Las normas de higiene dictadas por el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot Saadi, para ingresar a la promocionada playa artificial Coviem, construida en el sur de la ciudad, generaron rechazo en sectores ciudadanos.    

La obra, inaugurada en abril con fondos municipales, está edificada en un terreno de 23.985  metros cuadrados; la piscina tiene una profundidad de 1,5 m, además  un parque y pistas de patinaje y ciclismo. Su costo ascendió a $ 3,1 millones.

No obstante, tras pocas horas de ser abierta al público (feriado de Semana Santa) se dañó su infraestructura y tuvo que cerrar durante 25 días para reparación. Según los reportes del Municipio de Guayaquil, los daños se originaron porque la obra no soportó la cantidad de visitantes que hubo en esos días. La capacidad es de 3.500 personas a diario, pero en el citado feriado acudieron 13.000 bañistas.

La Alcaldía argumentó que la nueva obra se descompuso, además dijo que muchas personas pisaron los jardines, no salieron de la piscina cuando se les terminó el turno, compraron carne en palito a los vendedores ambulantes por las rejas, entre otros factores.

Por todos esos ‘problemas’ Nebot decidió cerrarla al público y crear un nuevo sistema de higiene para los visitantes que quisieran disfrutar de las bondades de la playa artificial de Coviem.

El pasado 15 de mayo fue ‘reinaugurada’ la piscina, pero con un riguroso control y limitantes.

Mallas metálicas que cubren los barrotes de la cerca, alambres de púas y enrejados en las áreas altas de la piscina sorprendieron a los ciudadanos que fueron a conocer el balneario.

Además, en la entrada se colocó una pancarta con un listado de instrucciones, las mismas que fueron reforzadas por dos empleados del lugar que, con megáfonos, repitieron incansablemente las normas de comportamiento.  Desde entonces solo pueden ingresar menores de 12 años acompañados de un adulto y está prohibido el ingreso de alimentos. Los bañistas que aspiren a meterse en la alberca municipal tienen la obligación de bañarse en duchas antes de entrar al balneario y usar trajes para ese momento.

Los agentes metropolitanos supervisan que los visitantes sigan el protocolo previo al ingreso a la piscina: el primer paso es sacarse los zapatos o zapatillas y lavarse los pies en la denominada ‘patera’.

Nebot acudió personalmente a la reinauguración para observar de cerca cómo los guayaquileños, encolumnados, se lavaron los pies en la ‘patera’. En las redes sociales se calificaron de ‘exageradas’ las nuevas disposiciones municipales.  

Sin embargo, una de las inconformidades registradas entre quienes fueron a la piscina es que no hay un lugar seguro para dejar sus pertenencias.

Algunos optaron por poner sus cosas en los maceteros, otros en los árboles y varios emplearon los barrotes que rodean las áreas verdes del lugar para ubicar sus objetos personales.  

Los usuarios reclamaron también la falta de banquetas para que se sienten las personas adultas que no entran al agua y que vigilan a los bañistas menores de 12 años.

Cuando el alcalde Nebot acudió a inspeccionar que se cumpliera el protocolo, afirmó que los destrozos suscitados en la apertura fueron una prueba extrema. Las horas de atención se redujeron. Quedaron de 10:00 a 17:00 los jueves, viernes, sábados y domingos, además de los feriados.

Asimismo, adelantó que en la ciudadela Sauces 6 (en el norte) el Cabildo construirá otra alberca similar a la que funciona en el sur. No se descarta que se implementen las mismas medidas.