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El Telégrafo
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El Canopy y rocódromo tienen su espacio en Samanes

Los turistas llegan de todos los rincones del  país. Escalar las rocas es el principal atractivo.
Los turistas llegan de todos los rincones del país. Escalar las rocas es el principal atractivo.
Foto: Gabriela Samaniego Rivas
27 de octubre de 2016 - 00:00 - Gabriela Samaniego Rivas. Estudiante de la UIDE

Los senderos del Parque Samanes, ubicados en la Francisco de Orellana, frente al área de canchas y junto al complejo deportivo de Emelec, se han convertido en un lugar muy visitado por las familias porteñas.

El lugar cuenta con plazoleta, local de comidas, pérgola y baterías sanitarias, además tiene un puente de 84 metros lineales que atraviesa un humedal, un sendero rústico de 7 kilómetros para ciclovía, 1,2 kilómetros de sendero adoquinado y 2 torres de observación.

Se convierte en el lugar perfecto para los ciudadanos que buscan distracciones más exigentes de lo cotidiano, ya que pueden disfrutar del rocódromo y las torres de canopy de 16 y 22 metros de altura, con un recorrido de 250 metros cada una, aproximadamente; mientras que el rocódromo tiene 14 metros de altura. Estos servicios funcionan  los jueves y viernes, de 09:00 a 17:00, y los fines de semana y feriados, de 08:00 a 17:00.  

El deporte extremo

El canopy es una actividad que permite deslizarse entre las copas de los árboles en medio de estructuras intermedias. Se emplean poleas, arneses y un sistema de control sujeto por cables.

Antes de comenzar, el guía le da al turista una charla instructiva y de seguridad. Ahí se explica brevemente cómo realizar la actividad,  los riegos que pueden presentarse, el comportamiento y las medidas de seguridad.

“Cumplimos con todos los parámetros cuando alguien decide subirse, tanto al canopy como al rocódromo”, dice Andrés Rosado, guía especializado.

En el rocódromo los visitantes pueden ascender hasta 14 metros.
“Ahora tenemos verdaderos espacios públicos para disfrutar en familia o con amigos. Se trata de un lugar tranquilo, diferente, rodeado de naturaleza y armonía”, asegura

Andrés Tómala, de 27 años, quien realiza deportes acompañado de sus amigos. La infraestructura es parte de la segunda etapa de este espacio verde con 137 hectáreas y una inversión de $ 10’282.528.

Guayaquil tenía apenas 0,5 metros cuadrados de espacios verdes por habitante antes de esta obra, aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda al menos 9 metros cuadrados. “Es una gran edificación”, dice sobre el parque Samanes, Lorenzo Tutasi, de Chimborazo. (I)     

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