

El grupo fundador de Aprofe sintió que el 50% de la humanidad, conformada por mujeres, representaba una enorme parte al desarrollo y estructuración de la sociedad.

Al principio fue difícil, debido a que el dinero solo alcanzaba para cubrir los gastos de los servicios básicos y la remuneración de la asistente, pero poco a poco salimos adelante.

El dinero para financiar la reciente institución provenía de la ayuda que brindaban algunos de los jóvenes visionarios, los cuales, a pesar de estar en el exterior, seguían apoyando esta idea.

Trabajaron activamente en programas para el mejoramiento integral de la mujer. No decayeron ante las barreras de grupos conservadores.

¿Todos los proyectos de Aprofe están vinculados a la planificación familiar?

En realidad siempre nos hemos enfocado en salud sexual y reproductiva, dirigida tanto para hombres como para mujeres.

Ahora realizamos varias actividades que involucran la participación de jóvenes, adultos y la familia en general.

Brindamos programas sociales, culturales, donde personal de la institución, con un espíritu humanista, viaja por diferentes lugares buscando problemas relacionados con la planificación o temas de la sociedad.

De esta labor se encarga la vicedirectora Larissa Marangoni, quien tiene bastante experiencia en el mundo del arte y que trata de relacionar temas de salud con ayuda social.

¿Cuáles son los objetivos por los que trabajan día a día?

Uno de los principales objetivos que nos planteamos desde el comienzo es informar, motivar y educar en la salud sexual y reproductiva, con énfasis en: planificación familiar, educación sexual, prevención sobre el uso de drogas y alcohol, infecciones de transmisión sexual VIH/sida y prevención de cáncer.

¿A pesar de haber iniciado como un dispensario pequeño han crecido y ahora están en varias ciudades?

Las primeras sedes estaban en la calle Chile y en la maternidad Enrique Sotomayor. Luego abrimos otra en la clínica Mosquera, de Quito, y en el hospital San Vicente de Paúl, de Cuenca.

Ahora estamos en Ambato, Babahoyo, Loja, Machala y Santa Rosa. En Guayaquil existen varias sucursales, tanto en el norte como en el sur y la Clínica de Cirugías y Partos. (I)

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