En las calles 9 de Octubre y Rumichaca, Marco Morales, uno de los trabajadores invidentes que laboraron hasta hace un mes en la primera calle, hace pocos días se trasladó al local entregado por el Cabildo, junto a la tienda de electrodomésticos Marcimex.

Desde la acera  frontal parece que el quiosco de metal, pintado de verde, está vacío, porque la parte donde se exhiben los productos está de espaldas a la 9 de Octubre. Esa es una de las razones, cree Morales, por las que las ventas aún son bajas. “Actualmente saco solo para el diario ($ 7)”, asegura el trabajador informal, que es parte del colectivo de ciegos que acordó con el Municipio estar parcialmente en dos esquinas distintas.

Morales expresa que antes le quedaba algo de ganancias para ahorrar, pero le queda como consuelo que en octubre vencerá el plazo acordado para que se coloquen los módulos individuales para comerciar de forma masiva las comidas de piqueos y los estuches de celular.

En el mismo local, con capacidad para más personas, deberían trabajar dos invidentes más, pero hasta el mediodía de ayer solo se observaba a Morales.

En la misma intersección, pero al otro lado de la acera, Luis Quishpe también es el único de los invidentes que ocupa el local asignado temporalmente por el Cabildo. Junto a su esposa acomodó los dulces que siempre ha vendido, y cachitos. “Las papitas en funda son un nuevo producto, porque de este lado ya no compran dulces”.

Quishpe está preocupado porque desde que salió de la 9 de Octubre las ventas han bajado, pero también le inquieta que no todos sus compañeros están en los quioscos otorgados. “Algunos ya no vienen, prefieren ir a las calles a vender, porque en el local el comercio no es igual que al de la calle”, explica.

Por la vía principal de la urbe, aún se observa laborar a quienes no alcanzaron a ubicarse en los cuatro locales instalados por el Municipio.

William Muñoz, otro de los invidentes que están temporalmente en un local, ahora trabaja en el  Malecón Simón Bolívar. A la altura de la calle Colón.

Una especie de cabina es el nuevo lugar en el que vende sus productos. Según Muñoz, las características del lugar, un puesto individual en un sitio transitado, reúne las características del espacio que andan buscando. “Me va bien aquí los sábados y los domingos”, expresa el comerciante invidente.

El sitio, que es de cemento, tiene una silla y una ventana que sirve de vitrina a chupetes, caramelos y juguetes infantiles. “Nosotros hemos propuesto que así sea el local que nos facilite el Municipio de Guayaquil”.

Según él, aunque aún no firman el acta de compromiso que ratifique que ya no estarán en las calles céntricas vendiendo, hay la intención de que todo quede listo en octubre.

Los puntos en los que extraoficialmente trascendió que podían laborar, según la propuesta municipal,  son Santa Elena, Rumichaca, Escobedo, Chimborazo, Chile, Córdova y Pichincha.